La vuelta de los argentinos apresados remueve las responsabilidades por la derrota en las Malvinas

Los 593 oficiales argentinos que continúan prisioneros del Reino Unido como consecuencia de la guerra de las Malvinas llegarán hoy a Puerto Madryn. La devolución de estos mandos, junto con el cese de hostilidades, que Argentina reconoce que existen de hecho, pone fin, en lo que a las formalidades prácticas se refiere, a las secuelas de la contienda iniciada el 2 de abril pasado. El canciller argentino, Juan Aguirre Lanari, dijo el lunes por la noche que la Embajada suiza en Buenos Aires le había informado que los restantes prisioneros de guerra argentinos llegarán el miércoles a Puerto Madryn, según una decisión comunicada por Londres a la Cruz Roja Internacional.

Aguirre Lanari añadió que "la posición de Argentina no ha variado desde que la fijara el 18 de junio pasado en el Consejo de Seguridad de la ONU". La liberación de los prisioneros argentinos, sin embargo, se produce tras la respuesta dada por Argentina a la tercera de las tres notas que le hizo llegar el Gobierno británico. Comentando esta respuesta, el canciller Lanar¡ dijo que aunque Argentina no ha aceptado el cese de hostilidades, admite en su carta a Londres que éste existe de hecho.Lanari reiteró que para Argentina las hostilidades habrán cesado cuando el Reino Unido deje sin efecto el bloqueo naval y aéreo de las islas y las sanciones económicas impuestas durante la guerra, y recordó que Argentina seguirá sus gestiones en la ONU para lograr que el Reino Unido acepte negociar. Al mismo tiempo indicó que es muy probable que el presidente Reynaldo Bignone asista a la reunión de países no alineados que se inaugura en breve en Bagdad.

La llegada de los oficiales citados, en particular del ex comandante de operaciones en las Malvinas, general Mario Benjamín Menéndez, ha devuelto una cierta actualidad a la cuestión de las responsabilidades de la guerra, que se encuentran ya muy diluidas por otros temas nuevos. Algunos estiman que los citados oficiales prisioneros puedan venir con la convicción de que ellos no fueron responsables del fracaso militar y en ese caso exigir responsabilidades en el área política. También podrían traer la intención de pedir cuentas por los fallos habidos en la guerra, que, como suele ocurrir, son los de los otros, lo cual puede dar lugar de nuevo a inquietudes en el seno de las fuerzas armadas.

Precisamente éstas parecen a punto de llegar a un acuerdo para reconstituir la Junta Militar que integran los comandantes en jefe de los tres ejércitos, como órgano máximo de poder político en el país. Este acuerdo será concluido, según se cree, mediante la aceptación del nombramiento de un vicepresidente civil, como contrapartida a que el presidente de la nación no lo sea, como querían la Marina y la Aviación, y sin que sea necesario que renuncien los comandantes en jefe de estas dos últimas fuerzas, como lo hizo el del Ejército, general Galtieri, tras la derrota.

La unidad de los tres ejércitos argentinos, no obstante, no sólo forma parte del objetivo militar de reorganizarse solidariamente en estos momentos difíciles, sino que es deseada por la mayoría de las fuerzas políticas. Para éstas, sean cuales sean los anhelos populares y partidarios, no se puede prescindir de las fuerzas armadas, que están ahí con todo su poder y hacen que ninguna solución política sea posible o pueda tener validez y futuro si no es sancionada por ellas.