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Tribuna:Ineficacia de las dictaduras frente a la crisis / 4
Tribuna
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En Argentina cambian los generales, pero no la política económica

Joaquín Estefanía

Apenas una semana antes de que el general Galtieri eligiese a su nuevo Gobierno casi nadie se arriesgaba en Buenos Aires a pronosticar el nombre de la persona que ocuparía el Ministerio de Economía ni tan siquiera qué tendencia seguiría su política económica. Incluso la coincidencia de la llegada del viejo Raúl Prebisch, antiguo secretario general de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), suscitó la duda de si habría sido llamado por Galtieri para convertirse en su asesor personal. Tal era el desconcierto existente. Finalmente, Galtieri escogería una persona y no una política continuista con la de los generales predecesores en la Presidencia de la República. Al mismo tiempo, ese desconcierto daba bazas para que los partidos políticos argentinos se agrupasen en una comisión multipartidista y presentasen su propuesta alternativa, política y también económica.

El Gobierno Graltieri juró el pasado 22 de diciembre. Diez días antes se barajaban todos los nombres para el cargo de ministro de Economía. En la quiniela figuraba Alemann, pero también Alsogaray, Dagnino, Pastore, Cayetano Licciardo, Kriegel Vasena, etcétera, y no se descartaban otros nombres tan contrapuestos, aunque a distancia de les primeros, como el de Aldo Ferrer, el del mismo Martínez de Hoz e incluso, de modo muy sensacionalista, el de Raúl Prebisch.Prebisch, de una tendencia ideológica radicalmente opuesta a la de los militares argentinos, residente en Chile, acudió a Buenos Aires a dar una conferencia, y cuál sería su sorpresa cuando al aterrizar en el aeropuerto se encontró a una nube de periodistas que le preguntaban si había sido llamado por los militares. La distancia ideológica entre Prebisch y Martínez de Hoz indica el grado de desconcierto por el que atraviesa la economía argentina, en la que todo es posible.

"Aquí no hay reglas del juego; no se sabe nunca cuáles son las pautas que van a conducir la economía dentro de 48 horas o de una semana", nos explicaba Aldo Ferrer. Y uno de los escasos empresarios argentinos que van a obtener beneficios este año ("razón de más para que no ponga usted mi nombre en su periódico"), confirmaba: "En Argentina las empresas tienen que ser muy elásticas para sobreponerse a cualquier tipo de política económica. Esto lo he aprendido tras ir de golpe militar en golpe militar, con políticas contrapuestas".

Un banquero español señalaba la importancia psicológica de que el nuevo conductor de la economía fuese bien acogido por los ciudadanos. Eso era una semana antes de que Alemann jurase su cargo. Dicho banquero fue una de las pocas personas que defendió con cierto ardor a Martínez de Hoz, "que fue muy coherente, muy coherente, aunque no pudo luchar contra el déficit fiscal y contra la inflación porque el coste social hubiera sido muy, grande". Quizá fue Alvaro Alsogaray el más lúcido a la hora de detectar lo que iba a ocurrir: "Las fuerzas armadas no me nombrarán ministro; mis ideas son demasiado liberales para esta ocasión. Tal vez la próxima vez.... Ahora elegirán. una línea intermedia dentro de la economía liberal, como la que representar, Dagnillo Pastoreo Roberto Alemann. Otro experimento del tipo de Martínez de Hoz".

Al tiempo que se desarrollaba la crisis ministerial, los partidos políticos argentinos (no los de la izquierda clásica o extrema) salían de las catacumbas y celebraban un acto de masas, al que asistieron más de 3.000 personas, y que los militares no tuvieron más remedio que tolerar. En él se presentó el documento de la comisión multipartidaria (compuesta por la Unión Cívica Radical, el justicialismo, el desarrollismo, la democracia cristiana y los intransigentes) creada el 28 de julio pasado, en el que se plantea una alternativa institucional a la crisis.

Los partidos se manifiestan

En el terreno económico, los partidos políticos abordan el objetivo primario de "restablecer el circuito de producción como único medio genuino para generar empleos e ingresos que dignifiquen la capacidad de trabajo del hombre argentino". Exigen la recomposición del poder de compra de los trabajadores mediante el urgente incremento salarial y piden que la relación entre el peso y las divisas extranjeras sea llevada a un punto que permita alcanzar el equilibrio en la cuenta corriente de la balanza de pagos. El restablecimiento de niveles adecuados en los tipos de cambio tendrá como objetivo lograr una fluida corriente exportadora". En cuanto a las importaciones, "se restringirán a aquellas que resulten indispensables, suprimiéndose toda adquisición postergable". Respecto a las inversiones extranjeras: "No se cierran las puertas del país a los inversores del exterior interesados en vincularse a nuestro desarrollo. Lo que no admitimos es el despojo de nuestro patrimonio mediante la especulación financiera ni la subordinación de nuestira autonomía frente a centros de decisión extranacionales".

La comisión multipartidista se plantea erradicar la inflación y afirma que "el sistema financiero debe estar al servicio de la producción, y no a la inversa. Rechazamos la filosofía de la reforma financiera de 1977 y afirmamos las responsabilidades del banco central en la conducción de la política monetaria". Por último, el documento afirma que Ias políticas propuestas permitirán desindexar las variables económicas y promover un régimen efectivo de saneamiento financiero que reconstituya la rentabilidad de las empresas privadas y su potencial de crecimiento".

Las últimas alusiones de los partidos políticos se refieren a la acusación de que en todo el proceso de desajuste de la economía ha habido unos beneficiarios muy precisos, que se localizan en parte del sistema financiero internacional y en entidades especuladoras nacionales y extranjeras.

Una enorme especulación

El economista Aldo Ferrer decía que "uno de los aspectos más significativos de la política monetarista fue dar una participaciónl muy grande al sistema financiero que se convirtió en el objetivo principal de la política económica independiente del comportamiento real de la economía. La eficacia del sector financiero se mide por la capacidad de promover desarrollo; lo que ha ocurrido en Argentina es que se ha convertido en generador de utilidades autónomas independiente del sector productivo, con crecimiento exagerado de algunas instituciones, cuando la economía atraviesa por la peor crisis de su historia".

El ex ministro de Economía continúa: "Ha habido una política muy explícita de toma de créditos en el exterior. Se pagaron tasas de interés espectaculares en dólares durante todo el período de atraso cambiario, con la famosa tablita de Martínez de Hoz, ganándose en algunos casos el 50%, y el 60% en casos de especulación fabulosa. El atraso cambiario generó importaciones innecesarias, lo que originó un fenomenal déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, que se pagó con créditos que generaron a su vez buenas comisiones a los que intermediaron los préstamos, que fueron los únicos beneficiarios reales del proceso monetario".

Según Ferrer, el Estado tuvo que intervenir diversas entidades financieras porque con el proceso especulativo se dieron altas tasas de interés domésticas, incrementándose enormemente los costes financieros de las empresas al mismo tiempo que caían las ventas y la apertura del mercado desplazaba con importaciones la producción nacional. "Ahora", siguió Ferrer, "hay empresas muy importantes que pagan más de intereses de su deuda que lo que venden".

El final ha sido que la situación de las empresas repercutió en algunos bancos, que se encontraron con que no podía recuperar sus créditos. A finales de 1979 el Gobiemo se empeñó en eliminar algunas de las entidades que crecieron al amparo de las mismas normas que el Gobierno había creado, lo que repercutió en una crisis de confianza, fuga de capitales y caída e intervención de algunos bancos. Algunos allegados a Martínez de Hoz sentenciaron entonces: "El sistema ha llevado a la hoguera a sus propias brujas y se ha purificado".

Un diplomático afinaba esta versión explicando que "Martínez de Hoz ha sido el representante de las multinacionales, que ganaron con él mucho dinero, ya que dio tantas facilidades para traer capi tales que no vinieron inversiones productivas, sino especulativas, inversiones golondrinas (capital volante), que venían, cambiaban, colocaban depósitos con rentas fabulosas, compraban dólares otra vez y se largaban del país. Esto se llama enajenar un país". Un empresario concretó más: "Usted traía cien dólares a principio de año, los hacía pesos, los prestaba a plazo fijo, y recogía a finales de año 143 dólares en 1979, y 145 dólares en 1980. Así Illegaron toda clase de capitales golondrina, primero con la limitación de un año y medio de plazo, pero más tarde sin limitación, a un mes, a quince días, etcétera".

División en la banca

Entre la banca hubo entidades netamente especuladoras y otras que no. Unas acabaron intervenidas por el Estado y sus directivos huidos; otras persisten. Un banquero, que se autocalifica de serio, explicó a este periódico que, "tras largas discusiones, al principio del proceso y teniendo en cuenta la tradición, hubo que aceptar el patrocinio del Estado en la garantía de depósitos. Este fue, en mi opinión, un gran error. Simultáneamente se dictaron normas para que la banca perdiera su statu quo: se concedieron autorizaciones a todo tipo de bancos, cualquiera podía ser banquero, y cuando abría su institución, además de conceder tipos de interés más altos, ponía el letrero de que los depósitos tenían la garantía del Estado. Así, los clientes llevaban sus depósitos a quien más les diera, es decir, a los nuevos bancos. Por otra parte, algunos banqueros iniciaron con el dinero ajeno un proceso de especulación (comprando y vendiendo inmuebles, por ejemplo a dos meses), que muchas veces no se concretó. Algunos de los bancos chicos, que dejaron de ser chicos con este doble juego, fueron los intervenidos por la Administración".

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