La RDA y Checoslovaquia, unidas contra el cambio
HERMANN TERTSCH ENVIADO ESPECIAL
Los dos países económica y socialmente más desarrollados del este de Europa (Checoslovaquia y la República Democrática Alemana) han tenido por muy diversas razones históricas y geopolíticas las direcciones comunistas que más se han resistido a aplicar reformas democratizadoras hacia la inevitable liquidación del sistema. Excluidas quedan Rumanía y Albania, que poco tie nen que ver con este proceso.
Es una paradoja que, contando con las mejores condiciones para una transición hacia la democracia, sin fricciones nacionalistas y con una sociedad civil vertebrada, sean hoy los que mayores peligros de desestabilización presentan. Si la RDA y Checoslovaquia hubieran emprendido el camino de las reformas con la llegada de Mijail Gorbachov al Kremlin, hoy estarían más que probablemente subidos ya al tren del desarrollo europeo. Debido a la resistencia de unas cúpulas comunistas que se sabían ¡legítimas y odiadas y que temen represalias masivas, los cambios son ahora mucho más traumáticos y los responsables habrán de pagarlo muy caro.
Milos Jakes ha sido expulsado del partido comunista de Checoslovaquia, del que ha sido secretario general hasta hace sólo dos semanas. Lo mismo le sucedió a Miroslav Stepan, ex jefe del partido en Praga. El procesamiento de ambos por la operación de castigo de 18 policías contra manifestantes el 17 de octubre de noviembre parece inminente.
En la RDA fueron encarcelados ayer varios miembros del que fue todopoderoso buró político del régimen de Erich Honecker. El jefe del Ministerio de la Seguridad del Estado, Erich Mielke, el primer ministro Willy Stoph y Werner krolikowski pasan a hacer compañía en prisión a Günther Mittag y Harry Tisch. Honecker, también procesado, sólo se salva por su mala salud física y mental.
En Bulgaria, las posibilidades de la camarilla del ex jefe de estado Todor Yivkov -la célebre banda de Boyana-, de acabar asimismo en prisión son cada vez mayores. En los países del este de Europa donde la dirección del partido comunista demostró el suficiente patriotismo para buscar fórmulas consensuadas de transición -Hungría y Polonia-, hubo un pacto de caballeros entre comunistas, oposicion y población, para evitar enfrentamientos que hasta ahora no ha sido roto.
En la RDA y Checoslovaquia, los intentos de las respectivas nomenklaturas por "limitar los daños" o retrasar al máximo su inevitable pérdida del poder han sido denonados y patéticos al mismo tiempo. Gustav Husak se autoarroga aún la legitimidad para nombrar a un sucesor de Ladislav Adamec, Marian Calfa. Y en la RDA ha quedado demostrada la inviabilidad de soluciones de supuesto compromiso como la propuesta por el defenestrado Egon Krenz.
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