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Tribuna
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El día 5, a las cinco

Mañana 5 de junio se cumplen 10 años del primer -y arriesgado- homenaje a García Lorca en Granada, origen, el más relevante, de una verdadera explosión de manifestaciones sucesivas de recuerdo a una de las mayores figuras literarias de nuestro siglo.A comienzos de 1976 no había indicio alguno de que la prolongada sombra de silencio sobre García Lorca, fuese a disiparse. Decidí entonces enviar una carta al periódico Ideal, de Granada, que la publicó el 15 de enero, y en donde sugería que la Universidad debería encabezar unos actos de homenaje al poeta, "en el contexto del recuerdo a tantos muertos inocentes de nuestra guerra civil, víctimas de la intransigencia de uno y otro signo

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Tras una inevitable serie de amenazas anónimas y otras molestias, se constituyó en febrero de 1976 una comisión de homenaje -a la que el rectorado no colaboró-, compuesta por- 33 periodis tas, artistas, profesores y otros intelectuales, de carácter estrictamente personal y de muy distintas orientaciones políticas. Y así con vocábamos público homenaje, "rompiendo el silencio forzado hasta hoy, para el mismo lugar e idéntica flecha en que Federico naciera hace 78 años: la plaza de Fuente Vaqueros, el próximo día 5 de junio, a las cinco en punto de la tarde". En las semanas siguientes se obtuvieron rápidamente miles de firmas de adhesión a aquel manifiesto de reconciliación, procedentes de ilustres persorialdiades, universidades, grupos literarios y artísticos, redacciones de periódicos y otros. La familia García Lorca expresó de inmediato su apoyo al proyecto.

Mientras tanto, las autoridades provinciales y locales se reunieron urgentemente, bajo la presidencia del inefable gobernandor civil de turno. Se discutió la manera de acometer alguna acción que detuviera o al menos desviara los efectos de un homaneje que, de hecho, evidentemente se convertía en una manifestación por la libertad y la democracia. Con escaso sentido de la prudencia y de laseriedad, el entonces alcalde opinó ante la Prensa -por citar un sólo ejemplo- que no había motivo alguno para conmemorar a un poetastro.

En abril encabecé un escrito dirigido al Gobierno Civil, en que pedíamos autorización para celebrar una manifestación pública el próximo 1 de mayo. La respuesta que se me dirigió por el gobernador es digna de una antología del humor político (negro). Entre otros muchos resultandos y considerandos, dice:

"Que en dicho escrito pretenden los manifestantes portar pancartas con los textos Amnistía, Libertades democráticas, Libertad a los presos políticos, Retorno de exiliados y Queremos puestos de trabajo... (y dado que ello) no debe menoscabar los legítimos derechos de los demás ciudadanos a disfrutar de un clima de paz social, que no debe resultar alterado... y valorando el sentido de la intención de los solicitantes, al ser inconveniente: por razón del momento de su expresión, precisamente el día 1 de mayo... (en que) pueden ejercerse acciones en menoscabo de las libertades ciudadanas... poniendo en evidencia la ofensiva general y subversiva, de neto cariz comunista, que para tal fecha se pretende... en sorprendente coincidencia con hojas clandestinas de las organizaciones ilegales ASA, MC, PCE, PSOE y PTE (lo cual), puede dar lugar a alteraciones del orden público y la paz ciudadana, además... de la vinculación de varios solicitantes a organizaciones ilegales y a la vista de la legislación vigente, HE ACORDADO no conceder la autorización solicitada".

A mediados de mayo, cuando la comisión tenía ya muy avanzada la preparación del homenaje, y comprometida -a través de las activas gestiones de varios de sus miembros- la participación de eminentes personalidades, se ingenia por las dignas autoridades locales la realización de un pseudohomenaje previo que vaciara de contenido el que pretendíamos efectuar. Así se hizo el 27 de mayo, descubriéndose una placa -apresuradamente confeccionada y de contenido ambiguo- en la fachada de la casa natal del poeta. Asistieron al acto unas 700 personas, incluidos alcaldes de la provincia traídos obligatoriamente, corporaciones de Fuente Vaqueros y provincial y demás elementos oficialistas. El ex ministro Julio Rodríguez leyó un poema que intentaba imitar el estilo lorquiano.

Mientras tanto, continuábamos sin saber si se autorizaría el homenaje, el verdadero homenaje. Por aquellos días vino a Granada Henry Kamm, antiguo amigo y redactor de The New York Times, a quien acompañé al lugar donde se supone sepultado al poeta; le presenté a varios miembros de la comisión y le pusimos en antecedentes de cómo estaban las cosas. Nos prometió todo su apoyo, como efectivamente hizo. Con este respaldo, a sabiendas deque si se nos negaba la autorización el tema alcanzaría repercusión internacional, hice llegar , a través de una amistad común, a Manuel Fraga, ministro de la Gobernación, la conveniencia de que ordenase la aprobación del acto, en evitación de trascendencias poco favorables a la imagen del Gobierno.

The New York Times se había comprometido a publicar en la víspera del homenaje una extensa crónica de Kamm, contando sus circunstancias y antecedentes. Así lo hizo, efectivamente, el 4 de junio, dedicándole toda su segunda página, en un gesto inusitado en un periódico de su importancia. Tampoco fue un gesto casual, porque con un peculiar olfato veía venir los cambios que en corto tiempo se iban a producir en el país.

El 3 de junio, el gobernador civil nos hizo llamar a Antonio Jiménez Blanco y a mí al palacio de la Gran Vía. Ignoro por qué personalizó en nosotros. Acababa de aprobarse el derecho de reunión. Con gesto desabrido nos comunicó que el ministro había autorizado el acto, pero que sólo se le permitiría una estricta duración de 30 minutos.

Por fin llegó la esperada fecha del 5 de junio. Tras un acto previo en el hospital Real, más de 10.000 personas llenaban por la tarde la amplia plaza de Fuente Vaqueros a los gritos de "¡Federico... Amnistía, libertad!". Todos mirábamos de reojo a las numerosas fuerzas del orden público que, equipadas con armas de fuego, vigilaban amenazadoramente desde todos los tejados de la plaza.

Bajo una gigantesca foto del poeta asesinado, a las cinco en punto, J. G. Ladrón de Guevara, en nombre de la comisión, iniciaba el acto con la frase que se hizo famosa: "Tras 40 años de silencio, nos conceden media hora...". Intervinieron, entre otros, Aurora Bautista, Nuria Espert, Blas de Otero, Lola Gaos, y por la familia, Manuel Fernández Montesinos. Finalmente, Juan A. Rivas leyó un comunicado de los grupos políticos y Coordinación Democrática.

Sólo han transcurrido 10 años desde aquellos acontecimientos, pero ya parecen muy lejanos en la historia. Tal vez ello se deba a que un imparable clima de tolerancia nos aleja hasta inconmensurable distancia del oscurantismo de aquel reciente pasado. Aquel homenaje, en fin, fue un paso más, efectivamente, hacia la reconciliación y convivencia fructífera de todos los españoles.

José Cazorla Pérez es catedrático de Derecho Político de la universidad de Granada.

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