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El acuerdo comercial entre EE UU y la CE perjudica a la ganadería española

Andreu Missé

El acuerdo provisional alcanzado a principios del pasado mes de julio entre la Comunidad Europea (CE) y el Gobierno de Estados Unidos, que evitó el inicio de una guerra comercial entre ambas áreas econonucas por la reducción de las exportaciones de maíz y sorgo estadounidenses tras la integración de España en la CE, podría no tener ningún resultado positivo para los ganaderos españoles, que pueden seguir sin poder comprar granos americanos, según fuentes de la Lonja de Cereales de Barcelona. El presidente de la entidad, Rosendo Rosell, considera que los mayores costes de los fletes impedirán a España competir con el resto de países europeos.A raíz del ingreso de España en la CE las comprás españolas de cereales a Estados Unidos dejaron de ser rentables por la aplicación de los prélèvements o tasas compensatorias, mucho más elevados que los anteriores derechos reguladores españoles, vigentes hasta el pasado 1 de marzo. Esta nueva situación perjudicaba tanto a los Estados Unidos, que perdía a un cliente al que vendían cinco millones de toneladas anuales de cereales, como a España, que se quedaba sin un proveedor de piensos baratos. Por el contrario, la CE restiltaba beneficiada, ya que se convertía en el nuevo proveedor de los ganaderos españoles.

La respuesta del Gobierno de EE UU no se hizo esperar y amenazó con la imposición de cuotas a una serie de productos agrícolas, como el vino, si no se resolvía el problema. Con objeto de evitar una guerra comercial en la que la CE resultaría más perjudicada, a comienzos de julio se alcanzó un principio de acuerdo por el que se garantizaba a los agricultores americanos la continuidad de sus exportaciones de granos a España a niveles similares a los de 1985.

Principio de acuerdo

Según el principio de acuerdo, la CE garantiza a Estados Unidos unas ventas de 234.000 toneladas mensuales de maíz, sorgo y otros tres productos sustitutivos, como el com gluten Jeed. En el caso de que España no llegase a importar estas cantidades, la CE se comprometía a adquirir el resto.

Por el momento, las elevadas tasas compensatorias establecidas por la CE hacen prohibitivas las compras de cereales a Estados Unidos. Para superar este impedimento, los próximos 4 y 5 de septiembre se celebrará una reunión en Bruselas con objeto de reducir las tasas compensatorias hasta el nivel necesario para que resulten rentables las importaciones de Estados Unidos. El precio de la cebada, por ejemplo, en la CE se sitúa entre las 25 y 26 pesetas el kilogramo, mientras que el precio de entrada (mínimo a quese puede importar) se fija a 33 pesetas.

Los fabricantes españoles dan por seguro que la CE rebajará la tasas compensatorias porque quiere evitar a toda costa la guerra comercial. Sin embargo, en círculos próximos a la Lonja de Cereales de Barcelona se teme que el resultado de la reunión de septiembre no facilitará a España la importación de cereales americanos.

Según estas fuentes, los ganaderos europeos serán quienes al final adquirirán estos cereales, al tener menos costes de transportes y poder ofrecer mejores precios a los americanos. Por una parte, destacan el ahorro de 3 a 5 dólares por tonelada por la menor distancia a Estados Unidos desde Rotterdam (que centraliza la mayor parte de importaciones comunitarias) que desde Barcelona. Por otra, señalan que los importadores europeos pueden utilizar buques de bandera libre, lo que supone un ahorro de otros 4 o 5 dólares, frente a la obligación de España de emplear barcos de bandera española. También las tareas de descarga resultan más económicas en Rotterdam, por contar con instalaciones más modernas. Todo ello significa que los países comunitarios podrán pagar por los cereales americanos entre 1,5 y 2 pesetas más por kilo que España.

Cataluña, Aragón y Baleares, que representan el 47% de la producción ganadera española y se nutren de los puertos de Barcelona y Tarragona -los más alejaos e a costa americana-, se vislumbran como las zonas más afectadas. El nuevo marco de intercambios, en el que, por una parte, España tendrá que comprar los cereales a Europa, y, por otra, no puede exportar carne de cerdo a la CE y sufre limitaciones en la venta de pollo y huevos, define un sombrío panorama para la ganadería española.

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