Apertura del I Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española
Ni el director de la Real Academia Española de la Lengua, Dámaso Alonso, ni tampoco los ministros de Cultura de España y Venezuela, asistieron el pasado domingo a la inauguración del I Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española, en un acto que tuvo lugar en la Casa de Colón de Las Palmas. En la presidencia se encontraban el gobernador civil, el presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, el director del Centro Iberoamericano de Cooperación y el presidente del congreso, el escritor Juan Carlos Onetti. Figuraba, asimismo, el académico Antonio Tovar, que dio lectura al texto de la conferencia de Dámaso Alonso, Vigencia y extensión de la lengua española, por ausencia de éste.
El primero en tomar la palabra fue Fernando Giménez, presidente del organismo que ha hecho posible este congreso, quien dijo entre otras cosas que «esta bienvenida que les doy no puede ser personal, sino representando a los cientos de canarios que lucharon como ustedes por la expresión de pensamiento y por la libertad: los Cairasco, Viera y Clavijo, Pérez Galdós, Guimerá y tantos otros. Representando a aquellos hombres que nos precedieron o a los que han sido contemporáneos nuestros: a los representantes de este hogar y patria nuestros: patria y hogar engendradores de hombres de una raza tal que fueron capaces de desgajarse para formar numerosas naciones sin dejar por eso de quererla». Señaló más adelante que todos los pueblos hispanos están en un plano de igualdad y estamos en un momento en que se puede destacar la presencia del pensamiento y la literatura hispanas en el mundo. Seguidamente, el doctor García Bañón, director del Centro Iberoamericano de Cooperación, tomó la palabra para dar la bienvenida a todos los congresistas y subrayar la solidaridad entre los organizadores. «Se trata», manifestó, «de ampliar la cultura, de aumentar la cooperación de los pueblos de uno y otro lado del Atlántico, de incrementar las relaciones entre España e Hispanoamérica. El Centro Iberoamericano ve en este congreso un estímulo frente al hecho, necesario hoy, de colocarse a la altura del desafío intelectual y de los problemas básicos del hombre de hoy.»Finalmente, Antonio Tovar dio lectura al texto enviado por Dámaso Alonso, que disculpó su ausencia por motivo de una enfermedad. El presidente de la Real Academia comenzó en su texto exaltando el valor de la lengua en comparación con las demás artes, afirmando que frente a la limitación del medio que éstas ofrecen, la lengua puede conseguir algo superior a ninguna otra: definir el concepto. «El don divino de la palabra exige un deber: su conservación y defensa.»
Dice más adelante que en relación a la defensa de nuestra lengua, existe un escollo importante: el de ser un instrumento de veinte países y el habla de casi 250 millones de habitantes. Es decir, una lengua que, por tanto, tiene el peligro de su fragmentación; así pues, todos los que la usan están obligados a que entre nuestros veinte países se conserve la unidad del español. No una unidad total, pero sí una unidad básica.
Tras referirse a la importación de la afectividad en la lingüística, Dámaso Alonso se refirió a uno de los más importantes problemas léxicos en relación a las voces no afectivas, campo donde sí se puede conseguir una casi perfecta unidad del léxico español. Se trata del campo de la técnica, donde el español se viene cargando de galicismos o anglicismos innecesarios.
Dámaso Alonso, tras insistir en la necesidad de la «vivificación de las academias», afirmó que el «destino de nuestra lengua es el de ser vínculo de hermandad, de paz y de cultura entre los cientos de millones de seres que la han de hablar en el siglo XXI».
Tras la lectura de Tovar intervino Juan Marichal «representando a los españoles de un pequeño grupo, el grupo de los que estuvieron en América».
Babelia
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