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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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Berlín, campo de pruebas del Estado alemán ideal

El canciller de la República Federal de Alemania (RFA), Helmut Kohl, anunció con notable patetismo y emoción que la cuestión alemana sigue pendiente y el Gobierno de Bonn que preside mantiene como objetivo histórico irrenunciable la reunificación alemana y la "libertad para los conciudadanos en la República Democrática Alemana" (RDA). Ante cerca de 5.000 invitados que asistieron el 30 de abril a la ceremonia de apertura de los actos conmemorativos del 750 aniversario de Berlín, en la parte occidental de la ciudad dividida, Kohl reivindicó el ideal del Estado nacional alemán, que sólo existió durante 74 años, desde 1871 hasta su demolición por las fuerzas aliadas en mayo de 1945.En el Palacio de Congresos de Berlín Oeste se hallaba el presidente de la RFA, Richard von Weizsaecker, el Gobierno federal en pleno, los comandantes de las tres fuerzas aliadas occidentales, que ostentan la soberanía en la ciudad, y gran parte del cuerpo diplomático occidental. Ausente estuvo, por el contrario, el mas célebre invitado a este acto, Erich Honecker, jefe del partido comunista y del Estado de la RDA. Ni un solo representante del Este europeo en toda la sala.

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Mitterrand, en Berlín Oeste.

La ausencia de Honecker

Honecker había anunciado hace semanas que, "en el momento actual", no tenía oportunidad de asistir al acto. De haberlo hecho, con seguridad se habría visto obligado a abandonar demostrativamente la sala cuando Kohl y el alcalde gobernador de Berlín Oeste, Eberhard Diepgen, pusieron en duda la soberanía y la futura existencia del Estado que preside. Estaba claro que Honecker no podía asistir a un acto de exaltación de la unidad alemana, como también lo está que esta misma unidad como objetivo provoca tanta inquietud entre los vecinos occidentales de la RFA como entre los aliados orientales del régimen de Honecker.

El acto del 30 de abril ha sido tan sólo el primer episodio de la conmemoración del 750 aniversario de una ciudad dividida que las dos partes celebran por separado y en directa competencia, y cuyas implicaciones políticas, por el significado de Berlín como símbolo de la división alemana y europea, habían de provocar roces entre los dos Estados alemanes.

Berlín es la ciudad del muro, punto de mayor fricción entre los dos sistemas políticos que se enfrentan en Europa, símbolo de la voluntad de resistencia de la democracia pluralista frente al bloqueo en la posguerra y de la decisión del régimen oriental en recurrir a medidas tan extremas como el aislamiento forzoso de su población para defender su existencia. Como tal, todo conflicto en Berlín es por extensión un conflicto interalemán y, finalmente, un conficito Este-Oeste.

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En las dos partes de la ciudad, las autoridades se han lanzado a una carrera de actos, espectáculos, discursos y fiestas. En el Este, con un impresionante esfuerzo económico, la RDA utiliza el aniversario para un lanzamiento internacional de lo que denomina "capital del primer Estado obrero y campesino sobre suelo alemán" y fortalecer su siempre precaria identidad.

Dos ciudades

En el Oeste, la alcaldía de Berlín y el Gobierno de Bonn quieren convertir la efeméride en el testimonio de la solidaridad occidental con la ciudad aislada en el corazón del territorio socialista, fortalecer sus vínculos con la RFA y reafirmar el carácter transitorio de la división.

De iure, Berlín sigue siendo una ciudad, dividida en cuatro sectores; de ellos tres, bajo soberanía norteamericana, británica y francesa, están rodeados por un muro construido por el régimen. comunista de la RDA en 1961. De facto, Berlín son dos ciudades, una convertida en la capital administrativa y política de Alemania Oriental, la otra una dinámica ciudad occidental estrechamente ligada a la RFA. La RDA rechaza toda vinculación de Berlín Oeste con la RFA, Bonn niega a Berlín Este el carácter de capital de la otra Alemania. Ambas niegan realidades existentes.

No obstante, el muro y la radicalidad con que éste representa el conflicto Este-Oeste ofrece también la oportunidad de hacer de Berlín un campo experimental para avances en las relaciones entre los dos sistemas políticos opuestos, como el alcalde occidental Diepgen manifestaba a este corresponsal hace días. La política de pequeños pasos de cooperación, según las directrices emanadas del Acta de Helsinki, tiene en Berlín un laboratorio ideal, en el que los avances repercuten de inmediato en mejoras concretas para la vida de los berlineses de ambos lados del muro.

Interés mutuo

Si el régimen de la RDA deja de disparar sobre sus ciudadanos que intentan escapar al Oeste, ayudará tanto a su prestigio como Estado civilizado como al clima general entre los bloques. Si Berlín Oeste recibe electricidad del Este o si Berlín oriental palia su grave problema de emisiones de sus centrales térmicas con ayuda técnica occidental, los efectos son inmediatos y de interés mutuo.

El alcalde Diepgen ha asumido este reto y en la parte oriental existe un sincero interés por avanzar en este camino. Hoy, dijo el día 30 de abril en Berlín Oeste Willy Brandt, antiguo alcalde berlinés, la nueva política Este-Oeste demuestra que estamos en el principio del fin de la posguerra.

Berlín es el sitio ideal para que los alemanes de ambos lados ensayen acercamientos en el respeto mutuo y conserven un proyecto en común en la actual división que, aunque quizá no definitiva en la historia, será larga con seguridad.

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