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Reportaje:Chile, nueve años de dictadura / 2

El 'modelo' económico monetarista ha destruido prácticamente a la clase media chilena

En la mediatizada prensa chilena abundan estos días los chistes sobre la desastrosa situación económica y sobre el modelo monetarista y ultraliberal aplicado por la dictadura. Por ejemplo, un padre reprende a su hijo, poco estudioso, de este modo: "Como sigas así, no v . as a valer ni para economista". O un hombre comenta a otro: "Anoche tuve una pesadilla horrorosa. Tenían que operame de urgencia y el médico era Friedman".En la calle, el lenguaje es más directo. En pleno centro de Santiago, a unas manzanas del Palacio de la Moneda, puede leerse una elocuente pintada de sólo dos palabras: "Friedman, huevón".Milton Friedman, premio Nobel de Economía en 1976, y autor de la serie televisiva Libertad de elegir que emitió hace unos meses Televisión Española, no goza precisamente de popularidad en Chile. Sin duda es el chivo expiatorio sobre el que se cargan todas las culpas del tremendo fracaso sufrido por el modelo económico, inspirado por los Chícago Boys, que ha sido el libro de cabecera de los economistas del régimen de Pinochet desde el golpe de estado de 1973. Pero la oposición, e incluso los sectores que apoyaron inicialmente el golpe, echan ahora todas las culpas al monetarismo de la Escuela de Chicago.El cuadro económico chileno es, efectivamente, poco alentador. El crecimiento del Producto Nacional Bruto será este año de un 13% negativo; la deuda externa supera los 16.000 millones de dólares. El desempleo, según datos oficiales, se acerca al 25%, de la población activa, pero si se incluyen en él los traba adores acogidos al llamado plan de empleo mínimo (PEM) supera el 30%. Las empresas, con altísimo endeudamiento, quiebran a un ritmo de 500 por año. La inflación, inicialmente contenida por las medidas monetaristas, crece peligrosamente, rondando ya el 20%. Y el hambre está presente en los arrabales de Santiago de Chile, a sólo unos kilómetros del aparentemente próspero barrio norte.La revista APSI, cerrada recientemente por el régimen militar, resumía así, a finales de septiembre, la situación económica tras el rotundo fracaso del modelo ultraliberal experimentado en Chile por los seguidores de las teorías de Friedman: "Porque es un fracaso que la tasa de crecimiento de estos nueve años no llegue al 3% anual (la histórica en Chile es del 4,7%); que el desempleo haya sido entre dos y tres veces superior al del pasado; que los salarios reales sean hoy inferiores a los de hace diez años; y que -bajando a los bienes terrenales- tengamos hoy en Chile menos carne por habitante, menos leche, menos cereales, menos huevos que en 1972".

Divisiones sociales

Oscar Muñoz, economista de la Corporación de Investigaciones Económicas para América Latina (CIEPLAN), manifiesta que la política económica aplicada hasta ahora por el régimen "aumentó la desigualdad, generó desempleo, bajó los salarios y creó nuevamente divisiones económicas y sociales ya superadas en Chile".

Para Oscar Muñoz, el país atraviesa ahora la depresión económica más grave de este siglo. "La recesión mundial ha contribuido sólo en parte a esta crisis, que está provocada en gran medida por la política económica seguida por el Gobierno. Se ha desprotegido a la industria nacional; creado un endeudamiento exterior exagerado; el desempleo real supera el 30% Esta es la cifra más alta del mundo y algo desconocido en Chile".

El haber fijado la paridad del dólar en 39 pesos chilenos, durante la etapa del ministro económico Sergio de Castro, se considera generalmente en medios especializa dos como uno de los mayores errores de la política económica del régimen. "Fue una locura hacer eso cuando había en Chile una inflación del 40% y hacerlo, además, con un arancel del 10%, es decir prácticamente libre. Ese fue el error gravísimo de los monetaristas", afirma un economista.

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En diversas declaraciones a medios de comunicación extranjeros, Milton Friedman ha dicho que sus teorías no se han aplicado, ni mucho menos, al pie de la letra en Chile. "Yo no sé exactamente, dice Oscar Muñoz, pero está claro que la política económica seguida aquí ha sido un fracaso". Cuando se recuerdan unas palabras de Friedman respecto a que es imposble aplicar su teoría económica ultraliberal en un país donde no existen libertades políticas, los que montan en cólera son los adictos al régimen militar chileno.

"No entiendo esas declaraciones. Creo que hay que funcionar de manera pragmática y que cada economía debe' adaptar los modelos económicos de acuerdo a sus necesidades", opina Manuel Feliú, presidente de la Sociedad Nacional de Minería y presidente en funciones de la Confederación Nacio nal de la Producción. Para el señor Feliú, la crisis económica se debe a la recesión mundial y a la falta de praginatismo que impidió en Chile el "ajuste económico" necesario del modelo monetarista.

"Creo que aquí no se aplicó totalmente el modelo monetarista, porque, por ejemplo, no hubo libertad de precios y el tipo de cambio fijo respecto al dolar se mantuvo tres años. Por lo demás, Chile ha sido un ejemplo mundial de cómo debe controlarse la inflación. La economía chilena, pese a estas dificultades coyunturales, está sana, tiene el mercado del cobre, que siempre está abierto, que no necesita ya la búsqueda y apertura de nuevos mercados", asegura Manuel Feliú en su despacho de la Sociedad Nacional de Minería frente al Palacio de la Moneda.Los pobladores del campamento Raúl Silva Henriquez, al sur de Santiago, tienen una visión bien distinta de la realidad chilena de hoy. El salario, con horario parcial, del plan de empleo mínimo (PEM) -algo similar al "empleo comunitario" español- es de unos 2.000 pesos al mes, aproximadamente 4.000 pesetas. Con jornada completa el sueldo es de 4.000 pesos chilenos, alrededor de 8.000 pesetas al mes y, como mucho, llega al doble de esta cifra en el caso de trabajadores especializados.No piden demasiado los trabajadores -la mayoría en paro- dé esta villa-miseria de las afueras de Santiago. Con 8.000 pesos (16.000 pesetas) creen que puede comer unas familia con dos hijos y con el doble de esa suma, 32.000 pesetas, podrían pagar una casa y "vivir dignamente". Un obrero textil, que enseñó su nómina, gana 6.220 pesos (menos de 13.000 pesetas) al mes.

"Los precios suben todos los días -cuenta uno de los pobladores, pero en proporciones increibles: las patatas han subido de cinco pesos a veinticinco, es decir un 500%. La locomoción, más del 50%. No sabemos ya a qué sabe la carne, que comemos unas pocas veces al año. Tenemos que recurrir a las ollas comunes, en las que cada familia echa lo que tiene y luego va a recoger su ración de comida. Hay ollas de incluso 500 personas. Y eso no le gusta al régimen, ni a los carabineros, que vienen por aquí y nos tiran de una patada los calderos de comida, porque dicen que no hay necesidad, que no hay hambre, que se trata de una forma de protesta política...".

Todo a plazos

En la zona comercial del centro de Santiago, los escaparates ofrecen todo tipo de productos. Y todo puede comprarse, hasta una camisa, a plazos. Se trata de dar un pie (entrada) y luego unas módicas cuotas (plazos) con el interés correspondiente. "Decían que había desabastecimiento con la Unidad Popular y las señoras del barrio norte hacían "marchas de las cacerolas". Ahora, las tiendas están llenas, abarrotadas, ¿pero quién puede comprar sus artículos?. Ni siquiera la clase media", dice otro de los pobladores cuyo nombre se silencia por razones obvias.

En opinión de un dirigente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), la gran clase media que tenía Chile, base del sistema democrático, ha sido destruida por el modelo económico. "Hay una inmensa mayoría que no tiene nada y una élite que lo tiene todo", afirma. "Incluso los incondicionales de la dictadura han reconocido el fracaso de la política económica del régimen militar. El nivel salarial, según nuestros cálculos, está ahora un 30% por debajo de lo que ganábamos en 1973, está más bajo que en los años sesenta. Un trabajador del sector público gana una media de 10.000 pesos mensuales (20.000 pesetas aproximadamente), mientras que par de zapatos vale 2.000 pesos y un traje, de calidad media, 8.000."

"Es cierto que el paro está alrededor del 20%", dice Manuel Feliú. "Pero el Gobierno ha ideado un sistema de auxilio social por el que no hay familia en Chile que gane hoy día menos de 200 dólares (unas 23.000 pesetas). Existe, pues, una política gubernamental de asistencia al desempleado", asegura.

Una prueba evidente del descontento del propio régimen con la política económica seguida hasta ahora ha sido el cambio de ministros económicos, tres en un año, decretado por el general Pinochet. El titular actual de la cartera de Economía, que también ocupa la de Hacienda, es Rolf Lüders, quien presentó al país, a mediados de octubre, un plan de estabilización, y comenzó su discurso televisado con esta frase: "Nadie discute la gravedad de la recesión económica que afecta a nuestro país".

La "economía mixta", es decir, con intervención estatal, aparece ahora como la panacea que puede resolver todos los problemas de Chile. El discurso-programa de Lüders fue calificado de realista por observadores imparciales y un economista de la CEPAL, organismo económico de la ONU para América Latina, reconocía incluso que "esta vez, parece que Pinochet ha acertado con el biministro".

Emilio Filippi, director del semanario Hoy, uno de los más independientes y críticos del régimen militar, comentaba así el discurso de Rolf Lüders: "Muchos de los partidarios de la política de Chicago, para quienes la intervención del Estado es "puro socialismo", estiman que tal tesis es válida en la medida en que ellos tienen acceso a los recursos y están amparados por medidas de liberalización que les hacen ganar mucho dinero sin afrontar controles, fiscalizaciones o gabelas. En cambio, si la situación cambia, si es necesario pagar las deudas o los negocios no fueron todo lo brillantes que se pensaba, entonces se transforman en ardientes partidarios de un Estado protector, que debe acudir en ayuda de los grandes deudores, se hace cargo de los malos negocios y afronta las pérdidas de los particulares ineficientes, o de los imprevisores, o de los crédulos que pensaron que el milagro se había producido tal cual lo anunciaban los más exultantes portavoces".

En la plaza de Armas de Santiago, junto a la estatua ecuestre de Pedro de Valdivia, "el primer chileno", un exiliado español, con más de cuarenta años de residencia en Chile ironiza: "¿Milagro chileno. Sí, el que aún estemos vivos y podamos comer todos los días. Eso sí que es un milagro".

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