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El Ejército chileno tomó Santiago para evitar la protesta

Los dos días de protesta nacional en Chile contra el régimen del general Augusto Pinochet culminaron el pasado miércoles con cuatro heridos y más de 300 detenidos, pero sin las tradicionales cifras de muertos características de las 10 protestas anteriores. El general Pinochet, que decretó el estado de sitio hace tres semanas y confinó a más de 500 opositores en este período, demostró que sigue siendo el hombre fuerte del país y puso en práctica una táctica que le dio pleno éxito: mandó ocupar la ciudad por el Ejército 24 horas antes de la protesta, para impedir cualquier manifestación pública.

Varios miles de soldados armados, movilizados en vehículos militares y apoyados por helicópteros, aplastaron con energía, y sobre todo con su presencia amenazante, toda manifestación de protesta en Santiago y en las principales ciudades del país. Al menos cuatro jóvenes entre 15 y 16 años resultaron heridos de bala o perdigones o alcanzados por bombas de gas lacrimógeno durante incidentes registrados en barrios pobres del sur y oeste de la capital chilena.En Pudahuel, en la zona oeste de Santiago, la policía detuvo a tres religiosos durante una manifestación y los acusó de estar incitando a la multitud. Los detenidos son el sacerdote chileno Mariano Puga, el cura misionero polaco Marian Mazur Kosiel y un religioso chileno cuya identidad no ha sido facilitada. Los dos extranjeros pueden ser ahora expulsados del país, acusados de intervenir en política interna, como le ocurrió al cura español Ignacio Gutiérrez, vicario de la Solidaridad chilena.

Otros 230 jóvenes fueron detenidos en la universidad de Santiago, durante manifestaciones celebradas al mediodía del miércoles que se extendieron por varias facultades de la capital chilena, donde también fueron detenidos otros pequeños grupos de opositores. Aislados incidentes y escaramuzas entre manifestantes y policías se registraron durante la tarde y la noche en barrios periféricos de la ciudad, pero no llegaron a la magnitud de otras jornadas de protesta. Cinco mineros se encuentran desde hace dos días en la Embajada de Holanda en Santiago en calidad de "invitados", según un portavoz del Gobierno chileno.

"La población optó por no protestar, atemorizada ante el exagerado despliegue militar", dijo el párroco de la población de La Victoria, Pierre Dubois, barrio que fue patrullado por tres tanquetas, jeeps militares provistos de grandes ametralladoras y un helicóptero que hacía vuelos rasantes con soldados apuntando desde su interior.

"La oposición ahora tiene que revisar sus tácticas y aprovechar el aislamiento político de Pinochet para conformar un gran frente con un solo objetivo: que se permita al pueblo elegir a sus gobernantes", dijo Ricardo Lagos, presidente de la Alianza Democrática, antes de iniciar una reunión de evaluación política de la jornada.

Durante la semana, importantes sectores de la derecha que habían apoyado al régimen militar se distanciaron de él y declararon su interés en buscar fórmulas de entendimiento con la oposición moderada. El ex senador Francisco Bulnes, quien hasta la semana pasada era consejero de Estado del régimen, renunció por discrepancias con el programa político del Gobierno, mientras que el líder de la Unión Nacional, partido cercano al Gobierno, reclamó el fin del estado de sitio y la convocatoria de elecciones parlamentarias lo antes posible.

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Sólo dos puntos impiden hasta ahora la conclusión de un gran acuerdo nacional contra Pinochet: la inclusión o marginación del partido comunista en el acuerdo y la petición de renuncia al propio presidente.

Simultáneamente comenzaron a aumentar las presiones norteamericanas por una pronta salida democrática en Chile, uno de los dos países latinoamericanos que aún se mantiene bajo una dictadura militar. El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, John Hughes, leyó el miércoles una fuerte declaración en la que pidió el pronto restablecimiento de las libertades democráticas en Chile, mientras que una misión de alto nivel del Departamento de Estado viajará el fin de semana a Santiago para aumentar la presión contra Pinochet. En privado, sin embargo, el embajador norteamericano, James Theberge, se ha mostrado desilusionado por la poca capacidad de presión que tienen los norteamericanos sobre el Gobierno de Pinochet y ha comentado que "es un hombre solo que no recibe los mensajes del exterior".

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