Una literatura recuperada
La presentación sucesiva de la última obra de Xosé Luis Méndez Ferrín y de una primera traducción al gallego de La isla de los jacintos cortados, de Gonzalo Torrente Ballester, supone no sólo una especie de epílogo al pasado Día das Letras, sino, fundamentalmente, un tímido intento de proyección de la literatura gallega fuera de su ámbito de lectores habituales.Aunque existen numerosos precedentes de difusión de obras originalmente escritas en gallego en otros mercados literarios -buena parte de la producción de Álvaro Cunqueiro, Eduardo Blanco-Amor y, más recientemente, Carlos Casares o Alfredo Conde-, nunca hasta ahora'se había planteado una promoción global con critenos comerciales de la narrativa y la poesía de Galicia.
Durante los últimosaños ha sido habitual la presentación de las últimas novedades editoriales en Madrid, una vez cumplido el obligado trámite de Santiago. Las traducciones al castellano y otros idiomás, an teriormente reservadas, a los clásicos o a autores que se ha bían dado a conocer ya por su obra en español -como Blanco-Amor o Cunqueiro-, son obras relativamente frecuentes, incluso entre autores que inician su carrera literaria. Es, sin duda, el ejemplo del último premio Blanco-Amor, Víctor Freixanes, que verá traducida su novela El triángulo inscrito en la circunferencia, apenas un año después de que se agotase la primera edición gallega. Edicions Xerais, la empresa editora de mayor producción de Galicia, ha llegado a dedicar una colección específica -Extramuros- orientada a dar a conocer la versión castellana de las más importantes obras sobre etnografía, política, y literatura gallegas.
Uno de los próximos títulos de la colección, que por el momento se cierra con Las buenas maneras, de Blanco-Amor, será la primera traducción de una muestra de la narrativa de Méndez Ferrín, que acaba de presentar en Madrid su Amor de Artur, obra última en la que recupera el Mo de la alegoría fantástica iniciado con Percival hace ya más de 20 años.
Considerado por muchos -entre ellos, por el desaparecido Cunqueiro- como el más importante de los narradores gallegos vivos, Méndez Ferrín ha sufrido hasta ahora un peculiar exilio interior como literato. Su conocida militancia política en el independentismo radical parece haber contribuido a apartarle de los circuitos literarios comerciales y sugiere, en cualquier caso, una posible explicacíón al hecho de que nin-'guna de sus obras haya sido vertida aún a otra lengua.
La traducción de La isla..., insólita en tanto que invierte el proceso de trasvase de una lengua a otra, parece, por otra parte, un anticipo sobre la novela que Torrente ha prometido escribir en su idioma materno.
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