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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Canto a la libertad

Cuando Federico García Lorca escribió y luego estrenó (Margarita Xirgu, 1927) Mariana Pineda, España estaba una de sus numerosas etapas feas, humillantes, vergonzosas: la dictadura de Primo de Rivera. Mariana Pineda (1804-1831) fue ejecutada a garrote vil durante otra etapa oprobiosa de nuestra historia, la de Fernando VII, por participar en una conspiración liberal y prestar para ella la mano femenina que bordó las palabras Ley, Libertad, Igualdad en la bandera, revolucionaria.Federico Garcia Lorca sintió la llamada del personaje popular de su ciudad, Granada, en forma de exaltación del sentido de dos conceptos, amor y libertad, que le llevarían a él mismo a ser asesinado en una etapa más de la larga vergüenza española, en julio de 1936. Impresiona esta continuidad histórica, sobre todo en tiempos en los que las tramas de las que apenas asoma una punta de su frío y petrificado iceberg tratan de volver a lo mismo, y se vuelve a hablar de listas de ejecutados.

Mariana Pineda, de Federico García Lorca

Intérpretes, Compañía Retablo: Mercedes Barranco, Carmen Carrión, Marisa Lahoz, Manuela Camacho, Carmen de la Maza, Carlos Hipólito, Joan Llaneras, Angel González, Francisco Ferrer, Enrique Closas, Fernando Hernández, Manuel Torremocha, Mari Carmen Cagigal. Decorado y figurines, Jose Caballero. Dirección, José Díez. Estreno, Teatro Martín. Madrid. 8 de octubre.

No hay duda de que García Lorca utilizó el patético y valiente personaje de Marianita para enfrentarse, con sus medios, a la dictadura, y que con el mismo ánimo estrenó la obra Margarita Xirgu (teatro Fontalba, escenografía de Dalí); y que el público, que aclamó al autor al final de cada acto y has ta pidió su presencia en el escena río en medio de una escena, participaba de ese doble fondo. Tan desdichada es la historia reciente de España que lo que la obra tiene de defensa de las libertades no ha perdido todavía hoy su valor.

Un largo romance

Es un teatro sencillo y claro. Lorca lo calificó como "romance popular en tres estampas" y es en efecto un largo romance, que a veces recoge las tradiciones populares. Las situaciones dramáticas están tratadas con ligereza, incluso con alguna tendencia a lo melodramático. Se empezaba a buscar, por entonces, una posibilidad de llevar lo popular al escenario (lo intentaría después Alberti con el "romance de ciegos" de Fermín Galán, 1931). Pero la metáfora lorquiana, sus primeras introducciones de superrealismo en el lenguaje, daban a esta obra una categoría intelectual. Era una forma de teatro en verso que abría una innovación que no habían conseguido alcanzar autores como Marquina o Villaespesa (o López Alarcón, Ardavín, Goy de Sílva, Rey Soto: ni siquiera los hermanos Machado). La prueba es que Mariana Pineda aún se escucha a gusto, y los otros parecen definitivamente muertos.Y se escucha a gusto aunque casi haya que reconstruir mentalmente las cuartetas asonantes, los romances, las cadencias de cante o coplas, muchas de las cuales se pierden en esta representación por culpa, probablemente, de una dirección de actores arbitraria, que parte el verso por donde no debe, le roba su. música -y la musicalidad es uno de los valores de esta obra- y desfigura las frases, y que parece renunciar al infantilismo deliberado del romance escénico. Va mas allá de esta imposición Carmen de la Maza y también Manuel Torremocha, en el personaje del gobernador cruel: las escenas entre estos dos actores son las más teatrales del texto y también las más emotivas de interpretación.

Calidad estética

Lo más interesante de esta representación -naturalmente, con el texto- es la escenografía de José Caballero, tan penetrado en su juventud del lorquismo, tan excelente pintor en la actualidad. El artilugio para los cambios de decorado está bien inventado. Pero lo que sobresale es la calidad estética de sus blancos, la limpieza del espacio limitado a lo imprescindible pero bien elegido y bien colocado; y la gran calidad de sus figurines que iluminan el blanco del fondo.En la representación del sábado por la tarde, que se dio con más de medio teatro, el público de taquilla aplaudió con calor la obra y los intérpretes, especialmente a Carmen de la Maza.

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