El tren del homenaje a Machado llegó a Colliure
Alfonso Guerra y un funcionario francés pusieron flores en la tumba del poeta
El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y un funcionario de tercera categoría del Gobierno francés agregaron ayer sendas coronas de flores a las muchas que durante los últimos 50 años exactos -se cumplieron ayer- han sido depositadas por manos anónimas en la tumba de Antonio Machado en Colliure, puerto pesquero situado justo al otro lado de la raya de la frontera con Francia. A la efeméride, uno de los puntos culminantes del cincuentenario de la muerte del poeta, asistieron un centenar de personas llegadas de Madrid y Barcelona en un tren especial, con muy escasa presencia de personalidades de la cultura.
El tren de homenaje a Machado cruzó la frontera en el primer mediodía gris en semanas, sin más problemas que los sufridos por la hija de uno de los pasajeros, que se había olvidado el carné. La dejaron pasar. El vicepresidente Alfonso Guerra, que sustituyó a última hora al ministro de Cultura, cuya presencia había sido anunciada, llegó justo para el acto de homenaje en la tumba.Alfonso Guerra dijo sentir una "mezcla de sentimientos, de emoción, satisfacción, alegría, melancolía y nostalgia" en esta vez que no era la primera en que acudía a la tumba de Machado. Se sintió "orgulloso" de reivindicar por primera vez el cargo de vicepresidente del gobierno español legítimo en un acto de reivindicación de un poeta que tuvo que salir de España por un alzamiento ¡legítimo.
Señaló que Machado fue quizá un desterrado durante toda su vida y agradeció al pueblo de Colliure "lugar de peregrinación laica", que ha sabido cuidar durante todos estos años de la tumba del poeta. Francisco Giner de los Ríos, descendiente del fundador del Instituto de Libre Enseñanza, pronunció también unas palabras ante la tumba del poeta.
Por parte francesa asistió Jacques Ruffier, secretario de Estado para la Cultura, miembro del Instituto y profesor de Biología. Según fuentes españolas el ministro del cultura frances, Jack Lang, cuya presencia había sido anunciada envió el recado de que no podía asistir por encontrarse en su día de descanso de la campaña electoral para las elecciones municipales francesas.
El representante francés hizo un discurso inundado de la retórica de la leyenda negra desde el asesinato de García Lorca hasta el grito de Millán Astray en Salamanca. "No es casualidad", dijo, "que la guerra de España comenzara con la muerte de un poeta, García Lorca, y terminara con la de otra, Antonio Machado".
Llovía a cántaros cuando hace medio siglo más tres semanas Antonio Machado pasó por debajo de la cadena que levantaban expresamente para él dos soldados senegaleses con kepis rojo, relucientes por el agua. El poeta formaba parte, dentro del éxodo republicano, de una pequeña expedición de intelectuales que huyó justo antes de la caída de Barcelona en poder franquista; en ella se encontraban el poeta Carles Riba, quien impidió que Machado empeñara un reloj en la cafetería de Cerbère, y el periodista Corpus Barga, quien llevó en brazos a la madre de los Machado, Ana Ruiz, los últimos metros.
El poeta hubiera podido refugiarse mucho antes, pero no quiso. Había recibido propuestas varias, y entre otras la de enseñar literatura española en Oxford, universidad que le envió algún dinero, o la de viajar a Rusia, posibilidad que llegó a contemplar, según comentó a este periódico su sobrina Eulalia, hija de José, que fue enviada a Rusia y que viajaba ayer a Colliure junto con sus primas Leonor y Mercedes, hijas del menor de los hermanos, Francisco Machado.
Las tres primas, que han representado a la familia en los homenajes de estos días, se declaraban abrumadas por el enorme despliegue de los homenajes.
Eulalia, que vivió en la Unión Soviética y Checoslovaquia, separada de sus padres, refugiados en Chile, recuerda que en cierta ocasión en General Arrando, 4, una de las varias residencias de los Machado en Madrid, ella y sus primas se asustaron por un "hombre" que aparecía en la pared. El tío Antonio, como le llaman ellas, le hizo desaparecer mediante el procedimiento de mover un busto que le representaba y proyectaba su perfil sobre el muro.
Un tren
No había casi poetas en la expedición que partió de Madrid y a la que se sumaron docena y media de personas en Barcelona para acudir a Colliure. El trayecto de Madrid a Barcelona y el regreso se hizo en el tren Al-Andalus, una suerte de hotel de cinco estrellas nostálgico de la época de los grandes expresos, en el que se combina una cocina abundante con órgano electrónico y luces de discoteca.Manuel Núñez Encabo, diputado socialista por Soria y directivo de la fundación Antonio Machado, explicó que habían sido invitados varios escritores y poetas, pero los machadistas más destacados estaban comprometidos para otros actos en el cincuentenario de la muerte del poeta. Nuñez Encabo dijo en un acto en el Instituto Cultural de Colliure que Machado es patrimonio de todo el pueblo español y símbolo de los que prefirieron el exilio a perder la dignidad y la libertad. Asistieron, entre otros, Luis Yáñez, secretario de Estado para las Relaciones Internacionales y con Iberoamérica; Luis Larroque, primer teniente de alcalde de Madrid; Juan Manuel Velasco, director general del Libro; José María Merino, director del Centro de las Letras Españolas, y Leocadio Marín, presidente de la Cruz Roja.
Babelia
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