Doctor X, médico: “Es más sencillo conseguir cocaína que un antibiótico”
Especializado en la reducción de daños en el consumo de sustancias, Fernando Caudevilla se vio envuelto en el cierre de Silk Road, el llamado Amazon de las drogas. José Ángel Mañas y Jordi Ledesma publican ahora una novela con su historia
Por la mañana Fernando Caudevilla (Madrid, 50 años) trabaja como médico de familia en un centro de salud normal y corriente. Por la tarde, como un superhéroe, se transforma en el Doctor X, médico especializado en drogas. Atiende en su consulta privada (sobre adicciones, usos terapéuticos, chemsex, información, prevención de riesgos), investiga o da charlas. Durante 20 años formó parte de la organización Energy Control, dedicada a analizar drogas e informar en lugares de ocio como discotecas o festivales.
Ahora su figura protagoniza Doctor X. El médico de la Dark Web (La Esfera de los Libros). José Ángel Mañas y Jordi Ledesma firman una novela metaliteraria y trepidante sobre el caso de Solk Road, la página de venta de drogas en la Deep Web, cuyo fundador, Ross Ulbricht, fue condenado a dos cadenas perpetuas. El Doctor X se vio, de alguna manera, involucrado.
Pregunta. ¿Qué fue Silk Road?
Respuesta. Fue el primer “Amazon de las drogas”, gracias al anonimato del bitcoin y la Deep Web. Funcionó extraordinariamente bien. Cuando me lo contaron no me lo creía, y cuando lo miré me quedé alucinado. Tenía un foro donde se discutían distintos temas. Mi participación ahí fue la misma que en mi carrera profesional: responder preguntas y dar información sobre drogas.
P. Participaba bajo el nick de Doctor X.
R. Sí, pero de forma completamente identificable y transparente, poniendo el link de mi web. Y tuve mucho éxito. Así que Dread Pirate Roberts [el nick del creador de Silk Road] me ofreció 500 dólares a la semana en bitcoins. Cuando los bitcoins valían lo mismo que un gallifante.
P. Ross Ulbricht fue condenado a dos cadenas perpetuas.
R. Y a la semana siguiente empezó Silk Road 2.0, como si nada... Entre 2007, cuando detienen a Ross, y 2015, yo sigo haciendo ese trabajo en los mercados de drogas. Luego le declaran culpable, con una condena ejemplar, aunque lo único que había hecho era programar. Intentaron inculparle por varios asesinatos, pero la cosa no les salió. Entonces decidieron meter testimonios de padres que habían perdido a sus hijos por las drogas.
P. Ahí entra usted, otra vez.
R. Sí, contactan conmigo y con otros expertos internacionales. Me dicen que vaya a testificar en Nueva York, pero aquí me aconsejan que mejor que no vaya. Así que testifico por escrito. Lo cuento todo sobre mi relación con Ross y mi presencia en Silk Road. Aporté mis 600 mensajes con él.
P. ¿Tuvo repercusión?
R. De repente estaba en The New York Times, en USA Today, una amiga me dijo que salía en el programa de Oprah Winfrey. Y era cierto. Aquí, por suerte, no se enteró ni el Tato. Cosa que me alegra infinito.
P ¿Por qué?
R. La jueza dijo una serie de barbaridades… Me llamó despreciable, irresponsable… De los 60 folios de la sentencia, ocho están dedicados a calumniarme. A decir, por ejemplo, que intenté vender fentanilo en la Deep Web. Para mí, el principal motivo de esta novela es el apéndice donde me explico sobre este tema. En el lado bueno, me empezaron a llamar en congresos mundiales, luego he trabajado con la Unión Europea, mi trabajo ha sido valorado. Aunque a la jueza le pareciera muy feo.
P. Dicen que en España somos permisivos.
R. Aquí se multa a 400.000 ciudadanos al año por llevar droga en el bolsillo. Se considera una infracción grave a la seguridad ciudadana: lo mismo que exhibir un arma. La multa mínima son 600 euros, cuando el sueldo mínimo son 1.000. Pero en relación con el contexto mundial estamos bien: en el 70% de los países del mundo puedes ir a la cárcel por llevar drogas. Luego los medios están siempre con los pinchazos en las discotecas, la droga caníbal y otras historias escabrosas; mientras tanto, nadie se preocupa de los problemas serios.
P. ¿Temió usted acabar en una prisión estadounidense?
R. Sí, en la novela está un poco exagerado, pero sí. En los papeles del juicio aparecen ocho personas, yo entre ellas, y seis acabaron en la cárcel. Supongo que se consideró que dar información sobre drogas no es un delito. Pero fue una cosa intensamente desagradable, hubo momentos de pánico. No soy nada paranoide, pero tenía la sensación constante de que me estaban mirando y escuchando.
P. Es comprensible, con la que le cayó a Ulbricht.
R. Y no sirvió de nada, porque los criptomercados de drogas continúan. Es igual de inútil que las políticas de drogas que tenemos. Son políticas inmorales, contrarias a la salud pública, que hacen mucho más daño que bien. Pero seguimos en lo mismo.
Al año se multa a 400.000 ciudadanos por llevar droga en el bolsillo. Se considera una infracción grave a la seguridad ciudadana: lo mismo que exhibir un arma
P. ¿Qué provocan?
R. Que no sepamos lo que consumimos. El consumidor medio suele estar buscando no sé qué en una discoteca a las tres de la mañana. O le compra a un tipo en una esquina que le da algo que no sabe ni lo que lleva. Toma esto, prueba esto. Es un total disparate.
P. Hoy en día se ensalza la libertad y la responsabilidad individual, pero en este caso…
R. Está enquistado, es el último tabú. Está bien visto decir que el sábado te cogiste un buen pedo de alcohol, pero no que tienes resaca porque te comiste una pastilla de éxtasis. En mi caso, la mayoría de mis pacientes en el centro de salud no conocen mi actividad como Doctor X. El siglo XXI es muy gracioso: puede uno ser muy conocido en un entorno muy pequeñito y luego ser un ciudadano completamente anónimo. Algunos están alucinando con el libro, como mi familia. Ya había salido en la prensa muchas veces con mi trabajo más técnico, pero no con esta historia en concreto.
P. ¿El fentanilo llega a España?
R. Me alegro de que me hagas esa pregunta, porque es uno de mis cabreos eternos. En 2015 empezamos con el análisis internacional de sustancias. En 2019 nos llegan noticias de que vendedores europeos están vendiendo heroína con fentanilo. Sacamos un informe, que acabó en Naciones Unidas. Contactamos con los vendedores en la red profunda y conseguimos pararlo. No se ha vuelto a ver en Europa, por suerte.
P. ¿Por qué?
R. Aquí la oferta de heroína, procedente de Afganistán, es mayor que la demanda, de modo que no hace falta el fentanilo que, recordemos, no es una droga deseada, sino que se usó en principio para adulterar la heroína. Y no hacen falta esas adulteraciones.
P. En otros lugares la situación no es tan halagüeña.
R. Algo se está haciendo mal si las políticas de drogas no consiguen erradicar la heroína, y se ve que se adultera con fentanilo, lo que en Estados Unidos vuelve a ser la primera causa de muerte en gente joven. Las autoridades tienen responsabilidad sobre esto.
P. ¿Es posible el consumo responsable de todo tipo de drogas?
R. Lo mejor para no romperte una pierna esquiando es no esquiar. Dentro los deportes los hay de mayor y de menor riesgo. Así con las drogas. Una cabeza de alfiler de fentanilo te pone, dos te matan. La sustancia que más engancha y que más mata, sin embargo, es el tabaco. Yo creo que cuanto más peligrosa sea una droga, mayores son los motivos para que esté regulada, controlada. Hay muchas formas de hacerlo, dejarlo en manos del narcotráfico no es una de ellas.
Si las políticas de drogas no consiguen erradicar la heroína, algo se está haciendo mal. Las autoridades tienen la responsabilidad
P. El alcohol y el tabaco son muy nocivos y, siendo legales, están muy extendidos. Si levantamos las manos con las otras drogas…
R. Erradicar el tabaco en la gente joven, que es de las pocas cosas que se están consiguiendo en Europa, tiene que ver con la regulación. Las drogas tienen un lado oscuro, pero también un lado positivo y recreativo. El alcohol es el gran lubricante social en este país, pero también genera gran adicción y genera problemas de violencia. Lo de legalizar suena a barra libre, pero no es así: es regulación. Peor que la barra libre que hay ahora no puede ser: es más sencillo conseguir cocaína que un antibiótico. En la pandemia hubo problemas con el papel higiénico… pero no en los suministros de drogas.
P. ¿Qué hacer?
R. Insisto en que lo mejor para no tener problemas con las drogas es no consumirlas. Pero el hecho es que hay gente que las consume, y hay que buscar estrategias para que sepa cómo hacerlo. Hay formas de manejar las diferentes sustancias en cuanto a frecuencias, dosis, efectos. Los problemas suelen darse cuando uno se acerca a las drogas sin información, cuando un desconocido te da algo en plan: “Toma, esto te va a molar”.
Babelia
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