La compleja y tortuosa situación financiera de Dalí
La figura clave es Enrique. Sabater, secretario del pintor y multimillonario
Anteanoche fue dado a conocer, por vez primera en la larga enfermedad de Dalí, un texto suscrito por dos médicos, el urólogo Antonio Puigvert y el psiquiatra Vidal Teixidor. De forma sorprendente, el escrito no hace referencia a ninguna enfermedad concreta, ni tan siquiera al hecho de si la dolencia de Dalí es psíquica o somática. No desvela, pues, el interrogante clínico principal, consistente en saber oficialmente cuál es la enfermedad y el pronóstico de la misma. El comunicado habla tan sólo de reacción favorable al tratamiento y mejoría ostensible. Anuncia que no habrá, por el momento, nuevo parte médico, con lo que el misterio subsistirá.El hecho socialmente más grave es la casi certeza de que jamás España podrá contar con obras significativas de Dalí, contrariamente a los deseos expresados por la Generalidad de Cataluña. La presunta existencia de una «colección Gala» ha mantenido durante meses un estado de cosas que en el mejor y el más generoso de los casos puede ser calificado de «daliniano». La potenciación pública de la presunta existencia de una gran colección propiedad de Gala había ido pareja al proceso democrático y al inevitable recordatorio del franquismo de Dalí.
El temor de que la colección fuese a parar al extranjero frenó toda crítica en la que hubiese podido figurar la ausencia de obra de Dalí en España. La aparición de problemas de orden personal -de los que la enfermedad podría ser no sólo causa, sino también efecto- volvió a poner de relieve el hecho de que determinadas críticas públicas podrían alejar de este país un bien cultural. Ello frenó los análisis críticos.
Lo cierto es que Dalí no sólo está enfermo -aquejado, cuando menos, de una arterioesclerosis que arrastra desde hace unos diez años-, sino que también atraviesa por delicados problemas económicos. No se trata de una ruina, pero sí de una situación preocupante. En particular por cuanto que, unida a la avaricia del pintor, puede afectarle en el orden psicosomático.
En esta situación objetiva se sitúa en lugar prepotente a su secretario, Enrique Sabater, sin duda mucho más rico que Dalí. Circunstancia tanto más insólita, por cuanto Sabater entró al servicio de Dalí hace sólo cinco años y sin un céntimo.
Inexistente "colección Gala"
La inexistencia de la presunta «Colección Gala» fue el objeto de amplias informaciones obtenidas por este diario en diversos países. Dicha colección, que no aparece por ningún lado, se había llegado a valorar en más de 2.000 millones de dólares, según una información publicada por el diario La Vanguardia, el pasado 20 de julio. Nunca se indicó dónde estaba ubicada. Sólo se afirmó que estaba «en el extranjero». Resulta que no aparece reseñada en las dos grandes exposiciones -las mayores jamás celebradas-, de la obra de Dalí, que tuvieron efecto el pasado año en el centro Georges Pompidou, de París, y en la Tate Gallery, de Londres.
De las obras expuestas en Londres, unas cincuenta están identificadas en el catálogo únicamente con la mención «colección privada», mientras que de las restantes se indicaban sus propietarios, que en casi su totalidad -excepto tres obras- eran personas individuales o museos extranjeros. De las cincuenta no explícitamente identificadas, un experto suizo, de renombre mundial, del Musée de l'Athénée, de Ginebra, consultado por este diario, identificó los propietarios de cerca de cuarenta. Quedan, pues, sólo unas diez obras cuyo propietario no se conoce. Además, en la lista de personas que cedieron obras a la Tate Gallery y al Georges Pompidou no aparecen Salvador Dalí ni Gala, pese a que patro cinaron la exposición.
Las más diversas fuentes consultadas desmintieron las informa ciones procedentes del secretario de Dalí, en el sentido de que Gala, simplemente, no posee un número significativo de cuadros de su es poso, como tampoco los posee el propio Dalí. Entre los muy pocos cuadros que poseyó Gala se en cuentran seis que ésta vendió hace tan sólo unas semanas por un total de 450.000 dólares (cerca de 32 millones; de pesetas).
Tanto Gala como Dalí no poseen fortuna personal impor tante. indicaron fuentes muy próximas a ambos, las cuales evalúan su fortuna en unos pocos millones de pesetas. Sus respecti vos testamentos nombran herede ro al otro cónyuge, con la particu laridad de que Gala tiene una hija, de apellido de casada Valette, resi dente en Francia, fruto de su ma trimonio con Paul Eluard.
Sabater, una fortuna superior a la de Dalí
Un gran error de enfoque con relación a Dalí ha sido el recordar lo sucedido con Picasso. Como es sabido, Picasso legó una obra inmensa, como también dejó numerosos hijos. De forma mecánica y errónea, se prejuzgó que, al no tener hijos Dalí y estar peleado con su hermana, dejaría un legado inmenso. Lo cierto es que, en el orden de mera técnica artística, las diferencias entre Picasso y Dalí son inmensas. Picasso era capaz de pintar cuadros por docenas en un solo mes. Dalí, en cambio, en los cuatro o cinco meses que solía pasar cada año en Port-Lligat -de mayo a septiembre normalmente- apenas si realizaba un solo gran cuadro. así como algunas pocas obras menores. De ahí que Dalí jamás haya poseído cuadros propios en número comparable a Picasso.
Pero la circunstancia más singular es el papel jugado por su secretario, Enrique Sabater. Este domina totalmente la situación en relación al matrimonio Dalí. En sólo cinco años de ser secretario de Dalí, Sabater pasó de ser alguien sin ningún patrimonio personal a poseer una fortuna muy superior a la de Dalí. La fortuna de Sabater puede hoy perfectamente superar los mil millones de pesetas.
Esta fortuna se complementa, curiosamente, con la avaricia de Dalí, quien negó un sueldo a labater, pero le permitió tejer a su alrededor -y con un grado de conocimiento discutible por parte de Dalí- un complejo mundo mercantil. Destaca un negocio de estatuas de oro macizo, una sociedad anónima radicada en Curaçao, en las Antillas Holandesas, propiedad de Enrique Sabater Bonay y su esposa, Concepción Guisset Alemany, así como otra sociedad anónima radicada en Palafrugeli, de la que Dalí en persona fue accionista fundador -junto con los esposos Sabater, los tres iniciales accionistas-, y que ahora poseen únicamente Sabater y su esposa. En el mismo marco se circunscribe la delicada situación Fiscal de Dalí y su esposa con relación al Internal Revenue Service, es decir, el organismo recaudador de Estados Unidos. Tema complicado con la residencia, legal pero no real, de Dalí y Sabater en el Principado de Mónaco, hecho que les sitúa al margen del sistema impositor español y ahora también fuera del norteamericano.
Control y organización mercantil
La política de Sabater fue la de controlar y organizar todas las posibilidades mercantiles de Dalí.
Ello fue paralelo al alejamiento de Dalí de antiguos amigos, circunstancia esta última que motivó agrios comentarios públicos cuando, al caer enfermo Dalí, sus viejos amigos no pudieron visitarle. El primer gran negocio en el que participó Sabater fue la realización por Dalí de estatuas de oro puro, en un momento en que la posesión de este metal era en España privilegio exclusivo del Estado. En primer lugar fueron compradas enormes cantidades de oro y poco después este metal subió de precio. De hecho, las estatuas y las pequeñas figuras de Dalí podían ser para el comprador y para el vendedor unos medios para poseer oro u otro tipo de bien escaso que no sufriese la erosión inflacionaria del dinero.
El paso siguiente fue la constitución, el 31 de mayo de 1976, de la sociedad mercantil Dasa Ediciones, SA. En la documentación registral no figura el significado de la palabra «Dasa», pero, al ser constituida por sólo tres socios -Salvador Dalí, Sabater y la esposa de este último-, es imaginable que el nombre esté formado por la primera sílaba de los apellidos de Sabater y Dalí. Con la suscripción del capital en tres partes iguales, son nombrados administradores generales de la sociedad los esposos Sabater. En julio de 1979, Sabater y su esposa aparecen registralmente como socios únicos, desapareciendo, pues, Dalí.
En esa fecha ya figura la actual residencia legal de Sabater en Mónaco, lo que le sitúa al margen del control fiscal personal establecido en España.
Paralelamente, Enrique Sabater constituyó -quizá con participación de Dalí- una sociedad en Curagao, en las Antillas holandesas, isla que es zona de libre comercio -y un auténtico paraíso fiscal- desde 1956. En su constitución participó un letrado de Nueva York, Michael Ward Stout, que trabajó como abogado de Dalí y Sabater. La sociedad recibe el nombre de Dalart Naamloze Venootschap, es decir, Sociedad Anónima Dalart, y ahora es propiedad única de los esposos Sabater, salvo transacciones recientes de las que no ha aparecido constancia. El objeto de esta sociedad sería, entre otros, la venta de joyas y otros objetos diseñados por Dalí, pero también interviene en diversas mediaciones. Algo adqui-
rido de Dalí -por ejemplo, un derecho de reproducción- podría producir un beneficio infinitamente mayor, ajeno a un control fiscal severo, como sería el caso en Estados Unidos o en la España democrática. Al parecer, otra sociedad mercantil de características parecidas existiría en Canadá, pero -al revés de lo sucedido con Dalart- no se ha obtenido evidencia documental.
La asunción de todos los poderes de hecho por Sabater también fue paralela al cese por Dalí de su contable norteamericano, Harry Bach, que había trabajado honestamente para el pintor durante muchos años. Este era quien se había ocupado siempre de su declaración de impuestos, que Dalí debía efectuar en Estados Unidos por ser residente allí, desde hacía unos quince años. El cese de Bach llamó la atención de los correspondientes servicios norteamericanos. Paralelamente, el servicio fiscal norteamericano -el Internal Revenue Service- investigó a un joven amigo de Gala, cuyo nivel de vida presuponía unos fuertes ingresos, que se desconocían. Las fuentes directas que informaron del tema indicaron que el joven en cuestión había tenido unos gastos -casa, coches, etcétera- que podían presuponer unos ingresos de decenas de millones de pesetas.
El joven, según las fuentes, manifestó al funcionario investigador que había recibido regalos en metálico de Gala. Este hecho, unido al cese de Harry Bach, motivó una nueva investigación fiscal sobre Gala y, por extensión, Dalí. Las fuentes añaden que la solución propugnada por Sabater fue el trasladar la residencia de Dalí a Montecarlo. Todo este problema Fiscal habría afectado terriblemente a Dalí. La residencia legal del pintor sería ahora Mónaco, pero su situación con relación a Estados Unidos no sería clara, mientras que parece evidente que el cambio fiscal traído a España por la democracia no incita a residir en España. El único amigo bien relacionado en Mónaco con que contaría Dalí sería Ricardo Sicre, un hombre de negocios que prosperó bajo el franquismo, entre cuyas principales figuras contaba con excelentes amistades.
El primero en descubrir Mónaco como un buen lugar de residencia legal fue Sabater. Ello le sitúa, una Vez más, en un lugar de excepción en tan delicado tema. De ahí que, siendo inicialmente un mero secretario -conoció a Dalí como corresponsal ocasional del diario del Movimiento Los Sitios, de Gerona-, que debía ser remunerado con el 10% de los cuadros de Dalí que vendiese, Sabater sea ahora el hombre con auténtico poder con relación a Salvador Dalí y Helena Diaconof -Gala-, que inicialmente fue su gran valedora. Es también, legalmente y de hecho, el hombre por quien había y hay que pasar para todo negocio relacionado con Dalí.
Como dato curioso, diversas fuentes indicaron que Dalí jamás ha estado en las dos fantásticas mansiones -una a un par de kilómetros de la otra, lo cual es insólito- en las que vive actualmente Sabater, pese a que ambas se encuentran a unos sesenta kilómetros de la casa de Dalí. Las fuentes aseguran que Dalí estaría muy sorprendido de conocer el auténtico tren de vida de Sabater, propietario de un rancho en México, de fincas en San Clemente de Peralta, de diversos coches de lujo (matriculados en Mónaco), de una piscina climatizada, de caballo pura sangre, de un vivero personal de langostas, de un yate. En resumen, con unos medios muy superiores a los que jamás pudo pretender Salvador Dalí.
Un museo sin catálogo
Capítulo absolutamente aparte merece el Teatro-Museo Dalí, de Figueras. Dalí siempre ha puntualizado que no es un museo, sino un teatro-museo. De hecho, es más teatro que museo. Un teatro en el que se representaría una farsa. En su interior, las obras de Dalí que pueden tener un mínimo interés se cuentan con los dedos de una mano. Lo demás es puro happening. Desde perdices disecadas hasta reproducíones de Venus de Milo, que son mitad ventilador, pasando por una inmensa fotografía del rey Juan Carlos, en uniforme de teniente de navío. Pero lo increíble del teatro-museo es que carece de catálogo. En consecuencia, nadie puede saber qué es lo que tiene delante. Tampoco hay indicaciones en la mayoría de las «cosas» allí ubicadas. El desconcierto, cuando no cosas peores, es total. Por ejemplo un viejo Cadillac, que fue propiedad de Dalí y ocupa un gran patio interior, soporta una apreciable estatua. Cualquiera podría suponer que tiene algo que ver con la actividad artística de Dalí, como sería corresponder a un diseño suyo; pero, en cambio, se trata de una escultura del artista,vienés Ernest Fuks. Tampoco hay constancia de la propiedad real de las obras allí depositadas. Un abogado ampurdanés, bien situado con relación al municipio de Figueras, propietario del edificio, manifestó a este diario que había intentado averiguar la situación legal de las obras allí ubicadas -en su mayoría obra gráfica y litografías, pero también algún cuadro-, y no había podido sacar nada en limpio. «El ayuntamiento», afirmó la fuente, «estaba preocupado por el hecho de que Dalí muriese antes que Gala y ésta cogiera lo poco bueno allí depositado y se fuera al extranjero. Hubo una donación entre los cónyuges, el uno al otro, pero se hizo constar entonces que aquellas obras estaban en el teatro-museo sólo como depósito. Nadie osa hablar de ello y el patronato pasa meses y meses sin reunirse. Todo está muy confuso.
Lo que en cambio está claro es que Sabater y su esposa -socios únicos de Dasa Ediciones, SA- poseen un negocio relacionado, por lo menos físicamente, con el teatro-museo. Se trata de una pretendida librería surrealista, por el momento prácticamente sin libros (pero sí con caras joyas, hecho insólito en una librería), que es literalmente contigua al museo.
El teatro-museo fue construido, tras una visita de Dalí al dictador Francisco Franco, nada menos que por el Ministerio de la Vivienda. Al parecer, Bellas Artes no quiso saber nada con tan anunciado proyecto. Fue inaugurado en septiembre de 1974. Constituye una atracción turística de muy primer orden. Su patronato afirma que es el museo más visitado de España después del Museo del Prado, pese a que toda comparación entre el contenido de ambos es pura insolencia. Los turistas profieren, como pudo comprobar este diario, todo tipo de exclamaciones, entre las que predominan las de rechazo. Pero lo visitan, lo cual constituye un factor de potenciación comercial de la ciudad. De ahí los problemas que comportó la retirada del nombre de Dalí y su esposa a una calle de Figueras, por el primer ayuntamiento democrático de la ciudad. Ello generó una sucesión de cambios en la alcaldía que ha durado hasta ahora.
En los últimos tiempos circularon obras falsas de Dalí. Unas veinticinco, que presuntamente tienen este carácter de falsas, están actualmente depositadas en el Juzgado de Instrucción de Figueras, después de que una persona, una señóra, fuese detenida y más tarde puesta en libertad hace escasas semanas. El tema está sujeto a investigación judicial. Mucho más lejos en Lima (Perú), acaba de ser detenido esta misma semana un presunto vendedor de cuadros falsificados de Dalí.
Comercialización de la figura de Dalí
En un orden diferente, mayor envergadura tiene la totalmente legal utilización por Enrique Sabater de las posibilidades de comercialización masiva de la figura y obra de Dali. Tal es el caso de una obra de tirada limitada y precio muy alto, titulada Obras de museo, editada por Dasa Ediciones, SA, es decir, la sociedad de Sabater y su esposa. El libro es presentado como «un original inédito escrito por Josep Pla». Pero una persona directamente relacionada con el escritor ampurdanés manifestó que éste estaba muy molesto por el libro, en el que se reproducían extensamente textos de Pla publicados con anterioridad.
Otro negocio muy real es la venta de litografías. En la Prensa británica aparecieron anuncios con ocasión de la exposición de Dalí en la Tate Gallery, ofreciendo litografías de Dalí, editadas con motivo de la inauguración del teatro-museo de Figueras al precio de 98 libras cada una (unas 17.000 pesetas). Estaban firmadas en lápiz, con lo que se anunciaba que era la firma del pintor, que en todo caso parecía una firma abreviada. También en el mercado americano existe otra sociedad denominada Gala Publications, que con sede en Hollywood edita otro tipo de litografías. Esta sociedad tiene una representación en Los Angeles, en el mismo Estado norteamericano.
La principal colección de obras de Dalí está en Estados Unidos, concretamente en la capital del Estado de Ohio, en Cleveland. Es propiedad de un fabricante local de moldes para productos plásticos, llamado Reynold Morse. El museo estaba situado nada menos que en la parte superior de las ofi cinas de su empresa, radicada en un polígono industrial. Su trascendencia cultural, a nivel local, sería poca.
Ahora Reynold Morse tendría problemas por los muchos im puestos que debería pagar. Además, es un conservador puro y duro, y no le satisface que su ciu dad sea regida por un político de raza negra. Desearía donar sus cuadros a una universidad norteamericana, con el fin de crear un centro de estudios sobre Dalí. Pero Morse sabe, como cualquier coleccionista documentado, que Dalí vendía todo lo que pintaba. Sabe también que algunas de las aficiones de Gala son caras yque los gastos han sido muchos. Lo que queda, si es algo, es muy poco. Lo más previsible es que ese poco sea vendido discreta y rápidamente. Los sueños de una milagrosa colección Gala, que como un don divino caería sobre Cataluña son simplemente sueños. La realidad es una comercialización de los as pectos más banal.es de Dalí, una venta masiva de todo, unos gastos fuera de toda lógica y la triste exis tencia de un anciano de 76 años, enfermo, alejado de casi todos, en una casa en Port Lligat, que siempre fue un modelo de incomodidades. Una prueba del alejamiento real y cierto, así como definitivo, de la obra de Dalí de Cataluña, viene dado por la gran exposición sobre cultura catalana, celebrada en el palacio Velázquez, de Madrid. Resulta que estaban presentes obras de diversos artistas catalanes, pero, en cambio, pese a desearlo todos los organizadores, no fue posible conseguir una sola obra de Dalí. En cuanto al anuncio efectuado an teayer de una muy hipotética ex posición de obras de Dalí, a celebrar en fecha imprecisa, las posibilidades reales de la misma son utópicas por el momento, como se desprende de la propia nota del Ministerio de Cultura.
Babelia
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