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Entrevista:

Fuentes: "Todos tenemos nueve meses de edad"

El escritor mexicano recogerá el jueves el Premio Cervantes de manos del rey Juan Carlos

Carlos Fuentes tiene un poblado bigote y el pelo canoso. Dice que ya son muchos años, en noviembre cumplirá sesenta: "Gabriel García Márquez, Shirley Temple y yo tenemos la misma edad".Nacido en Panamá, donde sólo vivió los primeros seis meses de su vida, hijo de un diplomático, Fuentes es ahora profesor de Literatura Latinoamericana en Harvard y en Washington. "Al dejarla Embajada de México en París, en 1977, tuve que buscar otro medio de subsistencia, porque no tengo fortuna, y me invitan muchas veces las universidades americanas. Y es bueno que tengamos una tribuna en EE UU donde hablar de la cultura latinoamericana".

El próximo día 21, Carlos Fuentes recibirá el Premio Cervantes, galardón de prestigio institucional que se concede a la obra en castellano de toda una vida, en una ceremonia que, como cada año, se celebra en la universidad de Alcalá de Henares (Madrid). "Ganar el Premio Cervantes", dice, "ha sido como una especie de regreso al hogar. Era como si mi abuelo me estuviera esperando. Ha sido muy emocionante".

Pregunta. ¿Su abuelo era español?

Respuesta. Sí; mi abuelo era Cervantes.

Y sobre Cervantes y El Quijote hablaba Carlos Fuentes en Harvard cuando le concedieron el premio.

P. ¿Cambia algo una recompensa de este tipo?

R. Sí cambia, cómo no. (Se ríe) Cambia para mis hijos, que están muy contentos de recibir el dinero [10 millones de pesetas], y, además, es un estímulo que facilita la vida y las posibilidades de seguir escribiendo. Cuando se tiene mi edad, uno desea deshacerse del bagaje excesivo, del equipaje que sobra y centrarse en lo que hay que decir y hacer.

P. ¿Es cierto que no le hace gracia que le hablen del boom de la narrativa latinoamericana?

R. No; bueno, el boom es un fenómeno muy explicativo y muy interesante. Lo que ocurre es que la historia literaria ha ido hacia adelante. El boom dio una gran publicidad a la América Latina y eso es muy importante en sí mismo. Creó una generación nueva de lectores allí y en el mundo, cosa que también es muy importante. Pero la historia literaria sigue, no se paró ahí.

P. Usted acaba de publicar el libro Cristóbal Nonato, que ha sido calificada de "obra maestra de historia y sátira-ficción"...

R. Lo de obra maestra, no sé; pero lo de sátira-ficción, absolutamente. Es una obra muy satírica, porque, después de todo, un niño, formándose en el seno de su madre durante nueve meses, tiene que tener mucho sentido del humor para enterarse al final de que todo lo que aprendió en el seno materno, que es todo, porque ha estado en contacto con su memoria del pasado, con su cadena genética, en el momento de nacer Ya a venir un ángel barroco con una espada, le va a pegar en los labios, que por eso tenemos esta comisura, y va a olvidarlo todo; va a tener que aprenderlo todo de vuelta. Además, ¿cómo convencer al mundo de que al nacer todos tenemos nueve meses de edad? Estamos condenados a empezar de cero después de eso.

P. Sobre el tema político, me gustaría que hablara del compromiso del escritor.

R. Creo que hay un contenido político y social de la literatura, porque vivimos en sociedad, pero también tenemos un compromiso profundo con la tradición intelectual, estética, con la exigencia de la forma. Y, claro, cuando las obligaciones políticas se imponen a las consideraciones estéticas se escribe mal la literatura. Ésta se escribe no sólo para lo inmediato y para nuestros lectores vivos, sino para lectores por nacer, a veces. Tiene que tener una consistencia, una espina dorsal en su forma, en su pensamiento y en su expresión. En última instancia, la acción política de un escritor es la de un ciudadano. Convertir la literatura puramente en un vehículo político, eso sí me parece un error.

P. De ese montón de años que dice usted que comparte con Shirley Temple y García Márques, ¿se siente satisfecho?

P. Sí. Mi vida, en general, ha sido buena. He tenido amores, he tenido hijos, he tenido obra, he tenido razones para vivir y para luchar. Aunque, por definición casi, la vida de un escritor es una vida insatisfecha o no se seguiría escribiendo. Representamos una cosa muy humana, y si al final, hemos hecho por lo menos algo que pueden heredar los demás, un libro, una pintura, un edificio, una idea, una ternura, un gramo de amor, entonces ha valido la pena vivir.

Cambio de piel

Pregunta. Hace 25 años le concedieron a usted otro premio en España, el Biblioteca Breve, por su obra Cambio de piel. De entonces acá, ¿ha cambiado usted mucho?Respuesta. Espero que sí. Hay cambios constantes. Quedarse parado no es interesante para nada. Pero mucho más que yo, la que cambió fue España. Esa novela fue prohibida por la censura española. Ése ha sido el gran cambio. Una España libre, sin censura y democrática, como la que voy a visitar ahora.

P. Cuando se falló el Premio Cervantes le explicaba usted a sus alumnos aquella frase de Don Quijote: "Los milagros, Sancho, son cosas que ocurren rara vez". ¿Podría ser, por ejemplo, que el PRI perdiera las elecciones próximas en México?

R. No. El PRI no va a perder las elecciones porque, numéricamente, tiene la mayoría. Pero va a ganar con menos votación que en el pasado, lo cual es muy sano. Los partidos de oposición se están fortaleciendo en México. La candidatura de Cárdenas ha sido muy efectiva. Entonces el PRI va a tenerse que acomodar a una postura relativamente menos poderosa que en el pasado, y esto refleja el cambio de la sociedad mexicana. Los 60 años de rectoría del PRI coincidieron con una época de la revolución mexicana, de unidad, de consolidación, de educación y formación de una sociedad civil. Y esa sociedad civil está ahí, ahora, en México y reclama una mayor democracia. Una democracia pluripartidista, como la de ustedes, y no una democracia bipartidista al estilo americano, como la que quieren imponemos los gringos. Entonces creo que estas elecciones van a ser decisivas en este sentido.

P. ¿Qué opinión tiene del acuerdo de Esquipulas para la pacificación de Centroamérica?

R. Yo creo que los países más débiles de la América Latina, que son los de la América Central, han sabido reaccionar y dar una respuesta a las soluciones, desligadas de la realidad, violentas y negativas del derecho, que ha tomado la Administración Reagan durante ocho años. Finalmente, se han dado cuenta de que su problema es el problema de emergencia de naciones modernas, que se han manifestado con los acuerdos de Esquipulas, la acción de Contadora, a través del Plan Arias, y los acuerdos de Sapoá.

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