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Tribuna
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¿Que hacer?

No es preciso extremar la imaginación para admitir y comprender que, en estos momentos, la comunidad latinoamericana alberga sentimientos tan intensos como contradictorios. Por un lado, la nueva situación en varios países de América del Sur estimula esperanzas muy verosímiles de que a corto plazo llegue a su fin una de las etapas más lóbregas de la historia continental. La lenta afirmación del proceso democrático en Brasil; la vergonzante retirada de los militares, primero en Bolivia y ahora en Argentina, con la pertinente instalación de Gobiernos democráticamente electos, así como las impresionantes movilizaciones populares en Uruguay y Chile contra las respectivas dictaduras, permiten asegurar el inminente final de: una pesadilla atroz, donde la represión, los encarcelamientos, la tortura, las ominosas desapariciones y el crimen político constituyeron la realidad cotidiana durante un lapso que parecía interminable. Por otro lado, sin embargo, la situación en América Central y el Caribe, sobre todo después de la intervención norteamericana en la minúscula Granada, provoca una compleja sensación que incluye desde el asco hasta la impotencia. Con esa invasión y la que se anuncia, CONDECA mediante, a Nicaragua, a uno le parece estar viendo, por enésima vez, la misma película. Ésta podría llamarse El crimen fue en Granada, pero hemos asistido a muchas versiones anteriores. Quizá la primera fue la de 1847, cuando Estados Unidos le arrebató a México los Estados de Texas, Nuevo México y California. Una peripecia muy semejante, con otros actores, pero con el mismo unhappy end, la vimos escenificada en la zona del Canal, en la República Dominicana y varias veces en Nicaragua. Ahora mismo hay en Honduras más de 5.000 marines, pero aparentemente éste no sería un caso de estupro geopolítico, sino de desfloración consentida, no por el pueblo hondureño, claro, sino por su transigente Gobierno.Curiosamente, el guión de este thriller fue minuciosamente redactado en 1980, antes de la elección de Reagan, por el comité de Santa Fe (así llamado porque, para mayor sarcasmo, se reunió en una de las ciudades arrancadas a México en el siglo XIX). Este documento, secreto hasta que se filtró al exterior en 1981, fue elaborado para el entonces candidato republicano, y en él se trazaron las líneas generales de una política para América Latina. Entre sus integrantes figuraban nombres tan significativos como el ultraconservador Roger W. Fontaine; Jeanne Kirkpatrick, actual representante de Estados Unidos en las Naciones Unidas, así como Daniel Graham, codirector de la Coalición por la Paz a Través de la Fuerza; Cleto di Giovani Jr., ex alto funcionario de la CIA; el general John K. Singlaub, estrechamente. relacionado con los medios neonazis de Estados Unidos, así como varios miembros (Paul Werich, Terry Dolan, Richard Viguerie y Howard Philips, de la llamada Nueva Derecha).

La tesis general del informe es bien explícita: "La política exterior es el instrumento por el cual los pueblos aseguran su supervivencia en un mundo hostil. La guerra, y no la paz, es la norma que rige los asuntos intemacionales". En vista de que el Caribe .se está transformando en un lago marxista-leninista ( ... ), la hora de las decisiones no puede ser postergada". Al evocar la doctrina Monroe, se afirma en su primer principio fundamental ("ninguna ulterior colonización europea en el Nuevo Mundo"), pero omite desarrollar el segundo ("abstención de Estados Unidos en los asuntos políticos de Europa"), seguramente porque ya en 1981 se proyectaba la instalación de misiles Pershing en varios países de Europa Occidental y sólo una indeclinable vocación otánica podría admitir que semejante displiegue fuera precisamente una abstención.

El informe también proponía reactivar "nuestros tradicionales lazos militares con este hemisferio mediante la oferta de entrenamiento militar y asistencia a

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¿Qué hacer?

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las fuerzas armadas de las Américas, con particular énfasis en las jóvenes oficiales y en los de rango inferior".

A mayor abundamiento: "Viviendo en Estados Unidos y observando directamente nuestro funcionamiento político, los jefes militares de este hemisferio pueden, una vez más, ganar el respeto y la admiración de Estados Unidos".

El flexible azar

Debe reconocerse que el flexible azar (no vamos a comprometer a Dios en la aventura) ha favorecido varias de las sugerencias incluidas en el informe. Contrariando los Tratados Carter-Torrijos, el documento sugiere "poner bajo la protección de la Junta Interamericana de Defensa el canal de Panamá, a fin de asegurar que las naciones de este hemisferio tengan libre y regular acceso al Pacífico y al Atlántico", y dos líneas más arriba había mencionado: "La dictadura de extrema izquierda, brutalmente agresiva, de Omar Torrijos". Pues bien, Torrijos no está Más: murió en un extraño accidente de aviación pocos meses después de ser redactado el informe. (El entonces vicepresidente de la Internacional Socialista, José Francisco Peña, mencionó a ese respecto la palabra atentado, aunque aclarando que ello no era una acusación sino una hipótesis de trabajo.)

En relación con Ecuador, el informe dice que "la doctrina Roldós -nombre del presidente de Ecuador- debe ser condenada". Como es obvio, ya no hay doctri:na ni Roldós: el presidente murió en otro extraño accidente de aviación, que también dio lugar a varias hipótesis de trabajo. Otra catástrofe aérea, verdadera epidemia de esos meses, se llevó al general Hoyos, figura progresista de Perú.

Sobre Granada el informe censura que "el nuevo aeropuerto de Bishop está siendo construido por los cubanos. Este campo aéreo domina el profundo canal acuático que corre a lo largo de la isla de Granada, a través del cual pasa el 52% de todo el petróleo importados por Estados Unidos". Ahora se entienden mejor los móviles patrióticos de los marines, pero la verdad es que también ahí se acabó (por ahora) el problema: Bishop fue asesiando (hay al respecto alguna hipótesis de trabajo) y el aeropuerto construido por los cubanos ha resultado particularmente útil para los bombarderos y helicópteros estadounidenses.

Acerca de Cuba, el informe propone: "Los primeros pasos deben ser francamente punitivos", y luego: "Si la propaganda falla, debe ser lanzada una guerra de liberación contra Castro". Entre los pasos punitivos tal vez figuren los 24 obreros cubanos muertos por los marines en Granada, pero a la segunda propuesta aún no se animó el flexible azar, y ello es comprensible, ya que no es lo mismo un puñado de soldados granadinos, sin experiencia y con fusiles de segunda mano, que seis millones de cubanos adecuadamente armados.

Todo parece indicar a estas alturas que el próximo capítulo de esta nórdica saga se llama Nicaragua. Los pronósticos apuntan a diciembre como fecha de la probable invasión, virtualmente decidida en la última reunión del CONDECA.

Ahora bien, ¿qué hacer cuando se comprueba que la actual Administración norteamericana va llevando a cabo lo diseñado en el monstruoso guión de Santa Fe? ¿Qué hacer cuando la insensibilidad internacional se limita a reclamar en Nicaragua unas elecciones pluralistas (anunciadas por el Gobierno sandinista para 1985), que, en cambio, no reclama en Guatemala ni en Chile ni en Uruguay, ni en Haití ni en Paraguay? ¿Qué hacer cuando las propias izquierdas europeas parecen resignadas a que se cumpla el holocausto de Nicaragua sin levantar una clamorosa indignación? ¿Qué hacer para que los responsables de la paz y de la guerra, a nivel mundial, comprendan que quien decida la invasión de Nicaragu.a puede también decidir el aniquilamiento de la humanidad?

En Nicaragua, país de poetas, nació Rubén Darío, quien, en su célebre Oda a Roosevelt (o sea, Teodoro, el del garrote) profetizó: "Eres los Estados Unidos, / eres el futuro invasor / de la América ingenua que tiene sangre indígena, / que aún reza a Jesucristo y aún habla en español". Y también: "Crees que la vida es incendio, / que el progreso es erupción, / que en donde pones la bala / el porvenir pones. / No."

¿Qué hacer? ¿Qué hacer para que quienes tienen influencia y poder de decisión en este mundo (y también, ay, en el otro) nos ayuden a acompañar al poeta de Metapa en ese no profético y final? ¿Qué hacer para que Occidente no cargue para siempre con el estigma de haber callado en las vísperas del crimen? Sabemos cuál será la levantada actitud de los nicaragüenses: patria libre o morir. Pero en América Latina estarnos hartos de que la balanza de la justicia siempre tenga a la muerte en uno de sus platillos. El pueblo nicaragüense ya pagó un precio de 20.000 vidas para ganar una patria libre ¿Es justo que ahora pague otras 20.000 vidas para perderla? ¿Qué hacer para evitarle al mundo esa vergüenza?

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