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Cálido recibimiento en Moscú a los espías canjeados por disidentes

Con ramos de flores fueron recibidos en la noche del sábado al domingo, en el aeropuerto moscovita de Seremetievo, los dos soviéticos acusados de espionaje en Estados Unidos que fueron canjeados por otros cinco soviéticos que cumplían condenas en campos de la URSS. El trato inicial a los dos funcionarios que habían estado trabajando en la ONU para la Unión Soviética no ha podido ser mejor, ya que no tuvieron que someterse a los engorrosos trámites aduaneros. En un autobús amarillo, desde la escalerilla del avión, después de entregarles las flores, fueron conducidos a la sala de autoridades, donde les ofrecieron las primeras palabras de bienvenida.La historia de esta puesta en libertad se inició hace quince días, cuando cinco soviéticos de origen judío fueron trasladados a Viena. Pertenecían al grupo de los veintiséis condenados en el juicio de Leningrado de 1970 por haber intentado secuestrar un avión.

En la noche del viernes al sábado otras cinco personas abandonaban la Unión Soviética a bordo de un avión de Aeroflot, rumbo a Estados Unidos. Entre ellos, Alexander Ginsburg y, el historiador Valentín Moroz,junto a Eduard Kusnezovy Mark Dymschiz, acusados estos últimos de ser los instigadores del intento del secuestro del avión de Leningrado, el primero como jefe del grupo y el segundo como piloto, que debía conducir el aparato. Ambos habían sido condenados a muerte, si bien se -les conmutó por la pena de quince años. El que hacía el número cinco, Georgi Vins, de origen alemán, cuyos abuelos emigraron a Canadá y el padre vino a vivir a la URSS, a raíz del triunfo de la revolución soviética, con la intención de «misionar» en este país, ya que se trataba de un convencido baptista, religión que siguió su hijo Georgi, a quien se le acusó en-Uerania de realizar actividades antisoviéticas.

Ginsburg, Kusnezov y Dymschiz, permanecieron en el campo siberiano de Sosnowka, en Moldavia, y los tres fueron trasladados a Moscú, sin darles ninguna explicación, y, una vez en el aeropuerto, Ginsburg se oponía a ser enviado a Estados Unidos. En la noche del viernes al sábado, su esposa, Irina, se enteró, a través de la emisora La Voz de América, de la puesta en libertad de su marido y se lo comunicó a su suegra, Ludmila, de 72 años, y ambas sufrieron en shock nervioso, cuyo último resultado ha sido la hospitalización de la madre de Ginsburg, quien en la noche del sábado al domingo perdió el conocimiento y se temió por su vida.

Ginsburg pasa por ser el íntimo colaborador de Alexander Soljenitsin y era administrador de los fondos que el premio Nobel de Literatura envía en socorro de otros disidentes. Precisamente Ginsburg fue acusado en su último proceso de «malversación y tenencia ¡lícita de moneda extranjera».

En cuanto a Kusnezov, recientemente se había creado un comité para su liberación, al que pertenecía el pintor español. Joan Miró.

En medios oficiosos franceses se ha expresado el disgusto y la poca oportunidad de realizar este intercambio precisamente durante la estancia del presidente Giscard d'Estaing en Moscú, ya que los medios de información extranjeros dejaron en un segundo lugar dicha visita para realzar el suceso más humano del año.

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La enfermedad del disidente, el fisico Andrei Sajarov, no parece de cuidado, por cuanto ayer, lunes, mantuvo una rueda de prensa con los corresponsales occidentales, a quienes dio cuenta de que días antes de la llegada del presidente francés a Moscú había entregado una carta en la embajada gala en la que solicitaba que tomase la defensa de los tártaros de Crimea. Esta carta la había hecho llegar asimismo al jefe del Estado soviético. Los tártaros, que fueron deportados al Asia central por orden de Stalin, acusados de «colaboracionistas con el Ejército alemán», desean regresar a Crimea.

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