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LA CAÍDA DE UN DICTADOR

Pinochet aguarda al derrocado dictador

MANUEL DÉLANO El ministro de Defensa, Patricio Carvajal, dijo ayer que "a primera vista no hay ningún inconveniente" para que el depuesto dictador paraguayo, Alfredo Stroessner, venga a Chile. Versiones periodísticas indicaban que el depuesto general tenía prevista su salida de Asunción, a bordo de un avión, a las 18.00 horas de Chile (21.00 hora peninsular española). El ministro del Interior, Carlos Cáceres, se reunió con los jefes policiales de ínvestigación y aeropuertos, presumiblemente, para determinar las medidas de seguridad en torno a la llegada de Stroessner.

La representación diplomática de Paraguay en Santiago fue sorprendida por el golpe militar contra Stroessner con su embajador de vacaciones, y el encargado de negocios sostuvo qe esperaba instrucciones. Entre tanto, dirigentes de la oposición reaccionaron ácidamente ante la posibilidad de que Stroessner venga a Chile.

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El presidente del Partido Amplio de Izquierda Socialista (PAÍS), Luis Maira, dijo estar jubiloso con el derrocamiento de Stroessner. "Estamos tratando de deshacernos de un dictador, no queremos tener dos dictadores. Chile no es el me or lugar para que se radique Stroessner", agregó. En una manifestación en el centro de Santiago, el presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, Nicanor Araya, propuso declarar "persona no grata" a Stroessner. Después que las relaciones diplomáticas de los dos países estuvieron congeladas durante el Gobierno de Salvador Allende, el general Augusto Pinochet las reanudó al más alto nivel. Versiones periodísticas señalan que la familia de Pinochet es propietaria de una residencia en Paraguay.

Amigo "fraterno"

Cuando Pinochet viajó a Paraguay en mayo de 1974 se reunió cuatro veces con Stroessner, lo condecoró, y, según él, ambos tuvieron un diálogo "fraterno, franco y directo entre soldados". Stroessner devolvió la visita en septiembre del mismo año. Fue la primera visita de un mandatario después del golpe militar de 1973.

En Caracas, donde asistía a los actos de toma de posesión del presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, aseguró a EL PAÍS que el levantamiento "no es una sublevación, sino una querella entre familias militares", informa Miguel Angel Bastenier. "Pero no dudo de que el pueblo paraguayo acabará obteniendo su libertad", añadió. Por su parte, el jefe del Estado cubano, Fidel Castro, se mostró confiado en que el pueblo paraguayo "acabará triunfando sobre la tiranía". También el embajador argentino en Caracas aseguró que el golpe favorece al presidente Raúl Alfonsín "porque los peronistas estaban apoyando al régimen de Stroessner". El nicaragüense Ortega aseguró que se tarataba de "una pelea entre militares", mientras el presidente brasileño, Sarney decía que "es prematuro" emitir algún juicio.

El portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, dijo que EE UU "seguía muy de cerca los acontecimientos" y se esperaba un giro democrático.

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