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Muchos intereses creados en la desaparición del comercio de Estado

La ganadería española no aguantará una liberalización precipitada de las importaciones de carne de vacuno, según opinión recogida en medios agrícolas, donde se detecta una clara disconformidad con la reglamentación del Ministerio de Comercio sobre importación de carne fresca y refrigerada anunciada recientemente por el Gobierno dentro de su paquete de medidas económicas. Esta reglamentación es el primer paso para llegar a la desaparición del comercio de Estado, que el titular de Comercio, Juan Antonio García Diez, anunció hace meses sería efectiva este año.

La medida de privatización de carne fresca de vacuno, que no ha aparecido aún en el BOE, se encuentra «parada» en el FORPPA, según fuentes competentes consultadas por Efe. El FORPPA, por su parte, argumenta que no lo tiene congelado, es que no está de acuerdo con ella y quiere estudiarla previamente con el Ministerio de Comercio, previa consulta a las partes interesadas. Según las mismas fuentes, el FORPPA ha enviado al Ministerio de Comercio tres reglamentos diferentes sobre carne refrigerada y éste no les ha hecho ni caso; ahora no se entiende que Comercio presente una reglamentación en la que no se ha tenido en cuenta la opinión de los agricultores, que son los afectados. Además, según medios agrarios, esta reglamentación es mala y, en caso de ser aprobada, podría acabar en cuatro o cinco años con la ganadería española.Según Comercio, este decreto establece un sistema igual al vigente en la Comunidad Económica Europea, con la ventaja para España de que se pueden poner tasas compensatorias a las importaciones de carne congelada. Técnicos del campo, por el contrario, mantienen que la medida sólo beneficiaría a los intermediarios de siempre, quienes no dejan al consumidor aprovecharse de las nuevas bajas que supondrían las importaciones; con esa liberalización -por ejemplo-, podría entrar en España carne procedente de Francia a cien pesetas/kilo, precio muy por debajo de los españoles. Ello se debe a que la producción francesa está subvencionada por el Fondo de Ayuda Comunitaria al Campo (FEOGA) y que paralelamente Francia tiene un sistema de subvenciones confidenciales de la Administración para financiar excedentes. Ante estos precios tan bajos, el ganadero español iría hacia un retraimiento, cuando lo que en realidad se necesita es una reestructuración de todo el sector para que los precios llegaran a ser más competitivos.

Parece claro, pues, que la desaparición del comercio de Estado no sólo podría originar la tan traída y llevada polémica entre los Ministerios de Comercio y Agricultura, sino también una «guerra» en los canales de comercialización y un perjuicio para las gentes del campo.

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