Neruda, el niño melancólico que consiguió un Nobel
Una nueva biografía del poeta chileno revela una carta inédita de Miguel Hernández y detalles de su amistad con Lorca
Pablo Neruda (1904-1973) creía que Carlos Morla Lynch, máximo responsable de la embajada chilena en Madrid como encargado de negocios, no había ayudado al poeta Miguel Hernández a salir de España durante la Guerra Civil, en 1939. El autor de Orihuela estaría en varias cárceles, de Sevilla, Madrid, Palencia y Ocaña y moriría en el Reformatorio de Adultos de Alicante, el 28 de marzo de 1942. Pero Morla sí intentó ayudar a Hernández, según una carta inédita del poeta. Esta es una de las revelaciones que brinda el historiador Mario Amorós en su biografía Neruda. El príncipe de los poetas (Ediciones B).
Hernández y la guerra
La carta descubierta por Amorós muestra que el Nobel de Literatura chileno estaba equivocado. Morla Lynch primero escribió a Hernández: “No le aconsejo solicitar pasaporte a estas alturas, sirviendo en el ejército, y le otorgo el asilo para cuando lo necesite”. Amorós dice que Hernández no quiso asilarse porque lo consideraba una deserción. Así es que en los primeros días de marzo, de 1939, el poeta, con la ayuda de una carta de este diplomático, obtuvo el pasaporte, “pero tras el golpe de Estado contra el Gobierno de la República, el 5 de marzo, descartó ir a buscarlo a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol de Madrid, donde decenas de militantes comunistas estaban presos”. El 30 de abril, después de cruzar la frontera portuguesa, el poeta fue detenido en Moura. En junio, ya en la prisión madrileña, envió al diplomático chileno Germán Vergara Donoso la siguiente carta desconocida hasta ahora, y desvelada por Amorós en su biografía: “Señor Embajador: nuestro común amigo Carlos Morla me ofreció su ayuda para marchar a su país a fines de febrero de este mismo año. Imposibilitado para aceptarla desde entonces, me atrevo a requerirla de usted, ya que me encuentro bien necesitado de ella. Al mismo tiempo ruego envíe en la valija diplomática la carta adjunta para nuestro genial poeta y amigo Pablo Neruda, quien hará cuanto esté dentro de las posibilidades y las dificultades. (…) Yo le ruego, amigo mío, vea usted también…”. Esta carta, agrega el biógrafo, confirma que Neruda “fue injusto con Morla Lynch en varias actuaciones a lo largo de su vida. También en sus memorias”.
De niño a Nobel
El niño tímido, de aire triste y melancólico bautizado como Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto terminó por llamarse Pablo Neruda. Fue un poeta caudaloso que se desbordaba por diversos campos temáticos fertilizando todo a su alrededor. Se convirtió en uno de los escritores clave del siglo XX que trascendió su presencia literaria, hasta transformarse en una esperanza social y política para Chile y Latinoamérica. Aunque, tal vez, su popularidad trascienda gracias a sus versos de amor que no dejan de unir parejas y ser refugio de desenamorados por su poemario Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924). En 619 páginas, Amorós reconstruye la existencia de un niño que nace el 12 de julio de 1904 y a los 70 días queda huérfano de madre, que de joven empieza a memorizar poemas que luego escribe en un cuaderno, que recorre medio mundo, hasta que en diciembre de 1971 viaja a Estocolmo a recibir el Nobel de Literatura. Un reconocimiento a obras como Residencia en la Tierra, España en el corazón, Canto general, Los versos del capitán, Las uvas y el viento, Memorial de Isla negra…
Las madres
Poco supo de su madre. Poco escribió abiertamente de ella. Un sentimiento latente guardado muy dentro y que desveló Matilde Urrutia, la tercera y última esposa de Neruda, al incluir en el libro póstumo El río invisible el poema Luna:
Cuando nací mi madre se moría (…)Era su cuerpo transparente. Ella teníabajo la carne un luminar de estrellas.Ella murió. Y nací. Por eso llevoun invisible río entre las venas,un invencible canto de crepúsculoque me enciende la risa y me la hiela. (…)…Esta luna amarilla de mi vida me hace ser un retoño de la muerte.
Sin embargo, los primeros versos que se conservan datan de junio de 1915 y están dedicados a su madrastra, por quien tuvo un especial cariño, cuyo título es Mamadre:
La mamadre viene por ahí,
con zuecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes,
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
de sol helado, llega
mi mamadre, doña
Trinidad Marverde,
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
Ay mamá, ¿cómo pude
vivir sin recordarte
cada minuto mío?...
Entre julio de 1917 y septiembre de 1923, recuerda Amorós, el poeta publicó 13 poemas, crónicas y artículos en La Mañana. “Además, entre 1918 y 1920 escribió numerosos poemas en tres cuadernos escolares que su hermana Laura conservó hasta el final de sus días”, escribe el biógrafo.
Neruda supo poco de su madre. Un sentimiento latente guardado muy dentro y que desveló Matilde Urrutia, la tercera y última esposa del poeta, al incluir en el libro póstumo El río invisible el poema Luna. Sin embargo, los primeros versos que se conservan datan de junio de 1915 y están dedicados a su madrastra, por quien tuvo un especial cariño, como lo reflejó en Mamadre.
El seudónimo
Sobre por qué pasó a llamarse Pablo Neruda se ha escrito mucho. Amorós recupera las diferentes versiones que dio el propio poeta a lo largo de su vida y de varios investigadores. Con diferentes variables y ecos, la línea común a todas es que como su padre no veía con buenos ojos que se dedicara a la poesía, un día que debía enviar un poema en un periódico tuvo que improvisar un seudónimo. El poeta dijo que el apellido salió de un relato que había leído del autor checo Jan Neruda y el nombre por lo más popular. Sin embargo, todo indica que surgió de los nombres de los violinistas Pablo Sarasate y Wilma Norman-Neruda, que habría visto en una partitura, además de haberlos visto citados con gran admiración por Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, que él leía.
España y Lorca
Recuerda Mario Amorós que Pablo Neruda “en agosto de 1933 fue destinado como cónsul adjunto a Buenos Aires y empezó a disfrutar, de la mano de Federico García Lorca, una de las etapas más luminosas de su existencia.
En mayo de 1934, cumplió su viejo anhelo de instalarse en España, donde sería recibido con los brazos abiertos por la Generación del 27”. España entró definitivamente en su vida. García Lorca fue el poeta que más estimó Neruda, escribe Amorós. Y los dos vivieron muchas anécdotas. Por ejemplo: “En 1958 relato que fueron invitados a dar una conferencia en un pueblo español, pero en la estación del ferrocarril nadie les recibió. Los pobladores les dijeron que habían ido pero no los reconocieron porque esperaban que fueran vestidos como poetas. Lorca, con su alegría andaluza, les dijo: ‘Es que somos de la poesía secreta’. El asesinato del poeta en 1936 marcarían a fuego la vida y la poesía de Neruda”.
Años de la URSS
Neruda, afirma Amorós, fue uno de los grandes intelectuales del siglo XX. Estuvo vinculado al movimiento comunista internacional y fue defensor de la antigua Unión Soviética. En 1949 hizo su primer viaje. A finales de los años sesenta fue elegido candidato por el Partido Comunista de Chile, pero el 30 de septiembre de 1969 renunció en favor de Salvador Allende.
¿Neruda asesinado?
La primera revelación que se hizo de esta nueva inmersión en la vida de Pablo Neruda fue un informe sobre la causa de su muerte, el 23 de septiembre de 1973. Una primicia de Mario Amorós, que avanzó este diario el 5 de noviembre pasado, al revelar un documento oficial del Ministerio del Interior chileno que reconoce, por primera vez, la posibilidad de que el Nobel fuese asesinado.
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