La nueva política económica argentina se basa en la modificación del esquema de cambios de la moneda
«Las grandes líneas de acción trazadas a partir del 24 de marzo de 1976», fecha de la toma del poder por los militares argentinos; «se mantienen en lo sustancial, y ambas etapas, la que concluye y la que comienza, se integran en el amplio marco de un mismo proceso», manifestó el nuevo ministro de Economía argentino Lorenzo Sigaut, ante la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El sucesor del todopoderoso ministro Martínez de la Hoz, que ha dejado la economía argentina (un país rico y casi autosuficiente en energía) en una situación extremadamente grave, explicó el martes en Madrid, a los pocos días de su toma de posesión, las nuevas líneas de la política económica de su país.Lorenzo Sigaut, un tecnócrata procedente de la Fiat, manifestó a EL PAIS que la nueva política económica del Gobierno argentino tiene un objetivo muy claro: modificar el esquema de cambios vigente hasta la semana pasada. «El citado esquema diferenciaba claramente dos sectores productivos en nuestra economía: el de los bienes susceptibles de transacciones internacionales y el de los bienes de consumo interno, beneficiando al segundo en perjuicio del primero. Mientras que el sector susceptible de transacciones internacionales, que engloba a la industria, actividades agropecuarias, pesqueras y mineras, ha estado sometido a una dura competencia externa e impedido de exportar (por un lado lado se procedió a una sustancial rebaja de aranceles, y por otro, el tipo de cambio estaba muy sobrevaluado), el sector de servicios y bienes privados y públicos de consumo interno se ha desenvuelto en condiciones mucho mejores. El cuadro de situación actual, que pensamos corregir con la nueva política económica, es la consecuencia directa de lo expuesto. De ahora en adelante vamos a impulsar las actividades productoras de bienes agropecuarios, pesqueros, mineros e industriales en Argentina».
Martínez de la Hoz, su antecesor y declarado feligrés de la denominada escuela de Chicago, aplicó el liberalismo a fondo como receta mágica para resolver todos los problemas de la economía argentina. Y así, para reducir la inflación, Martínez de la Hoz determinó la apertura al exterior y el desarme arancelario como mecanismo para rebajar los precios por vía de la competencia internacional. Los resultados obtenidos han sido descritos por Lorenzo Sigaut, pese a sus afirmaciones contemporizadoras, de «continuar las grandes líneas de acción trazadas a partir del 24 de marzo de 1976».
Martínez de la Hoz, pese a la práctica congelación de salarios, ausencia de huelgas y la escasísima dependencia energética exterior, fue incapaz de reducir el sector público como se proponía, hasta el punto de haber crecido hasta situarse en el 35% del PIB, pese a haber disminuido las inversiones públicas productivas. «La inflación real», según declaró recientemente a EL PAIS Alvaro Alsogaray, ex ministro de Economía y simpatizante de la política económica de los militares, «estuvo retenida por una paridad con el dólar que no podía sostenerse. De ahí que el ahorro privado emigrase hacia las divisas extranjeras y el que los bancos tuvieran que aumentar constantemente los intereses hasta alcanzar la increíble cota del 400%. El resultado fue obvio: las empresas nacionales no podían soportar las cargas financieras y tuvieron que hacer frente a unos artículos importados que se beneficiaban de un dólar a muy bajo precio».
Un programa de ajuste
El paso inicial de la nueva política económica diseñada por Lorenzo Sigaut ha sido un ajuste de la paridad cambiaria a niveles reales (devaluación del peso en un 30% con respecto al dólar), «como incentivo a la producción agropecuaria e industrial y para desalentar movimientos especulativos de capitales».El nuevo ministro argentino reconoció ante la asamblea del BID que «el año pasado y en lo que va del corriente el gasto público, la dimensión del déficit fiscal y la expansion monetaria no resultaron compatibles con la política cambiaria, utilizada con el objetivo principal de frenar los efectos de la inflación».
El programa de ajuste de Sigaut, según su propia exposición, se basa en los siguientes apoyos: integración de la economía argentina en el concierto mundial; mantenimiento del principio de libertad en todos los mercados comerciales, cambiarios y financieros; restricción del gasto público y del déficit del Estado; reforma del Estado desde el principio de subsidiariedad con transferencia de actividades al sector privado. Los objetivos del programa tratan de rectificar las tendencias negativas de la balanza de pagos y propiciar la entrada de capitales a largo plazo.
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