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Los "marines" ocupan Granada

Los ejecutores de Maurice Bishop se lo pusieron en bandeja a la Administración Reagan

Granada es apenas el último ejemplo de cómo la ultraizquierda hace a menudo el trabajo sucio de la derecha. En su bárbaro intento por acelerar el paso hacia el socialismo, los ejecutores de Bishop han ofrecido en bandeja a Washington el pretexto que le faltó durante estos últimos cuatro años para ocupar la isla. La secuencia sangrienta del golpe de Estado demuestra que el radicalismo es frecuentemente el peor enemigo de las revoluciones, sobre todo cuando éstas crecen en los aledaños del imperio.El desembarco de marines en el aeropuerto de Saint George's, en una operación militar desproporcionada para el objetivo confesado de evacuar a menos de un millar de residentes norteamericanos, constituye un mensaje teledirigido a Managua, donde los nueve comandantes pueden sentirse tentados por una escapada hacia adelante ante el acoso permanente a que se ven sometidos.

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Los sucesos de Granada ponen de manifiesto que la Administración Reagan no vacilará en usar el gran garrote para erradicar en su hinterland cualquier experimento que pretenda escapar de su órbita. El jefe de la Casa Blanca recordó hace meses, en una sorprendente cita histórica, que incluso Hitler había reconocido que el Caribe era el Mare Nostrum de Estados Unidos.

Cuando se trata de justificar una expedición punitiva contra las veleidades izquierdistas de algún gobernante caribeño, Washington se aferra por lo demás al reparto Yalta con la misma desfachatez que emplea Moscú para justificar la entrada de sus tanques en Checoslovaquia, las amenazas a Polonia o la ocupación de Afganistán.

Sólo el elevado coste en vidas humanas que tendría para Estados Unidos una intervención directa en Cuba ha permitido al régimen de Castro mantenerse en el poder por espacio de 25 años. Por idéntica razón sobrevive aún la experiencia sandinista en Nicaragua. En el caso granadino, el movimiento radical encabezado por Austin y Coard entregó a Washington todo el mazo de cartas. No había ningún riesgo en la operación.

El canibalismo político demostrado por los nuevos amos de isla para resolver sus diferencias con Bishop les dejó expuestos a la intemperie internacional. El Pentágono era consciente de que ni aun los más firmes aliados del régimen granadino (Cuba y Nicaragua) Acudirían en ayuda de un Gobierno que conquistó el poder a través del asesinato.

Los gobernantes cubanos habían anunciado previamente su propósito de revisar las relaciones con Granada después de, manifestar que ninguna discrepancia política puede justificar los métodos utilizados por los golpistas. Otro tanto vino a decir Managua, que decretó tres días de luto nacional por la muerte de Bishop. Los estrategas de Washington tenían así las puertas abiertas de la isla con un riesgo casi nulo. El argumento de salvar a los 800 estudiantes norteamericanos matriculados en la facultad de Medicina de Sant George's, que por otra parte no se sabía que estuvieran en peligro, era apenas la excusa que faltaba. Lo curioso es que la inmensa mayoría de esos estudiantes se quedarán en la isla porque no tienen plazas en las universidades de Estados Unidos.

Una santa alianza

Para ocupar una isla que es poco más que Ibiza, con sólo 120.000 habitantes, los jefes del Pentágono han desplazado diez buques al mando de un portaviones y 1.900 marines, asistidos por un destructor de la Armada inglesa y varios centenares de soldados prestados por Jamaica, Antigua y Barbados. Toda una santa alianza que en el pasado criticó ferozmente a Bishop y que hoy se apoya en su asesinato para poner término a la experiencia revolucionaria de Granada.Maurice Bishop, líder indiscutido del partido gobernante Nueva Joya, accedió al poder en marzo de 1979 mediante un golpe incruento que derrocó a Eric Gairy, que con el apoyo en su policía particular pretendía erigirse en presidente vitalicio.

La puesta en práctica de un programa socialista moderado y el acercamiento a Cuba en el escenario internacional le granjearon inmediatamente la enemiga de Washington, que le declaró un boicoteo económico.

La construcción de un gran aeropuerto en la isla alimentó este enfrentamiento. El ex primer ministro justificó la inversión por necesidades turísticas. Washington vio en la pista una eventual base para los Mig soviéticos y cubanos, lo que originó fortísimas presiones sobre la Comunidad Económica Europea para que denegase un crédito solicitado por el Gobierno granadino.

En los últimos meses Bishop realizó numerosos intentos por aproximarse a Estados Unidos sin abandonar por ello su política de no alineamiento y sus relaciones preferentes con Cuba, que mantenía en esta isla a unos 600 hombres empleados en la construcción del aeropuerto y, a cerca de 200 médicos y maestros.

En la última revuelta sorprende que los funcionarios cubanos no estuvieran advertidos de la intentona golpista. Bishop había visitado La Habana justamente dos semanas antes del golpe. Diplomáticos cubanos han revelado que tenían conocimiento de las diferencias internas existentes en el partido Nueva Joya, pero que en ningún caso previeron el desarrollo de los acontecimientos.

Político realista, el fallecido primer ministro era consciente de que cualquier intento por acelerar el proceso revolucionario podía provocar una intervención de Washington.

Por eso trató de moderar los reclamos del ala más radical de su partido, que finalmente optaron por el golpe.

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