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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Nuestras enfermeras de Tánger

Si existe una modalidad de titulados de rango universitario que el Reino de Marruecos recibe con alegría e ilusión en la eficacia del desempeño de sus misiones es la correspondiente a las enfermeras procedentes de escuelas, sea cual sea el nivel académico de las mismas y su procedencia: se trata del ejercicio de una función que aquel país necesita y cuya incorporación de profesionales a la vida activa encuentra en este campo favorable acogida. Hasta este año, hasta este próximo mes de junio, venía funcionando, en el seno del Instituto Politécnico de Tánger, una escuela de ayudantes técnicos sanitarios (ATS). He entregado en alguna ocasión los títulos a quienes impecablemente vistiendo batas y tocas blancas subían al estrado, dominando casi en absoluto las jóvenes musulmanas. Habían recibido toda la enseñanza en lengua española -allí como en los países de la América del Sur nunca se dice castellano, sino español- y marchaban a sus futuros puestos de trabajo con una formación de enfermeras cuidadosamente impartida y tutelada desde la proyección universitaria de la facultad de Medicina de Granada y, además -el dato es decisivo-, con la lengua española como obligado complemento de su árabe nativo y de un francés aprendido simultáneamente. La enseñanza del árabe debe de acaparar la atención prioritaria de nuestros centros docentes del norte de Africa. Cada promoción que salía de la escuela de ATS de Tánger se convertía en avanzadilla cultural de lo español al derramarse hacia un Tetuán, Larache o Alhucemas con el español en peligrosa regresión y con un francés que va barriendo al español como oleada que sube desde la zona sur hacia la antigua zona norte de influencia española. Nuestras enfermeras de Tánger encontraban excelente acogida pese a que la nomenclatura. de ayudante técnico sanitario no era entendida suficientemente en Marruecos, bajo la influencia francesa, que había difundido el término de «enfermería», y procedencia francesa tiene el nuevo nombre dado en España a las escuelas universitarias en que se transforman las antiguas escuelas de ATS.En España, la legislación vigente ha transformado todas las escuelas de ATS en Escuelas Universitarias de Enfermería. Aparentemente podría haberse intentado transformar también la antigua escuela de Tánger manteniendo un centro docente en dicha ciudad a nivel de escuela universitaria, al igual que funcionan el propio Instituto Politécnico que la amparaba o los dos INB de Casablanca y Tetuán. Sus problemas de instalación y sostenimiento serían los actuales, que se encuentran atendidos, y la supervivencia del centro no comportaría nuevo gasto. Pero de producirse esta transformación, las exigencias de la nueva titulación que para entrar en la nueva escuela universitaria condicionan el funcionamiento de éstas, privaría al centro de todo ese alumnado femenino marroquí que mantenía viva la justificación de la propia escuela. Cierto que, en España, no funcionará a partir de ahora ninguna escuela de ATS, pero lo inteligente sería mantener las actividades de la misma y permanecer con un centro abierto por España en aquella zona que equilibre -muchas más iniciativas en este sentido debieran plasmarse en realidad- la creciente influencia francesa sobre el país vecino.

Pérdida de la lengua española

Cuando los franceses embarcaron hacia la metrópoli sus unidades militares, tanto en Marruecos como en Argelia, dando paso a las jóvenes independencias, no sólo no embarcaron también sus instituciones docentes y culturales, sino que las incrementaron como paso a una creciente influencia de lo francés a través de la lengua, que a la larga tendría, como lo tuvo, repercusiones de trascendencia política y económica. Nuestra retirada de Marruecos en puros términos de logística militar acaso fuese impecable, pero en el aspecto cultural y docente parece que existía el mismo interés en retirar las banderas y los perros-mascotas de las unidades legionarias que los instrumentos de difusión y permanencia de una lengua -la tercera del mundo- que se ha ido perdiendo y continúa perdiéndose como lengua viva en toda esa geografía cercana sin intuir que en el mantenimiento y expansión de esa lengua -expansión que justifican no sólo argumentos culturales, sino de relación con el mundo americano- está el porvenir de los futuros tratados comerciales y de los entendimielitos políticos. Realizar esta política cultural desde una universidad con la resonancia que el nombre de Granada tiene en el mundo islámico, no es lo mismo que realizarla a nivel de la Administración central. Todavía estamos a tiempo de salvar un último bastión de presencia docente y cultural en el norte de Africa. La clausura de la escuela de ATS de Tánger sería un símbolo más del abandonismo en aquella zona de la lengua española.

Pero no es sólo mantener abierta esta escuela y cultivar su alumnado. Se trata de utilizar la presencia de la Universidad de Granada que está potenciando sus estudios orientales, y a este responde la dotación de una cátedra de Arte Musulmán, que refuerza la presencia de dos, de Lengua y Literatura Arabes, y otra de Historia del Islam. A través de relaciones. entre centros, de convenios sectoriales, estudiantes de Marruecos debieran tener acceso a estudios en centros universitarios españoles -y el nombre de Granada adelanta un poder de convocatoria- mientras se abre la perspectiva de los centros marroquíes para la justa correspondencia con titulados que salen de la universidad granadina, cuya Escuela de Estudios Arabes habrá que replantear en su eficaz funcionamiento vitalizándola como tal centro cultural y de investigación. Pero dentro de todo este amplio despegue cultural debiéramos potenciar el Instituto Politécnico de Tánger y que las jóvenes y dinámicas enfermeras que este mes de junio van a recibir sus títulos profesionales no cierren una etapa, sino que sean eslabón de una política española que corrige ya viejos errores. Nunca debimos perder un periódico editado en español, nunca debemos renunciar a la presencia de una biblioteca española en Tánger. Acaso esta múltiple realidad del Politécnico: la biblioteca, el centro cultural, el hospital español y el colegio de EGB en Tánger, debieran estudiar su mejor conjunción en una política más unítaria. Pero para servir esos intereses nacionales, las jóvenes estudiantes de ATS debieran de continuar alegrando los aires de la tangerina plaza El Koweit y cruzándola con un libro de poemas de Juan Ramón Jiménez o de Neruda bajo el brazo. Luego resulta que también leen a Sartre. Pero que comenten en español la más reciente novedad mundial: porque por la mañana un médico español les ha explicado, acaso con una pronunciación de Huelva o de Guadix, la manera correcta de inyectar suero en la vena. Con esa misma pronunciación también cruzaron a América quienes dejaron bibliotecas intactas con cuya lectura se forjaron los ideales de la emancipación. Aquella fuerza del idioma que nos sigue viniendo de allá no sólo debe de ser estimulo para mantener viva nuestra lengua en el norte de Africa, sino para ¡mpulsar la necesidad que se tiene de la lengua española no sólo para adentrarse por múltiples literaturas que hoy viven una época de esplendor, sino para escribir una simple carta comercial a la ciudad de México, a Bogotá o a Valparaíso.

Antonio Gallego Morell es rector de la Universidad de Granada.

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