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La crisis polaca

Difícil posición de Bonn por negarse a adoptar una actitud dura ante Polonia

El Gobierno federal alemán se encuentra en una difícil posición entre las presiones para adoptar una postura de dureza ante los acontecimientos de Polonia y el convencimiento de que las sanciones economicas contra el régimen polaco no conducen a nada, empeoran las relaciones Este-Oeste y ponen en peligro los proyectos económicos en marcha.

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El canciller federal alemán, el socialdemócrata Helmut Schmidt, se manifestó de nuevo a favor de la necesidad de un encuentro entre el presidente. norteamericano, Ronald Reagan, y el líder soviético, Leónidas Breznev. Schmidt viajará mañana miércoles a París para entrevistarse con el presidente francés, François Mitterrand, y tratar de las diferencias sobre el tema polaco entre Francia y la RFA.El Gobierno federal alemán y el canciller Schmidt están sometidos al juego de la Prensa francesa y norteamericana, que acusan a la RFA de debilidad ante la Unión Soviética y llegan a evocar el recuerdo de Adolfo Hitler por la débil reacción de Bonn ante la crisis polaca.

Amplio frente de opinión

Schmidt está enfrentado dentro del país a un amplio frente de opinión, que abarca desde la Prensa derechista de Springer y la oposición democristiana, hasta los radicales de izquierda, que exigen una postura de dureza ante la liquidación de las libertades conseguidas por el sindicato independiente polaco Solidaridad.Al lado del Gobierno federal se sitúa la industria alemana federal, interesada en mantener el comercio con el Este; los sindicatos, que no quieren perder más puestos de trabajo, cuando las cifras de paro pasan ya de 1.700.000, y la banca alemana, que ve en peligro la recuperación de los créditos concedidos a Polonia.

A este frente de intereses se añade el convencimiento del Gobierno federal de que las sanciones contra Polonia no conducen a ningún resultado positivo, y todo ello tendría un efecto negativo sobre la política con el Este, con una repercusión inmediata sobre los ciudadanos de la República Democrática Alemana y Berlín Oeste.

En Bonn se acoge con preocupación la crítica desatada de la opinión pública francesa, donde ya desde la aparición del movimiento pacifista en la RFA se había de finlandización o neutralización alemana, y poco menos que se ve ya el Rin como línea defensiva frente a las tropas soviéticas.

Algunos comentaristas alemanes de derechas alimentan esta visión. Recientemente, el Frankfúrter Allgemeine llegó a destacar en un comentario la importancia, del ingreso de España en la Alianza Atlántica (OTAN) ante la posible caída de la RFA en la finlandización.

Schmidt trató en Estados Unidos, durante los días de vacaciones navideñas en Estados Unidos y en sus entrevistas en Washington, de borrar la imagen de una RFA que se desengancha de la OTAN y del carro occidental.

Verbalmente al menos, el canciller se sumó a la postura de Ronald Reagan de condenar a la Unión Soviética por el golpe militar en Polonia; pero el Gobierno de Bonn no parece dispuesto a sumarse a una política de sanciones económicas. Ahora Schmidt, con un viaje relámpago que inicia mañana a la capital francesa, quiere deshacer los malentendidos surgidos entre Bonn y París. El canciller tratará de explicar a Mitterrand la posición de Bonn.

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