Una jornada con actos culturales y libros en la calle
El Día del Libro se celebró ayer en toda España con las calles convertidas en escaparates de las novedades editoriales, que el público podía adquirir con un diez por ciento de descuento. Como principales actividades culturales, el rey Juan Carlos entregó al poeta Luis Rosales el premio de literatura Miguel de Cervantes; por la tarde los Reyes recibieron en la Zarzuela a los escritores; Barcelona celebró las 12 horas del Libro y, en Madrid, la Sociedad Cervantina rindió homenaje al creador del Quijote en la plaza de España.En la Ciudad Condal, las 12 horas del Libro, organizadas conjuntamente por la asociación que reúne a los escritores en lengua catalana y el Ayuntamiento de Barcelona, convirtieron, con sus debates literarios y actuaciones musicales, la jornada de ayer en algo más que un gran mercado librero. Un escenario de dimensiones considerables situado en la plaza de Cataluña sirvió de plataforma para que la casi totalidad de escritores catalanes difundieran sus impresiones e ideas sobre el mundo del libro.
Unas mil personas, que iban renovándose pero no disminuyendo, siguieron los, actos. Se empezó a las 10.00 horas con la literatura infantil como tema y la intervención de Anna Vilar, Teresa Duran, Francesc Boada, Pilarín Bayés y Carme Solé. Siguió la literatura juvenil y escritores jóvenes, entrevistados de uno en uno ante el público presente y retransmitido en directo por el circuito catalán de TVE.
Todas las emisoras de la ciudad siguieron de cerca la jornada. Allí estaban Josep Albanell, con dos novedades y una reedición en el mercado; Margarida Aritzeta, quien afirmaba que su novela es, ante todo, divertida; Jaume Fuster, flamante finalista del Ramón Llull, fallado la noche anterior, felicitado por los colegas de escritura; Emili Teixidor; Quim Monzó, uno de los autores en lengua catalana de más venta ayer; el jovencísmo Antoni Pascual, que expresaba su satisfacción porque su novela va ya por la tercera edición; Josep Lluís Seguí, que comentaba con cierta irritación alguna crítica muy adversa a su última novela, Premio Prudenci Bertrana, y bastantes autores más.
Todos ellos satisfechos de que sus palabras fueran este año algo más que la escuetas dedicatorias en los ejemplares, pese a que éstas no faltaron, porque desde allí se iba a, o se venía de, los tenderetes que cubrían las Ramblas por completo, los aledaños de la Plaza de Cataluña, el paseo de Grácia y no pocos núcleos de barrios.
La actualidad literaria catalana, al margen de la fiesta propiamente dicha, estaba marcada por el reciente fallecimiento de Mercè Rodoreda y por la proyección de Bearn. La escritora fue objeto de un homenaje en el que intervinieron Araceli Bruc, María Campillo, Joaquim Cardona, Mercè Marçal y Maria Antònia Oliver. El interés del homenaje se reflejó en el silencio con que fue seguido. Silencio especialmente significativo en un día de bullicio en el que el sol no quiso estar ausente. La televisión filmó el homenaje, aunque no lo retransmitió en directo y también filmó un equipo de la televisión belga. A continuación fue la novela de Villalonga la que sirvió de pretexto para debatir las relaciones entre novela, cine y teatro.
La historieta, el arte, la novela negra, la filosofía y las novedades editoriales, fueron otros temas debatidos y comentados desde el escenario provisional, antes del anunciado fin de fiesta con Els Comediants. En las Ramblas las bolsas de plástico conteniendo letra impresa eran mucho más numerosas que las rosas. Manuel Vázquez Montalbán y John Le Carre destacaban en ventas, seguidos de temas de actualidad, como La guerra de la Malvinas, del Sunday Times. Bearn estaba agotada de antemano.
Babelia
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