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Convocatoria de elecciones legislativas y municipales

Tarradellas cedió ante la unidad de los parlamentarios catalanes

En la tarde de ayer fue aprobado por la Asamblea de Parlamentarios de Cataluña el anteproyecto de Estatuto de Autonomía. La presentación en el Congreso de los Diputados se efectuó a las 20.23 de la tarde, una hora después que lo hicieran los parlamentarios vascos. Con esta aprobación se pone punto final a dos días de confusiones y rectificaciones de todo orden, debidas a fuertes discrepancias entre la mayoría de partidos parlamentarios y el presidente de la Generalidad.Para entender los hechos que se desarrollaron ayer en Barcelona, cabe establecer una estricta distinción entre la liturgia -que Unamuno vinculaba acertadamente a la forma de obrar de los catalanes- y la realidad política. En el terreno litúrgico -o aparente- no pasó nada de difícil explicación. A las cinco y media, reunidos en la antigua sede del Parlamento autonómico catalán -convertido por el franquismo en museo de arte moderno-, los parlamentarios catalanes aprobaron rápidamente el anteproyecto en sesión presidida por Tarradellas. Hubo 58 votos a favor, ninguno.en contra y la tradicional abstención del senador Xirinacs.

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Se registraron cuatro ausencias. Dos justificadas -el diputado socialista Luis Fuertes, enfermo, y Josep Cendrá, del partido de Pujol, ausente de España- y otras dos muy significativas: eran las de dos diputados por Lérida, Manuel de Sarraga, de UCD, y Joaquín Arana, de Esquerra. Ambos podían haber estado presentes y lo evitaron debido a sus reservas aparentemente comarcalistas al anteproyecto.

Añadido de Tarradellas

Tarradellas impuso que se agregara al anteproyecto una «declaración introductoria», en la cual se afirma que «el muy honorable Josep Tarradellas manifiesta su profundo respeto por el anteproyecto» y otras frases que carecen de toda significación política sería exceptuada una alusión a la «diversidad de las comarcas». Se trataría, según fuentes parlamentarias, de intentar atribuirse por parte de Tarradellas una parte del protagonismo y de justificar el retraso producido anteanoche. El uso por el propio Tarradellas de la fórmula muy honorable aplicado a sí mismo originó todo tipo de comentarios jocosos, mientras un diputado socialista, al comprobar la intrascendencia política y falta de seriedad jurídica de la «declaración introducida» -antepuesta a un preámbulo, obra de los parlamentarios, rigurosamente jurídico, lo que acentuaba el contraste- manifestaba a EL PAIS que dicho añadido «podría ser utilizado por la Comisión Constitucional como papel para envolver el resto del anteproyecto».

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Después de la aprobación del texto, Tarradellas pronunció un parlamento de contenido esencialmente histórico, en el que recordó que él es el 114 presidente de la Generalidad, al tiempo que daba una visión muy positiva de la actividad de la Generalidad provisional y aludía a la unidad de los catalanes. La explicación de voto de los parlamentarios tampoco había aludido al gran tema objeto de todos los comentarios de pasillo: las reticencias de Tarradellas a convocar la Asamblea, con el fin de retrasar la presentación del Estatuto.

La historia del retraso

En base a las fuentes más diversas -que incluyen varios consejeros de la Generalidad- es posible dar una versión fidedigna del proceso que llevó a la convocatoria de la Asamblea. Resulta que Tarradellas había confiado inicialmente en que UCD secundaría su deseo de impedir la convocatoria y, por tanto, la presentación del anteproyecto. Creyó también, según las fuentes, que ello haría dudar a Jordi Pujol, con lo cual debería enfrentarse únicamente a socialistas y comunistas.

Pero los hechos fueron por otros derroteros. En primer lugar, dentro de UCD prevaleció la postura enérgicamente defendida por el diputado Marcelino Moreta, quien en abierto conflicto con el diputado Manuel de Sarraga, se inclinó en favor de la impulsión del anteproyecto. Moreta llegó incluso a informar por escrito, en este sentido, a personalidades de UCD a nivel de España.

El segundo punto decisivo fue la postura de Jordi Pujol y su partido. No hubo la más mínima fisura en su decisión de dar prioridad, por encima de todo, al anteproyecto. No obstante, con gene rosa inmodestia, un alto responsable del partido de Pujol afirmó que «lo decisivo fue que UCD no flaqueó». En cualquier caso, ambas posturas fueron decisivas y en grado comparable, mientras que la una apuntalaba a la otra, pese a ser independientes en su génesis y en su formulación.

Los partidos no discrepan

Tarradellas, pues, vio claro después de la reunión de anteanoche del Consejo de la Generalidad que existía unanimidad en su contra. No solamente habría perdido una votación, de obligar a ella los socialistas y comunistas, sino que no podía enmascarar su postura con el tradicional argumento de que los partidos discrepan. De este hecho, según todas las fuentes, surgió la convocatoria y, en consecuencia, la presentación del anteproyecto. A todo ello también hay que agregar la presión de la calle, concretada en el manifiesto de los ochenta intelectuales -que anoche ya había sido firmado por doscientos-, al que agregó su firma el ex consejero de la Generalidad y representante de Tarradellas en el Interior, Frederic Rahola.

Pese a haber logrado aprobar el anteproyecto, entre los parlamentarios catalanes predominaba anoche la preocupación. «Tarradellas -dijo uno de ellos- nos ha vencido infinidad de veces, pese a ser nosotros los elegidos por el pueblo. Preferimos no pensar lo que puede pasar ahora que han sido disueltas las Cortes y, por tanto, pasamos a ser simples ciudadanos».

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