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Un minúsculo crustáceo puede paliar los problemas de alimentación en el mundo

La reciente decisión de las autoridades soviéticas de paralizar sus capturas de ballenas (véase EL PAIS de ayer) confiere un mayor relieve a la expedición científica que acaba de salir rumbo a la Antártida, con el fin de investigar el krill, crustáceo del que se alimentan de forma casi exclusiva precisamente las ballenas.La expedición científica considera que el pequeño animal marino, parecido al camarón representa un potencial nutritivo de enorme valor, que podría ser perfectamente utilizado por el hombre.

Las diversas experiencias comenzarán a finales del presente mes de enero, coincidiendo con el final del verano austral, y tendrán lugar en el mar de Scotia, por considerarse que es la zona donde puede haber mayor concentración de krill. En la operación participan trece buques de Argentina, Chile, Polonia, Estados Unidos, Unión Soviética, Japón, Alemania Occidental, Francia y Suráfrica.

La expedición pretende determinar las características ecológicas y biológicas del krill, establecer cuántas especies marinas dependen de este crustáceo para su sustento, y estudiar la influencia de las aguas antárticas en su concentración y sus desplazamientos.

El crustáceo alcanza un peso de sólo un gramo, pero su concentración en inmensos bancos llegó a crear cierta confusión con bancos de arena, incluso en navegantes experimentados, tal era su densidad, que alcanza las 30.000 unidades por metro cúbico de agua, adquiriendo el mar una consistencia de puré. La enorme reserva de krill existente en la zona austral podría remediar a corto plazo algunos de los problemas de la alimentación mundial.

Más de doscientos millones para investigación de cultivos marinos

Un ambicioso programa de investigación de cultivos marinos y evaluación de recursos pesqueros será puesto en marcha en el archipiélago canario tras la firma de un convenio de colaboración entre el Instituto Español de Oceanografía, la Junta de Canarias y el Cabildo Insular.El programa destina 54.730.000 pesetas en el primer año, de un presupuesto total de 204.750.000 pesetas, para un período de tres años. La contribución del Instituto Oceanográfico se centrará en la aportación del personal científico y auxiliar para realizar un plan que dirige la propia Junta canaria.

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