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Sexo, heroína (esporádica) y okupación en la crisis de los cuarenta que explora Fidel Moreno

El escritor y director de la revista ‘Cáñamo’ traza en ‘Mejor que muerto’ una novela inteligente y llena de humor distante, que mezcla la macrohistoria de España con la vida al ralentí en el madrileño barrio de Lavapiés

El escritor Fidel Moreno, en el barrio de Lavapiés, Madrid, donde transcurre su nuevo libro, el 14 de febrero de 2025.
El escritor Fidel Moreno, en el barrio de Lavapiés, Madrid, donde transcurre su nuevo libro, el 14 de febrero de 2025.Jaime Villanueva
Sergio C. Fanjul

Ahí vivían no sé qué líderes anarcosindicalistas, ahí estuvo la primera casa okupa de Madrid [calle Amparo, 83], por ahí abundan las infraviviendas... En este parque, el parque del Casino, en estas mismas escaleras, transcurren algunas escenas importantes de su nueva novela, Mejor que muerto (Random House). Fidel Moreno (Huelva, 49 años) camina por el barrio de Lavapiés señalando las historias ocultas con el conocimiento del quien lleva transitándolo casi 30 años.

Julio, el protagonista de una historia extraordinaria en su normalidad, también vive en el barrio, con vistas a la iglesia de San Lorenzo, y se adentra peligrosamente en los cuarenta. Intenta concebir prole con su pareja, metida en el negocio de la especulación inmobiliaria, pero, al llegar el confinamiento pandémico, establece una relación sexual recurrente con su vecina okupa.

La joven le proporciona paz y asidero, y con ella comparte grandes cantidades de drogas: millones de porros, algunas microdosis de LSD y un poquito de heroína esnifada, el gran descubrimiento en la vida de Julio. Además de Cialis, un fármaco para la erección que el personaje tantea con fines periodísticos. “Julio responde a nuestra generación fallida, en el sentido de que quisimos hacer una segunda Transición y lo que encontramos fue un segundo desencanto. Junto con los tiempos acelerados y sobreinformados se genera un tipo de personalidad insatisfecha y esa insatisfacción permanente es la que guía al personaje”, dice el autor.

Fidel Moreno, en el barrio de Lavapiés, en Madrid, el 14 de febrero de 2025.
Fidel Moreno, en el barrio de Lavapiés, en Madrid, el 14 de febrero de 2025. Jaime Villanueva

Mejor que muerto es una novela inteligente, llena de humor distante, que mezcla la macrohistoria de España con la vida al ralentí de su protagonista, un hombre que trata de navegar en un mundo colapsado en tiempos de masculinidad sin referentes. Se deja fluir, es amoral, mira las cosas desde una lejanía brumosa: es un observador de su propia vida. Pero, dentro de esa independencia de todo, o quizás por ella, tiene espíritu explorador.

Moreno es director de la revista antiprohibicionista Cáñamo, dedicada al estudio y consumo seguro de sustancias ilegales. Ha estudiado en profundidad la música popular en el ensayo ¿Qué me estás cantando? (Debate, 2018), donde analiza la historia de España a través de las canciones: desde el Cara al sol a Ay Carmela, de La vaca lechera a La chica yeyé. Con su proyecto musical El Hombre Delgado ha sacado tres discos, aunque no los ha colgado en Spotify. “No sé, es una dejadez rara, quizás un mecanismo de defensa ante un yo del pasado. Pero nunca he dejado de escribir”, dice. De hecho, próximamente publicará el poemario El hombre equivocado en el momento oportuno (Pre-Textos).

Mejor que muerto habla de muchísimas cosas. Así que Moreno, un hombre delgado, alto, de ojos azules (hoy enrojecidos por la alergia), contesta por partes y con suave acento andaluz.

Masculinidad

“Me interesaba contar la historia de un hombre en crisis casado con una mujer empoderada. Estas nuevas relaciones, que ya no responden al tradicional reparto de roles, están siendo contadas sobre todo por mujeres. Por eso me parecía interesante escribirlo desde el punto de vista de un hombre. Porque hoy tenemos muy claro lo que significa ser mujer, pero no sabemos bien qué significa ser hombre. Esta indefinición es muy rica, da mucho juego narrativo. ¿Nuevas masculinidades? No tengo nostalgia del poder perdido, pero tampoco me convence la blanda virilidad contemporánea. Respecto a la identidad, creo que hay que intentar ser lo menos posible: lo menos hombre posible, lo menos español posible, etc”.

Crisis de los 40

“Julio está en la crisis de los 40, que en nuestra generación corresponde, más bien, con el fin de la adolescencia. Tenemos hijos tarde, la precariedad laboral y sentimental nos impide sentar cabeza. Al llegar a los 40 uno no puede seguir estirando el chicle, y el personaje se enfrenta a la decisión de si integrarse o no: tener hijos y un trabajo serio. Encuentra un acomodo en vivir a contradanza de lo que está mandado, como decía el filósofo Agustín García Calvo [Moreno fue habitual de sus célebres tertulias en el Ateneo de Madrid y el pensador ácrata está muy presente en el libro]”.

Okupación

“Llevo 30 años queriendo dejar de ser anarquista y no lo consigo por la falta de un proyecto político que me entusiasme. Y con la edad he pasado de una visión militante a una contemplativa. En ese sentido, he tratado de retratar la realidad en toda su confusión. En cuanto a la vivienda, la especulación y la okupación utilizo una visión ecuánime, mostrando las contradicciones de lo que ha sido el movimiento okupa. No hay donde huir: es difícil encontrar iniciativas que no estén atravesadas por el interés individual. Lo cuento sin juzgar, porque creo en la madurez del lector. Y no escribo para el más tonto”.

Especulación

“El problema de la vivienda en España no tiene solución porque se nos ha inoculado el virus de la especulación. Desde un punto de vista electoral no convienen las soluciones. La vivienda no tendría que ser un bien especulativo, el suelo de las ciudades debería ser declarado público y nadie debería ser desahuciado de su hogar. Pero en España no hay una política de vivienda ni creo que la vaya a haber: la gente quiere una segunda residencia como seguro, como pensión que complete la jubilación.

Heroína

“La heroína encarna en el imaginario colectivo el mito de la perdición, y su relato sigue siempre el mismo esquema: del cielo del placer al infierno de la adicción. Pero el consumo de heroína no lleva necesariamente a la dependencia, y hay quien la usa de forma esporádica, con moderación y sin mayores problemas. Las drogas no son buenas ni malas, depende del uso que se les dé. Acostumbrados al mito de la perdición, entiendo que sorprenda cuando aparece en la novela un uso esporádico de heroína, esnifada en pequeñas dosis y espaciando las tomas para no generar dependencia. Las drogas ilegales suelen tratarse con muchos prejuicios y poniendo el foco en el porcentaje minoritario de gente que sufre trastornos por su mal uso. Si, como sociedad, queremos tener una relación sana con las drogas, lejos del abuso y del extravío, hay que acabar con su prohibición y regular su acceso en condiciones sanitarias. Y no olvidar que para el buen uso es necesario contar con una buena información, sin mitos ni mentiras”.

Música popular

“Mi interés es la música popular, las canciones más escuchadas de cada época. Una sociedad se explica por su relación con las canciones populares, de una manera que ningún otro documento histórico permite. España tiene un problema con los símbolos patrios y también con la música en español, y eso nos ha hecho perder décadas. Los noventa, por ejemplo, se caracterizan por dar la espalda a la canción popular, ahora se vive un cierto idilio. Pero corremos el riesgo de olvidar lo importante que es el refinamiento: a veces se pierde lo insólito y nos machacan con lo obvio”.

Lavapiés

“Hay que huir del pintoresquismo superficial, aquí se viven muchas tensiones. Lavapiés es un laboratorio donde se ensaya la España del futuro. Hay gente de todas partes, hay pocos niños, muchos perros, especulación, okupas, conflictos que más o menos se resuelven, individualismo, pero de vez en cuando cierta asociación, resistencia frente a la gentrificación. Y un esfuerzo por parte de los que tenemos hijos por hacer de este barrio una experiencia de pueblo dentro de la ciudad”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.
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