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10 años de las Madres de Mayo

, Millares de pañuelos blancos anudados se extendieron como una red por la céntrica plaza de Mayo de Buenos Aires el pasado jueves, en el acto conmemorativo del décimo aniversario de la protesta de las Madres de Mayo, las familiares de los desaparecidos durante la dictadura militar argentina que se han convertido en un importante grupo de presión contra cualquier intento de amnistiar o de no castigar a los culpables de la guerra sucia.

Los pañuelos, enviados desde diversas partes del país y de muchos puntos del extranjero -incluida España-, llevaban leyendas como "castigo a los culpables" o "cárcel a los genocidas" y se entrelazaban, como en una quermés, de árboles a farolas. Millares de personas acudieron al acto, en el que los oradores -y especialmente la líder del grupo de Madres de Mayo, Hebe de Bonafini- insistieron en que "no hay que olvidar" y exigieron el juicio y el castigo para los militares responsables de la desaparición de unas 30.000 personas.

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Las Madres de Mayo -que son actualmente unas 2.000- se opusieron a la llamada ley de punto final, que quería poner un límite en el tiempo a la apertura de nuevos procesos contra militares implicados en la represión, y se oponen asimismo a cualquier regulación judicial o legislativa del principio de obediencia debida, que, en su opinión, es una fórmula indirecta para amnistiar a responsables de violaciones de derechos humanos.

Esta postura intransigente ha creado más de un problema al Gobierno de Raúl Alfonsín, que busca el modo de resolver de una vez el problema militar, cuya expresión más peligrosa hasta ahora fue la reciente asonada de Semana Santa. Hebe de Bonafini, dejó bien claro su postura al afirmar que "todo aquel que se arrime al enemigo será nuestro enemigo" y al criticar la llamada "teoría de los dos demonios" que amenazan la estabilidad democrática argentina, el golpismo y el revanchismo. Para ella, sólo hay un "demonio": los responsables del genocidio que hicieron desaparecer a sus hijos.

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