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Guerra civil y hambre

La sequía en Chad alcanzo su máxima gravedad en 1983. y 1984, coincidiendo con uno de los momentos más cruentos de la guerra civil. En 1982, Gukurii Uedei había huido de Yamena mientras las tropas de Hisséne Habré tomaban la ciudad. La lucha no había terminado. Los seguidores de Uedei siguieron resistiendo en la zona de Tibesti, en el norte. Además, el nuevo presidente tenía que restablecer el control sobre el Sur, donde las tribus sara -en su mayoría animistas y cristianas- aprovecharon la confusión de las luchas entre los dos dirigentes musulmanes del Norte para realizar sus aspiraciones secesionistas.Las tierras del Sur, limitadas por la orilla izquierda del río Chari, son zonas tradicionalmente fértiles que en tiempos de paz aportan al país el 80% de la producción agrícola. Allí, las lluvias tropicales -si bien menos abundantes que en otros tiempos- aseguraron incluso durante la sequía una cosecha suficiente para abastecer los mercados locales. El hambre en el sur fue provocada por el desplazamiento a esta zona de las poblaciones procedentes de las áreas sahelianas del país, gravemente afectadas por la sequía y la guerra.

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Poblaciones nómadas

La falta de lluvias en el norte del país diezmó el ganado, principal fuente de riqueza de las poblaciones nómadas de estas zonas, que se desplazaron hacia el Sur en busca de alimentos. Pero los recursos, ceñidos a la subsistencia de las poblaciones sara, no pudieron soportar el desequilibrio creado por el aumento de la demanda de los - desplazados. A ello hay que añadir los desastres de la guerra. "Los nordistas intentaron rendir el Sur por medio del hambre", afirma un chadiano sureño al recordar cómo.las tropas del presidente Habré requisaban los víveres y quemaban los campos con el pretexto de que estos servían de escondrijo para los rebeldes.

"No hubo las mismas facilidades para distribuir las ayudas entre las tribus del Sur que entre las del Norte, a las que pertenece el presidente Habré", aseguran algunos observadores occidentales en Yamena. En su opinión, los goranes del Norte obstaculizaron en el Sur el paso de los camiones que transportaban las ayudas, que en algunos casos tuvieron que pagar un total de 150.000 francos CFA en los sucesivos controles militares, en concepto de tasas de paso, para poder llegar a su destino.

A pesar de estas dificultades, los diferentes representantes de los organismos internacionales coinciden en que su intervención pudo desarrollarse de forma satisfactoria ya tiempo para impedir una catástrofe. Así, por ejemplo, Ermana Favaretto, jefa de la delegación de la Liga Internacional de la Cruz Roja para el reparto de las ayudas durante el período de emergencia, afirma: "Siempre hay dificultades para la distribución de la ayuda si, como en este caso, la situación de extrema gravedad se mezcla con una guerra. Pero lo cierto es que, a pesar de ello, en Chad se logró actuar de forma preventiva y evitar una, tragedia de dimensiones muy superiores a la de la última sequía en Etiopía".

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