_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Problemas descomunales y una sola solución

La gigantesca deuda del Tercer Mundo con los países desarrollados y los problemas vinculados con la producción de alimentos son los temas, fundamentales de que trata este artículo de Raúl Sendic, el jefe de los tupamaros uruguayos recientemente liberado. Herido de bala en la cara durante su captura, hace 13 años, no ha permitido que se le entrevistara, dado su aspecto y su dificultad para expresarse. Éste es el primer artículo que entrega a la Prensa extranjera.

No es que sean problemas nuevos, pero a esta altura, 1985, el mundo está tomando recién cabal conciencia de ellos. Además, esos problemas, que merecen el nombre de crisis, que expresa mejor su dimensión, aparecen apareados. Se da la paradoja de dos crisis enfrentadas e incomunicadas, pero que cada una contiene la solución para la otra. Por un lado tenemos la. crisis de superproducción agrícola en EE UU y el Mercado Común europeo, enfrentada a la crisis de subalimentación en el Tercer Mundo, que abarca a unos 800 millones de personas y que causa la muerte prematura de 50 millones por año.Por otro lado, la descomunal deuda externa del Tercer Mundo, de unos 600.000 millones de dólares, por la cual debe hacer una transferencia de capital a los países capitalistas desarrollados de más de 70.000 millones por año por intereses de esa deuda, sobre un servicio global de pago de la deuda de más de 120.000 millones de dólares. Esta crisis está apareada con la de la industria de los países desarrollados, que ha sufrido una reducción en su demanda por un monte equivalente y ha arrojado a la calle a más de 37 millones de desocupados en los últimos años.

Hambre y superproducción

Es un hecho que el hambre del Tercer Mundo no se conecta con la superproducción alimentacia de Europa y EE UU, de la que: sería la solución. Y que la crisis de superproducción de equipos de Europa no se enchufa con la necesidad de esos equipos que tiene el Tercer Mundo, aun siendo solución la una para la otra, porque el pago de servicios de la deuda externa de éste impide esa conexión Pero globalmente, todo esto sí está conectado: los casi 100.000 millones de dólares de subsidio que tienen que pagar Estados Unidos y el Mercado Común europeo para vender su producción agrícola (en 1984, 50.000 millones EE UU y 47.000 millones la CEE) son desquitados con creces por estos 120.000 millones que entran desde el Tercer Mundo por pago de ser vicios de la deuda. Y la insolvencia del Tercer Mundo para pagar la deuda está vinculada en parte a la baja general de los precios de las materias primas (17% en el último año) y en particular con la competencia ruinosa de los excedentes agrícolas subsidiados, que han abatido los precios de las exportaciones para los países productores de alimentos del Tercer Mundo.

Hoy, 1985, no hay más que dos clases de medidas frente a esta situación. Una es seguir la cuenta regresiva hacia la paralización total de la economía mundial y el genocidio por hambre. Ahí se inscriben planes como esos de EE UU de pagarles a sus agricultores para que dejen de plantar. Las otras son medidas de cirugía que apuntan a una redistribución del poder adquisitivo mundial.

Porque así de simple es la cosa: si los que tienen hambre tuvieran poder adquisitivo, podrían comprar los excedentes agrícolas y habría que pagarles a los agricultores para que produzcan más, no para que dejen de hacerlo. Si los países deudores no tuvieran que pagar a los bancos de la OCDE más de la mitad de lo que cobran por sus exportaciones, habría un aumento equivalente de demanda para la industria de la OCI)E y no habría 37 millones de desocupados en ésta.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Y aquí se empiezan a avizorar frentes de lucha todavía un poco desdibujados. Un trabajador industrial de Europa o Estados Unidos tiene que hacer causa común por el Tercer Mundo, en su pugna por escapar a la trampa de la deuda externa.

Redistribución

A un industrial de Europa o de Estados Unidos le convendría que triunfara este frente. Todo lo que va a los bancos de la OCDE se le resta a la industria de la OCDE. Las medidas que se dé esta simple redistribución del poder adquisitivo pueden parecer todavía hoy, 1985, escandalizadoras. Pero seguro que dentro de un año lo serán menos.

Estas medidas son: no pago de la deuda externa por el Tercer Mundo y una reorganización del comercio mundial que evite la rebaja arbitraria de los precios de sus exportaciones y el boicoteo de sus exportaciones a la OCDE.

La transformación de la ayuda actual de los países desarrollados a los más pobres del Tercer Mundo (que es algo así como el 0,37% del producto interior bruto de los primeros) en ayuda alimentaria, volcando en ellos sus excedentes agrícolas. Así alivia la presión depresiva sobre los precios de esta clase de exportaciones que sufren otros países cuando aquellos excedentes subsidiados ingresan en el mercado mundial.

¿Utopía? Veremos. El tiempo lo dirá.

fue ideólogo y fundador del Movimiento de Liberación Nacional uruguayo, Tupamaros.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_