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Madrid, capital de la distensión

Las dos superpotencias dialogan en la capital española

Los jefes de las diplomacias de los dos países más poderosos del planeta, George Shultz (Estados Unidos) y Andrei Gromiko (Unión Soviética), se reúnen a las 14.00 horas de hoy en la Embajada norteamericana en Madrid. El encuentro estará dominado, a buen seguro, por el clima de deterioro de las relaciones entre las dos superpotencias provocado por el derribo por cazas soviéticos, el 31 de agosto pasado, de un Boeing 747 de las líneas aéreas surcoreanas, con 269 personas a bordo. Shultz ha declarado, incluso, que la reunión tratará, monográficamente, sobre esta cuestión y que exigirá de su colega soviético una explicación satisfactoria, junto a seguridades de que no vuelvan 2 producirse incidentes ssimilares. Tras el discurso de ayer de Gromiko (que se apoyó en el propio documento de la CSCE para recordar que las fronteras son inviolables), el, seguro que éste no estará dispuesto a dar ni las explicaciones ni las garantías que pretenderá su interlocutor. La energía de Shultz estará moderada por la actitud de su propio Gobierno (que ha conjugado los duros ataques verbales con unas, débiles sancioness concretas) y por la matizada respuesta de los aliados occidentales (que, con excepción de Canadá, se han distanciado un tanto de Washington, aun manteniendo una actitud de condena a la URSS). A pesar de las declaraciones de Shultz, los dos ministros de Asuntos Exteriores aprovecharán muy probablemente su entrevista para repasar el estado 8eneral de las relaciones entre sus dos países y, más concretamente, para analizar las posibilidades de romper el bloqueo en las negociaciones sobre desarme nuclear que se desarrollan en Ginebra en dos procesos diferentes: el relativo a la reducción de armamento stratégico (START), y el de los euromisiles, cuyo despliegue está previsto que comience a finales de este año si antes no se llega a un acuerdo. Si no hubiese estallado la crisis del jumbo, Shultz y Gromiko habrían hablado también, con toda probabilidad, del siempre lejano encuentro en la cumbre entre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el jefe del Estado soviético, Yuri Andropov, objeto de toda suerte de especulaciones durante los últimos meses. Ahora falta la atmósfera adecuada, pero no es descabellado pensar que el tema llegue, cuando menos a evocarse. En definitiva, los dos diplomáticos tienen un objetivo común, que no parecen dispuestos a sacrificar: mantener un clima de diálogo que mantenga vivo el espíritu de la distensión. Las palabras serán duras pero es de suponer que acabe imponiéndose el realismo.

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