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Los automóviles de la CEE podrían funcionar con vino

Andrés Ortega

La CEE está estudiando una propuesta de la Comisión Europea para deshacerse de los excedentes de vino que amenazan con inundar la Comunidad: transformarlos en carburante para automóviles... a un precio 10 veces mayor que el de la gasolina normal, con el agravante, como pasa en Brasil -donde se ha intentado una operación similar- de que las calles huelan a vino o a licor de cereza, y que, llegado a una cuesta, el automóvil en cuestión no la pueda subir.

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La propuesta ha sido fomentada por los servicios agrícolas de la Comisión Europea sin consultar a los que se ocupan del medio ambiente. En 1982, cuando se revisó el "acervo vinícola" de la CEE, los países del norte de la CEE se quejaron de que el alcohol derivado de la destilación de excedentes de vino socavaba el mercado del alcohol industrial que ellos producían. La Comisión Europea se comprometió a encargarse de la mitad de este alcohol (el resto corría a cargo de los Estados miembros) sin ir en contra de estos intereses.Muy bien. Pero no sabe qué hacer con este alcohol, que se está convirtiendo en otro lago. Se calcula que de 20 millones de hectolitros de vino (éstos eran los excedentes entonces, pues este año, a la sombra de diversas subvenciones y garantías, habrá 32 millones de hectolitros de vino de baja calidad, que sobrarán) salen dos millones de litros de alcohol. La Comisión Europea disponía, pues, de un millón de hectolitros anuales. Así, ahora ha propuesto transformar este alcohol vinícola redestilándolo como carburante para automóviles, a un coste equivalente a 9.600 millones de pesetas anuales además de los 75.000 millones de pesetas que la CEE se gasta para apoyar y apuntalar el sector vitivinícola. Claro que si se transformara directamente el vino en carburante, sin destilaciones intermedias, el coste se vería reducido Pero la CEE no funciona así.

Este alcohol sería vendido a las compañías petroleras y mezclado con gasolina, en una proporción de 1 a 12, para producir un carburante el gasohol. El problema es que huele fuerte, reduce la potencia de los motores y, además, nadie lo ha consultado con los fabricantes de automóviles en Europa. Es más: no se ha encontrado aún la fórmula para quemar todo el alcohol de vino en el motor, con lo que los habitantes de las ciudades podrían quedar ebrios con el humo.

Y un litro de este carburante vendría a costar 10 veces más que la gasolina habitual. Claro que éste puede ser el futuro. Después de todo, también se hacen botones y bolígrafos con los derivados de la leche, pero no en suficiente cantidad para reducir el lago lácteo europeo.

Los ministros de Agricultura tratarán este lunes el problema del vino, dada la crisis ante una cosecha mayor que la que se preveía a principios de año. Francia insiste en reformar el sector vitivinícola en la CEE antes del ingreso de España y Portugal. España viene a producir unos cinco millones de hectolitros de excedentes de vino al año. Poca cosa comparado con los diez. Pero el problema del vino, ante la crisis, puede degenerar en un problema de orden público en la CEE, y especialmente en Francia e Italia. Incluso en la RFA, que ha decidido destilar en alcohol 1,5 millones de hectolitros de vino de calidad. Los ministros de Agricultura tratarán de imponer disciplinas más estrictas de producción, pero aún no figura en su agenda el tema del carburante. Ya llegará.

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