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'La caza de la sopa boba'

José Luis Castillo Puche, uno de los tres candidatos que optaba al sillón r de la Real Academia Española, hizo ayer unas declaraciones en las que valoraba la elección de Antonio Mingote.

- "Yo no sé por qué estoy en esto de la Academia, porque he descubierto a personas de mucha estética y poca ética, y donde está visto que ahora se dirigen a premiar el mundo del chiste. La risa siempre es fecunda. Yo siempre me río, y me he desahogado mucho con las cosas de Mingote, no por el texto, sino por las figuras. Se ve que este país está por la broma. Yo calculo que entre académicos viejos que no han leído mucho, y menos literatura moderna, e intrigantes y modernos de salón, a veces algo esterilizados, van a la caza de no sé qué sopa boba de la celebridad a la Academia, a la que yo creo que hay que ir a trabajar, y no a un cotilleo ingenioso. Es una pena", asegura Castillo Puche.

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"La Academia", sigue diciendo el novelista, "está visto que prefiere los chistes, y está bien que se diviertan, y que nos divirtamos todos. ¡Hay que olvidar tantas cosas! Yo he competido con escritores y con hombres notorios y nunca fui derrotado. Yo siento que en la Academia no estén ya Rafael Sánchez Ferlosio y Jesús Fernández Santos, y otros, y es que los novelistas verdaderos que escriben a veces no votan o no vienen a la Academia".

En manos de un Hamlet

"La Academia", precisa el autor de Conocerás el poso de la nada, "es como si estuviera en manos de un Hamlet que cada día tiene su problema y no sabe mucho por dónde se anda. A veces da casi vergüenza esto que pasa y está pasando en la Academia. A mí no me ha derrotado, pero yo creo que ya nunca me dejará entrar. Lo siento por mis defensores de ayer y de hoy, gente admirable que callo. Hay en la Academia mucho círculo, mucho grupo de presión, mucho politiqueo, mucho aperitivo o sobremesa".

Castillo Puche estima que "hay también algún periódico dominante que no sólo parece que mande a la Academia, sino que también manda en la vocación y en el programa de trabajo del escritor. Yo soy un escritor libre y estoy donde estuve siempre, en la calle. Vivo de escribir y sigo escribiendo, y entre libro y libro contaré algo de la historia miserable y nefasta con que juegan algunos listos, con la buena voluntad y conciencia de los que verdaderamente son académicos que a veces ni cuentan".

"Yo pido a Dios", concluye el escritor, "que no confunda a académicos tan confundidos y confundidores. Como a reír tocan, vamos a reír todos un poco, que esto no tiene ninguna importancia. Esto es un desahogo circunstancial y levísimo y la Academia, para salvarse -como tendrá que salvarse-, no tardará mucho en tomar su vomitivo, y que nos siente a todos bien en bien de la lengua, que es el tema".

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