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Ariel Domenech, creador de bibliotecas exquisitas

Al frente de la galería-estudio bibliográfico Príncipe & Vidaud, cumple 35 años de profesión con un catálogo que incluye poemas manuscritos y firmados por Federico García Lorca y el mecanoscrito de la última entrevista a Pablo Neruda

Ariel Domenech, creador de bibliotecas, fotografiado en su estudio bibliográfico en Madrid.
Ariel Domenech, creador de bibliotecas, fotografiado en su estudio bibliográfico en Madrid.Santi Burgos

El cristal de la vitrina recoge una luz gris y lluviosa, una luz como una asfixia lenta, pero bajo él resplandecen dos hermosos retratos de la actriz Catalina Bárcena. Está de frente y de perfil, y sobre cada retrato hay cuatro versos manuscritos por Federico García Lorca y rematados con su firma. “Tu voz es sombra de sueño / tus palabras / son, en el aire dormido, / pétalos de rosas blancas”. “Tienen tus ojos la niebla / de las mañanas antiguas. / ¡Dulces ojos soñolientos / preñados de lejanías!”. ¿Quién posee esta maravilla que muy pocos han visto, estos retratos impresos del pintor Rafael Sanchís Yago a los que acompañan estos versos salidos directamente de la mano de uno de nuestros mejores poetas? El nombre de su poseedor —por ahora— es Ariel Domenech y podríamos definirlo como creador de bibliotecas exquisitas. Este año cumple 35 en esta profesión, siempre en busca de manuscritos, libros dedicados, primeras ediciones y otras joyas bibliográficas. Volveremos a él. Antes, algo más sobre esos versos lorquianos.

Catalina Bárcena protagonizó la primera obra teatral que estrenó Lorca, titulada El maleficio de la mariposa. Se la había encargado el empresario teatral Gregorio Martínez Sierra, ahora conocido sobre todo por las obras que no escribió, pero firmó, en lugar de la verdadera autora, su esposa María Lejárraga. Gregorio Martínez Sierra le había pedido a Lorca que escribiera esta obra tras escuchar un poema que el poeta granadino les leyó a él y a Catalina, que era su amante, en un atardecer suave de junio, en los jardines de la Alhambra. Era un poema triste. Contaba la historia de una cucaracha enamorada de una mariposa. Cuando la mariposa echa a volar, la cucaracha muere de pena. La obra teatral que salió de esos versos se estrenó en marzo de 1920, en el teatro Eslava de Madrid. En ella participaba también la bailaora Encarnación López, La Argentinita. La obra fue un fracaso y solo estuvo cuatro días en cartel. El público silbaba durante las representaciones. Pero esa obra propició que Lorca publicara su primer poema en un libro: esos ocho versos dedicados a Catalina Bárcena. Un ejemplar de la primera edición de ese libro está también bajo la vitrina, junto a los retratos.

Ejemplar de ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’ de Federico García Lorca.
Ejemplar de ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’ de Federico García Lorca.Santi Burgos

Ahora sí: Ariel Domenech, 57 años, hijo de artista plástico y de madre empresaria dedicada a la moda, 1,94 centímetros, fumador de puros toscanos y licenciado magna cum laude en Artes Aplicadas en Arte Comercial por la universidad The American College, en Londres (antes de eso, un estudiante nefasto: lo suspendía todo). Ariel Domenech nos recibe en su galería-estudio Príncipe & Vidaud, en El Viso, Madrid, un espacio lleno de libros, como es de esperar, y con muchas sorpresas. En este mismo edificio de estilo racionalista estuvieron las oficinas de Rafael Bergamín, hermano del escritor José Bergamín, y creador de esta colonia de El Viso junto con su sobrino, el también arquitecto y poeta Luis Felipe Vivanco.

“Comencé en 1990, en el barrio londinense de Marylebone. Estaba estudiando la carrera y allí empecé a comprar y a vender libros. Después, en el 92, regresé a España porque me hicieron una oferta para trabajar de director creativo en una agencia de publicidad. Yo tenía una imagen muy apasionada de la publicidad, pero me di cuenta de que no era lo que quería. Al poco tiempo abrí mi primera galería-estudio al lado del museo Reina Sofía, y en los 2000 me establecí en El Viso”, dice. En todo este tiempo, el mayor cambio ha sido la llegada de internet. “Antes, si nos sentábamos tú y yo a hablar de libros, tú me decías lo que querías y yo te lo enseñaba. Ahora estamos tú, yo e internet. Pero tiene sus ventajas, porque tengo clientes en casi todos los continentes y antes tenía unas facturas de teléfono que no veas. En otras cosas mi trabajo no ha cambiado. Una parte principal es formar bibliotecas. Tengo clientes de hace mucho tiempo que tienen una biblioteca de un determinado tema, principalmente de literatura del siglo XX, que es mi especialidad, sobre todo la poesía, y yo les engrandezco la biblioteca encontrando lo que necesitan”.

Mecanoscrito de la última entrevista a Neruda.
Mecanoscrito de la última entrevista a Neruda.Santi Burgos

¿Le han pedido alguna vez crear una biblioteca con libros especiales solo por postureo?, le pregunto. “Eso ocurre más con los cuadros. Diría que el postureo, que me parece una palabra muy graciosa, tiene más que ver con el arte que con los libros. Los libros no se pueden enseñar igual”, responde. Ariel Domenech afirma que su principal cliente es él mismo, que compra los libros que le gustan a él. Hace unos años vendió un ejemplar de una primera edición de Impresiones y paisajes, de Federico García Lorca, con una de las primeras dedicatorias que hizo, destinada a un amigo flamencólogo. “Y la pena por vender ese libro todavía la arrastro”, dice. “Un libro dedicado es ya un libro único. Si ese libro está dedicado además a una persona única, por ejemplo un libro dedicado por un escritor a otro, pues es todavía más especial. Si además el escritor que lo recibió tomó notas, lo leyó, lo anotó, pues se vuelve más valioso. Y si ese libro está arropado con una encuadernación de fábula, pues mejor. Eso es lo que yo busco, ejemplares únicos”. Y para demostrar que no solo los busca, sino que los encuentra, abre las vitrinas y enseña dos: un ejemplar del primer libro de poemas de Federico García Lorca, dedicado desde la Residencia de Estudiantes, en 1924, a las sobrinas de Fernando de los Ríos, Rita María y Fernanda Troyano de los Ríos; y una segunda edición del Romancero gitano dedicada a Emilia Aragón en Nueva York, en 1929.

Una pregunta anticomercial: ¿no le apena que algunos manuscritos y libros dedicados acaben en la biblioteca de un particular y no en un museo donde los podamos ver todos? “Voy a decir lo bueno y lo malo”, contesta, “lo bueno de que algo especial termine en un museo es que todo el mundo puede disfrutar de ello. Lo malo es que nunca volverá al mercado. Es decir, cuando el Museo del Prado o la Biblioteca Nacional compran algo, eso ya se queda intramuros para siempre. Sin embargo, cuando lo compra un coleccionista privado, con el paso del tiempo, salvo que sea una biblioteca fantástica que crezca con las generaciones, volverá al mercado en 30, 40 o 60 años. Yo he vuelto a comprar libros vendidos por mí”.

Los retratos a Catalina Bárcena de Federico García Lorca.
Los retratos a Catalina Bárcena de Federico García Lorca.Santi Burgos

Tras pasarlo un poco mal en el momento de las fotos (no le gustan), Ariel Domenech busca en una estantería y abre una carpeta gruesa que contiene otro de sus tesoros: el mecanoscrito original de la última entrevista a Pablo Neruda, junto con 10 poemas que envió para su publicación, todo con anotaciones a mano del poeta. La entrevista se la hizo, en junio de 1973, solo tres meses antes de su muerte, la escritora Margarita Aguirre, su amiga y biógrafa, y se publicó póstumamente en la revista Cuadernos de crisis. Las declaraciones de Pablo Neruda comienzan así: “Cada día detesto más las entrevistas. No sé cómo pude dar la primera, pero después ya resultan un vicio y un abuso”. Para conjurar el efecto Neruda, Ariel Domenech acompaña a la entrevistadora hacia la puerta de salida. Junto a ella dormita una cómoda que perteneció al poeta Luis Cernuda. Cuántos secretos guardará.

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