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La lluvia de alimentos, un peligro más para el Chad

La ayuda internacional excesiva o inapropiada favorece la espiral del subdesarrollo

El exceso de ayuda, y no la falta de lluvias, es lo que ahora puede comprometer las próximas siembras en Chad. "Es la lógica reacción de los campesinos que el pasado año no pudieron competir frente a las toneladas de alimentos gratuitos distribuidos por la cooperación. "¿Para qué van a malgastar sus energías en sembrar si luego no van a poder vender sus productos?", afirma Anne Maríe Goetz.La culpa no sólo la tienen las autoridades chadianas que han solicitado los alimentos sino también la falta de previsión y de coordinación de los organismos internacionales.

Todos los observadores internacionales en Yamena coinciden en que allí, como en cualquier parte, es lógico que el Gobierno tienda a barrer para dentro y aprovechar la oportunidad para sacar el máximo partido a la ayuda exterior. Especialmente si, como es el caso de Chad, la necesidad se complica con una guerra y se tiende a desviar algunas de las donaciones a los campos de batalla.

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Guerra civil y hambre

Una supuesta plaga de langosta fue el pretexto que el Gobierno chadiano alegó el pasado año para pedir nuevos alimentos. Según critican algunos observadores, las autoridades exageraron los destrozos causados por la plaga que, en realidad, se limitaban a los focos que, todos los años, se producen en algunas zonas de este país, con un avance muy limitado.

Algunos incluso recuerdan cómo esta campaña para atraer la atención internacional culminó con la fumigación de los cultivos próximos a Yamena. Una operación inútil, puesto que el grano ya estaba maduro, y que al hacerse sin cumplir con las normas de seguridad para el manejo de los productos tóxicos, causó algunos envenenamientos.

Las ayudas que con esta operación se han logrado no son positivas para el desarrollo del país. "La distribución de alimentos puede ayudar a salir del paso a un país en una situación límite como la que produjo en Chad la última sequía", afirma Anne Marie. "Pepo el continuar por este camino, una vez terminada la emergencia, supone un grave peligro: la gente se acostumbra a comer de la sopa boba y no se preocupa por el futuro. Sabe que siempre podrá contar con la comida de la cooperación", añade.

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Proyectos a largo plazo

Chad necesita ahora proyectos a largo plazo que contribuyan al desarrollo del país y eviten que se vuelva a repetir la amenaza del hambre.

La ayuda debe comenzar una nueva fase en la que los donantes proporcionen la asistencia técnica inasequible para el país y los chadianos participen activamente con su trabajo.

"La sequía no sólo es un problema de lluvias, sino de falta de planificación", afirma Andrés de Acosta, meteorólogo responsable en Yamena de Agrhyrnet, un programa de la ONU para la lucha contra la sequía en el Sahel.

"Por ejemplo, la falta de una información sobre los niveles de pluviometría del país o el no sembrar lo apropiado en el momento y el terreno adecuados, provoca a menudo una sangría de semillas y de trabajo que revierten en cultivos con resultado nulo o muy escaso", explica Acosta.

En el caso de Chad, la situación de emergencia podía haberse-,evitado con la sabia táctica de guardar alimentos para las épocas de vacas flacas que se repiten, en todo el Sahel, con un ciclo de 10 años. Pero ni existe la costumbre de almacenar ni, en caso de haberla, graneros para guardar las semillas.

Chad es un país potencialmente rico. Sus principales actividades son la agricultura y la ganadería. Pero. también posee yacimientos de petróleo, tungsteno y uranio que todavía no han sido explotados por falta de medios técnicos y estar situados en zonas que han sido escenario, en los últimos años, de guerras civiles.

La extraordinaria fertilidad de las tierras del Sur, según los expertos, a pesar de constituir sólo una cuarta parte del territorio, puede compensar con creces la improductividad de las zonas desérticas que prevalecen más allá del río Chari.

Sin embargo, Chad sigue viviendo al filo de la subsistencia. La renta per cápita de sus habitantes no alcanza los 110 dólares (unas 14.300 pesetas al año. Las sequías y las guerras que se iniciaron hace 2,0 años han arrasado las precarias estructuras económicas del país que, en tiempos de la colonización francesa, fue uno de los principales productores de algodón del continente africano.

El pillaje y recientemente, la caída de los precios del algodón en los mercados internacionales han situado al borde de la bancarrota a la Cotonchad, prácticamente la única industria del país.

Todo queda por hacer

Todo queda por hacer en Chad: construir carreteras, canales de riego que aprovechen las enormes reservas de agua de los ríos Chari y Logone, pozos para que el agua potable deje de ser un privilegio de las ciudades, y escuelas para eliminar el analfabetismo que afecta al 70% de sus cinco millones de habitantes.

Pero el Gobierno apenas está en condiciones de hacer frente a la guerra que el país actualmente mantiene contra Libia y que absorbe más del 60% del pobre presupuesto nacional. No quedan recursos para el desarrollo.

De ahí las duras críticas ante la poco oportunidad de la utilización de las ayudas dadas por el Gobierno chino, que tiene prevista la construcción de un palacio de congresos y un estadio en Yamena, o la de la República Federal de Alemania, que ha destinado 10 vehículos al Ministerio de Finanzas.

Las acusaciones no sólo afectan al Gobierno chadiano, que cree que estos proyectos van a mejorar el nivel de vida de la capital y atraer a ella inversiones extranjeras. "Chad es un país que reúne las condiciones para lograr la autosuficiencia", subraya Anne Marie. "Pero tan importante es que los donantes aporten las ayudas necesarias para que se alcance este objetivo como que éstas se ajusten, de forma apropiada, a sus necesidades".

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