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La crisis polaca

La OTAN se abstiene de adoptar sanciones contra la Unión Soviética por su responsabilidad en los acontecimientos polacos

Soledad Gallego-Díaz

Los aliados europeos no adoptaron sanciones inmediatas contra la Unión Soviética como consecuencia de la crisis polaca. Sin embargo Estados Unidos ha conseguido arrancar a sus compañeros de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) medidas contra el régimen polaco y el compromiso de imponer sanciones a Moscú si la situación en Varsovia no varía pronto.

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La reunión extraordinaria de los ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza Atlántica -primera de su tipo que celebra la OTAN en toda su historia- se ha presentado unánimemente como un éxito y la prueba contundente de la cohesión interna de la OTAN. Sin embargo, en las pocas horas de debate (varios ministros llegaron con retraso a Bruselas, debido a la gran nevada que cayó ayer) se ha mostrado una profunda división, no en cuanto al análisis de la crisis polaca, pero sí en cuanto a cuáles son los mejores medios para hacerla frente.La presiones de Washington, que no ha abandonado en absoluto su deseo de que los aliados europeos reaccionen con dureza frente a la Unión Soviética, han sido, al parecer, difíciles de superar. EE UU parece haber elegido una política de pequeños pasos que lleve a los miembros de la OTAN, finalmente, a la posición de partida de la Administración Reagan.

En el comunicado final hecho público ayer -un prodigio de la diplomacia, en el que cada palabra tiene exactamente un valor diplomático y político-, los aliados europeos han aceptado dos peticiones estadounidenses: afirmar, sin vacilación, la responsabilidad de la URSS en los últimos acontecimientos polacos y anunciar que "cada uno de los aliados determinará, según su situación y su propia legislación, las posibilidades de acción apropiadas en los siguientes aspectos: imposición de nuevas restricciones al desplazamiento de diplomáticos soviéticos y polacos, reducción de actividades científicas y no renovación de acuerdos de intercambios".

Según las circunstancias

Más importante aún: los aliados afirman que las relaciones económicas con la URSS y con Polonia "no pueden dejar de verse afectadas" y que reexaminarán sus relaciones económicas y comerciales con Moscú. Siempre con la salvedad de que cada uno tendrá en cuenta sus propias circunstancias, los europeos se comprometen a estudiar medidas restrictivas para las importaciones procedentes de la URSS, acuerdos marítimos acuerdos aéreos y las condiciones de los créditos a la exportación.

Cierto es que la Administración Reagan no ha conseguido arrancar a sus aliados una fecha para la entrada en vigor de estas medidas ni la publicidad de la lista completa de sanciones previstas, pero Washington confía en actuar poco a poco y convencer a los europeos Bonn y París, las dos capitales más opuestas a este tipo de medidas, se han defendido con el argumento de que considerar como irreversible la situación polaca es un flaco favor para los propios polacos, y que sería más efectivo desde ese punto de vista, presiones más, sutiles sobre la Unión Soviética. Por el momento, todos, incluso la República Federal de Alemania y Francia, han aceptado dejar en suspenso todos los futuros créditos comerciales a conceder al régimen de Varsovia, salvo los relativos a la compra de alimentos. Tampoco se aceptará este año renegociar la deuda exterior de Polonia.

El comunicado final alude también a las conversaciones soviético-norteamericanas para la limitación de armas nucleares en Europa, iniciadas el pasado mes de noviembre en Ginebra, y que constituyen un elemento indispensable de distensión desde el punto de vista de los europeos. Se reafirma el deseo de continuarlas, pero se añade: "Si las acciones concernientes a Polonia y su falta de respeto a sus obligaciones internacionales llegan a perjudicar este proceso de control de armamentos, la URSS será la única responsable".

Pese a que, formalmente, los aliados se han comprometido a estudiar en el futuro (sin fecha precisa) determinadas sanciones contra Moscú, el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, se mostró plenamente satisfecho. Haig aludió en términos de gran dureza a la URSS, y se felicitó de que los aliados comiencen a actuar. "Todos estamos de acuerdo", añadió, "en que los acontecimientos polacos no permiten que las relaciones con la URSS se desarrollen como hasta ahora".

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