El fallecimiento de Rock Hudson y su repercusión social provocan una mayor ayuda para investigar el SIDA
El actor Rock Hudson, que murió el pasado miércoles, a los 59 años, en su casa de Beverly Hilis (Los Angeles), a causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), fue incinerado ayer en esta ciudad. Según su deseo, no hubo funerales. Su fallecimiento, que ha causado honda impresión en el universo cinematográfico norteamericano, se produjo dos horas antes de que la Cámara de Representantes norteamericana aprobara una ayuda de 190 millones de dólares (unos 30.590 millones de pesetas) con destino a la investigación de la enfermedad, 70 millones más de los previstos por el presidente Ronald Reagan.
El presupuesto aprobado por la Cámara de Representantes es un 90% mayor que el empleado este año para combatir la enfermedad. Rock Hudson, que había aportado 250.000 dólares (más de 40 millones de pesetas) para crear una fundación que investigue las causas y el tratamiento del SIDA, dejó escrito que tras su muerte no deseaba ningún funeral, y que debían incinerar su cuerpo y no enviarle flores, sino dinero para incrementar los fondos de la fundación, según declaró su portavoz, Dale Olson.De acuerdo con su deseo, su cuerpo fue incinerado el miércoles, a mediodía, hora local, tres horas después de haber fallecido. Aunque no se han dado a conocer las causas precisas de su muerte, se estima que fue el cáncer de piel de Kaposi, que suele atacar a las víctimas del SIDA, además de problemas de hígado. Aunque hasta el 25 de julio no se supo que Hudson padecía el SIDA, el actor llevaba va un año con esa enfermedad.
Mientras dormía
La muerte de Rock Hudson ocurrió mientras dormía pacíficamente, según los que le acompañaron hasta el último momento. Pacíficos también fueron sus último días, que dedicó a ver en vídeo sus propias películas y preparando, con la escritora Sara Davidson, su autobiografía, que se titulará probablemente Rock Hudson: my own life (Rock Hudson: mi vida). Sara Davidson continuará con el empeño de escribir la biografía del actor, pese a haber pasado sólo unas horas con él. Estas tareas las combinó con las visitas de sus amigos íntimos, como Elizabeth Taylor, Nancy Walker, Robert Wagner y Jack Scalia.Según declaró el portavoz Dale Olson a la cadena de televisión norteamericana CBS, había estado hablando con Rock Hudson el lunes, y había encontrado al actor animado y con ganas de charlar. "Desde luego, nos sorprendió a todos el rápido desenlace de su enfermedad", comentó Olson. Aseguró también que hasta finales julio él no se había enterado de que Hudson padecía el SIDA. "Era una persona muy reservada, que se guardaba para sí sus cosas más íntimas, pero que al final vio con satisfacción cómo el revuelo que había causado su enfermedad estaba despertando una mayor conciencia en la opinión pública de este país sobre la verdadera dimensión del problema".
Hollywood, además, recordará al actor como un caballero, un buen profesional y, sobre todo, un buen amigo.
El padecimiento del SIDA le fue diagnosticado hace más de un año en Francia y se mantuvo en secreto hasta el pasado día 25 de julio, cuando Hudson regresó a Los Angeles desde París, donde había estado internado en el American Hospital y donde se le dio el alta "por ser demasiado tarde para hacerle candidato a seguir cualquier tratamiento experimental".
Fue el propio Rock Hudson quien, a su regreso a Los Ángeles y después de una corta estancia en el hospital de la universidad de California-Los Ángeles (UCLA), decidió hacer público su estado por si esto ayudaba a atraer atención y ayuda sobre esta enfermedad, que ataca fundamentalmente a homosexuales, drogadictos por vía intravenosa y hemofílicos.
La noticia de que el actor-símbolo del hombre de Hollywood de los años cincuenta-sesenta, tenía SIDA fue el detonante que hizo a la Prensa de todo el mundo informar masivamente sobre esta dramática y hasta hoy incurable enfermedad.
El propio Hudson poco o nada dijo sobre el tema; donó 250.000 dólares para la investigación y envió un mensaje a una fiesta de gala organizada por grandes personalidades de Hollywood, donde se recaudó un millón de dólares, para reunir fondos para la investigación.
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