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TRAGEDIA, DISTENSIÓN Y 'PERESTROIKA'

Jiri Hajek: "Gorbachov acabará imponiéndose"

El ex ministro de la 'primavera de Praga' apuesta por "cambios revolucionarios en el socialismo"

HERMANN TERTSCH ENVIADO ESPECIAL Jiri Hajek, que fue ministro de Asuntos Exteriores de Checoslovaquia durante la primavera de Praga, ve graves peligros para la política soviética y está convencido de que muchos dirigentes del Este aún apuestan por el fracaso de sus planes de reforma. No obstante, convencido de la necesidad histórica de estos "cambios revolucionarios en el socialismo", cuyo precedente ve en el experimento de su país en el año 1968, el ex ministro de Alexander Dubcek cree que el máximo líder soviético acabará imponiéndose.

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"Los acontecimientos en la Unión Soviética ponen en una situación muy grave a la perestroika (reestructuración) y en Europa ¿el Este se dan también serios peligros para la política de Mijail Gorbachov. Estoy convencido de que las diferencias que se producen entre los países socialistas están creando preocupación en Moscú. Sin embargo, creo que Gorbachov va a lograr capitalizar los problemas en la Unión Soviética y los demás países socialistas en favor de las reformas. Creo que al final también sus adversarios actuales, acabarán aceptando está política, por reconocer su necesidad o por motivos meramente utilitaristas, por interés personal"."La sociedad checoslovaca descubrió ya en 1967 la necesidad de la perestroika. Marx ya explicó el momento en el que las fuerzas creativas de una sociedad chocan con las condiciones sociales que se han convertido en un freno para el desarrollo. Nosotros llegamos a esta conclusión y la consecuencia fue la, primavera de Praga. La parálisis impuesta después con la normalización no ha resuelto los problemas. Veinte años después se presentan de nuevo".

Núcleo duro

"En los últimos meses se ha producido una reafirmación de¡ núcleo duro del partido. Milos Jakes (jefe del partido] intenta presentarse ante Moscú como el hombre ideal e insustituible en el momento. Cuenta con que en el orden de prioridades de la Unión Soviética, dados sus graves problemas internos, la revaloración de la primavera de Praga y su aplastamiento ocupan un puesto muy bajo".

El ex ministro de Asuntos Exteriores advierte que el cambio generacional en el caso específico de Checoslovaquia no tiene por qué llevar al poder a políticos reformistas. "Los más jóvenes que llegan al poder han hecho toda su carrera bajo la normalización".

Recuerda Hajek que los genuinos reformistas checoslovacos de la generación de Gorbachov o el húngaro Karoly Grosz fueron depurados tras la invasión.

Lamenta mucho la caída de Lubomir Strougal, primer ministro hasta octubre pasado. "Strougal era un hombre inteligente y capaz que había llegado a conclusiones correctas sobre la necesidad de las reformas. Aunque le puedo criticar en muchos aspectos, él nunca participó en la caza de brujas contra Carta 77. Pero tampoco la dirección ortodoxa puede mantener su política de intolerancia como en años pasados".

Hajek tiene de nuevo teléfono en su casita en la calle de Kosatcova, número 11, de Praga. Se lo habían cortado en 1970. Este tipo de gestos, su propia presencia en Austria, el viaje de Dubcek a Italia, hacen pensar a Hajek que "también en Praga, de forma muy lenta, están cambiando las cosas".

Sin embargo, las contradicciones del régimen son continuas. Navratil, un eslovaco que comenzó la recogida de firmas en solicitud de libertad religiosa, que con cerca de medio millón se ha convertido en la mayor iniciativa popular checoslovaca desde la invasión, ha sido internado en una clínica psiquiátrica.

"Para Navratil eligieron el tratamiento psiquiátrico para evitar tener que juzgarle, precisamente ahora que la Unión Soviética ya no recurre a esta práctica". Ha habido muchos registros en los últimos meses en Checoslovaquia, hay detenciones. La dirección reacciona con registro ante la creciente movilización. Mañana, 40º aniversario de la proclamacion de la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, se espera en Praga una manifestación no autorizada.

El ejemplo húngaro

Hajek no oculta su envidia por el proceso político de Hungría. "Las autoridades húngaras están actuando como hubiéramos querido en la primavera de Praga, con una diferencia clara: son mucho más sabios que nosotros, porque cuentan con nuestra experiencia". Las dificultades en Checoslovaquia para lograr una política similar radican aún en el "trauma de la invasión, tanto para el poder como para la población, que se refugia en la huida a la vida privada".

Por ello, insiste en que es imprescindible para que "la necesidad objetiva de la perestroika" se imponga que poder y pueblo se enfrenten y reconozcan la realidad histórica de la primavera de Praga. "Es necesario para restablecer la verdad, pero también por motivos prácticos".

"La dirección checoslovaca quiere presentar su perestroika como la lógica continuación de la época de estancamiento y normalización brezneviana, y no como Gorbachov, que plantea su política como una ruptura con esa época. Esto no sólo no responde a la verdad histórica, sino que además no podrá explicar con efecto la necesidad práctica de la perestroika".

Una voz de la disidencia

Jiri Hajek es una de las principales voces de la disidencia checoslovaca interna. Ministro de Asuntos Exteriores durante la primavera de Praga, fue quien pronunció, días después de la invasión de Praga por las fuerzas del Pacto de Varsovia, en agosto de 1968, el célebre discurso ante la ONU solicitando la inmediata retirada de las fuerzas extranjeras. Regresó a su querida Praga y allí ha pasado dos decenios entre represalias y detenciones, como su compañero político y amigo Alexander Dubcek. No lograron intimidarlo.Ahora, ha recibido por primera vez desde entonces autorización para viajar al extranjero y asistir a un foro sobre derechos humanos en la ciudad austríaca de Graz. El presidente de la comisión checoslovaca de observación de los Acuerdos de Helsinki y firmante de Carta 77, acompañado por su mujer y su único hijo, viajó con el corresponsal de EL PAÍS desde Viena a Graz conversando sobre Gorbachov, la perestroika, el miedo a las reformas del régimen checoslovaco, el nuevo coraje de la juventud de Praga y la situación general en el este de Europa.

Habla Hajek de la cárcel y la persecución con la tranquilidad y falta de patetismo de quien comenta sus jaquecas. Su primer encarcelamiento fue el más largo, Siete años en una prisión nazi. Allí aprendió un muy pulido español que jamás ha podido utilizar en España. Domina además el ruso, el inglés y el alemán. Es un comunista que cita a Hamlet. La antítesis del gris funcionariado neoestalinista que se hizo con el poder y el partido tras el aplastamiento de la revolución de la esperanza de Alexander Dubcek.

Hajek vuelve ahora a tener esperanza. "La gente joven ha perdido el miedo, hay una nueva corriente de base de coraje civil". Su hijo no puede participar en este nuevo movimiento surgido al amparo de la perestroika soviética. Gracias a una intervención del Gobierno de Noruega y a una beca pudo irse a este país a estudiar, pero tuvo que renunciar a la ciudadanía checoslovaca. Desde entonces, "hace dos años y medio", sólo ha podido visitar a sus padres en una ocasión. Nada más conocer la autorización de¡ viaje de su padre, se trasladó a Austria.

"Las autoridades han sido muy correctas con la tramitación. Me dieron también un visado para mi mujer en cuestión de días. Hace un mes me detienen cuatro días para impedir mi asistencia a un simposio sobre derechos humanos que se iba a celebrar en Praga. Semanas después, me dan el pasaporte y permiso para viajar al extranjero".

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