¿Dónde están los bancos de la colonia El Viso?
De marcado estilo racionalista, fue un proyecto de 1933. El diseño inicial tenía 115 viviendas, pero el éxito las aumentó hasta 268
Cuando el escultor Juan Garaizabal (50 años, Madrid), salía a pasear con su padre por El Viso, tenía perfectamente localizados los bancos de la colonia. “Hay poquísimos. Él iba con un respirador. Si vas con una persona que necesita sentarse cada poco, mejor que los tengas localizados”, explica. Su padre falleció “el día de la gran nevada”. Lo cuenta frente a la casa de la colonia a la que su familia llegó en 1989 y que vendió recientemente. Es una vivienda de dos alturas, con cinco ventanas que bordean la puerta y, en el lateral, otras tantas colocadas como si fueran el cinco de un dado.
Dice Juan que la vecina “doña María” tenía razón, pero que eso lo descubrió con los años. Porque ella vigilaba que las casas mantuvieran el estilo y la uniformidad. “Lo que más me gusta ahora es lo que me parecía más feo cuando era pequeño. Esas ventanas tan pequeñas, la austeridad… me parecían un horror. Hoy, pienso que son una maravilla. Son casas que epatan con el tiempo. Ahora entiendo a la señora María, que denunciaba a todo el mundo”, explica.
La colonia de El Viso –se llama así por las vistas que ofrecía, que alcanzaban hasta la sierra del Guadarrama– comenzó a construirse en 1933. De la calle de Serrano emergen en perpendicular los viales que la forman, que tienen nombres de ríos. En el proyecto inicial había 115 viviendas. La demanda fue tan alta que se amplió en dos ocasiones, hasta llegar a las 268. El promotor fue Gregorio Iturbe. El arquitecto, Rafael Bergamín, contó con el apoyo de Luis Felipe Vivanco. Proyectaron cuatro tipos de vivienda unifamiliar, de estilo racionalista, con parcelas que iban desde los 150 a los 300 metros cuadrados. Incorporaban lujos contemporáneos como el agua caliente. Fueron construcciones pioneras en el uso de la electricidad en lugar de carbón en domicilios.
Destinada a la clase media-alta
“Aunque se construyó bajo el paraguas de las leyes de Casas Baratas y Económicas, la colonia estaba destinada a la clase social media-alta. Si te fijas en los planos, hay un espacio para el cuarto del servicio”, explica Borja Casans (37 años, Madrid). Él se dedica al comercio de azúcar. Compró la casa en 2016, entró en 2018 y ahora la alquila porque se muda. Tiene cuatro alturas, de unos 60 metros cuadrados cada una. Desde la terraza superior se ve el Bernabéu. En el jardín posterior, de unos 70 metros cuadrados y protegida por una frondosa vegetación, la temperatura desciende varios grados.
“En la colonia vivían muchos intelectuales y artistas. Esta casa perteneció al escultor Ángel Ferrant, que ayudó a guardar obras de arte en San Francisco el Grande durante la Guerra Civil”. Le gusta mucho la historia y la cuenta con pasión. Sobre uno de los pocos elementos que quedan en un salón –un mapa de Madrid de finales del siglo XVIII– diserta sobre la sociología de la ciudad. Los techos de la estancia están a casi cuatro metros. Un molde de un torso de la Academia de San Fernando preside el salón. Está sobre una chimenea “original del palacio de Xifré –que hoy es el Ministerio de Sanidad–, que perteneció a mi bisabuelo”, cuenta. Enfrente, una biblioteca a la que se accede por una escalera de mano.
De vuelta a la calle, se percibe un incremento de seguridad que, paradójicamente, transmite inseguridad. Hay numerosas cámaras de vigilancia. “El muro original tenía un acabado redondo, más amable. Y eran mucho más bajos”, recuerda Casans. Hay algunos bloques de edificios contemporáneos, construidos por familias que tenían una casa y optaron por ese modelo para repartirla.
La arquitectura original, influida por el austriaco Adolf Loos y la Bauhaus, carecía de adornos y premiaba la practicidad. Con fachadas enfoscadas, cubiertas planas, óculos y barandillas en tubos de hierro. Los patios posteriores, enlazados unos con otros, generan una sensación de profundidad –tanta, que albergan hasta dos pistas de tenis juntas, que se alquilan cada una a 25 euros la hora–. Los tramos de fachada curvos en algunas viviendas son una de las señas de identidad de la colonia.
Unos chicos escuchan trap y fuman de una cachimba que sacan del maletero de un utilitario. Están sentados en la calzada de una plazoleta.
Bajando la empinada calle del Guadalquivir (El Viso es una colina) se llega a la plaza del poeta Manuel del Palacio. Allí, resguardadas, hay unas casas de estilo vasco. Frente a ellas hay cinco bancos. Como si alguien se los hubiera olvidado allí. Aquí estaban (casi) todos los bancos de El Viso.
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