_
_
_
_

Países Bajos salda su deuda con el impresionismo

El Museo Van Gogh de Ámsterdam celebra el 150 aniversario de un movimiento que entró muy lentamente en el país con una muestra que reúne más de un centenar de obras

'El barco del pintor' (1874), óleo sobre lienzo de Monet.
'El barco del pintor' (1874), óleo sobre lienzo de Monet.Rik Klein Gotink - Kröller-Mül
Isabel Ferrer

En el 150 aniversario del impresionismo, el Museo Van Gogh de Ámsterdam ha reunido más de un centenar de obras procedentes de 15 salas nacionales y colecciones particulares. Con ellas, propone un viaje alrededor de la lenta y trabajosa llegada del movimiento artístico a Países Bajos. Costó aceptarlo en un entorno artístico influido todavía por los tonos oscuros de los maestros del Siglo de Oro y escenas más conservadoras. Y, aunque algunos coleccionistas tuvieron más ojo que las salas nacionales, hubo cuadros de Renoir, Cézanne, Degas o Manet que no fueron comprados debido en gran parte a los gustos de la época.

Titulada Viva el impresionismo, la muestra permanecerá abierta hasta el 26 de enero, y es a la vez un saludo y el reconocimiento de los artistas que deseaban expresarse en completa libertad. Sin interferencias de jurados academicistas. Era un grupo heterogéneo que dio la espalda al Salón de París, la prestigiosa exposición de la Academia de Bellas Artes, cuya aceptación o rechazo podía lanzar y desbaratar carreras. El atrevimiento de perseguir los cambios de la luz con brochazos que, vistos de cerca, desdibujaban la imagen, pero a la distancia adecuada reflejaban una realidad que preludia la abstracción, les valió duras críticas en Francia. En Países Bajos, con tendencia entonces a las luces marronáceas al óleo y a escenas más clasicistas, los impresionistas tardaron en aparecer en los museos. Cuando lo hacían, los paisajes de Claude Monet acaparaban las compras porque encajaban en la tradición pictórica nacional. Incluso en su versión luminosa. Además, pasó una temporada en la localidad de Zaandam y plasmó su versión del entorno. Molinos incluidos.

Hay un cuadro de Monet, titulado Barcos de pesca (1885), que resume todo lo que intentaba captar al aire libre. El mar parece estar en movimiento y el agua cambia de color a medida que el ojo recorre el lienzo. El titulado Botellas y melocotones (1890), de Paul Cézanne, considerado a su vez un posimpresionista, debe su atracción a la estudiada composición, la luz y la forma escogidas. El pintor influyó en movimientos posteriores, como el cubismo.

'Un huerto en primavera' (1881), óleo sobre lienzo de Alfred Sisley.
'Un huerto en primavera' (1881), óleo sobre lienzo de Alfred Sisley.Studio Tromp

En 1876, el crítico neerlandés Marcellus Emants censuró la segunda de las ocho exposiciones impresionistas organizadas en Francia entre 1874 y 1886. Lamentó la falta de precisión anatómica de las figuras, las perspectivas poco convencionales y, claro, los colores brillantes. “Según Emants, el impresionismo nunca podría merecer llamarse arte”, explica Fleur Roos Rosa de Carvalho, conservadora senior del museo y de la exposición. Al experto decimonónico “estos cuadros no le parecían lo bastante realistas porque desdibujaban la realidad”. “Tampoco eran idealistas, por carecer de moral o ideas subyacentes”, dice. La visión ha cambiado hasta el extremo de que hoy puede decirse que “el impresionismo es democrático”, asegura. “No hace falta tener un conocimiento previo de la Biblia, la mitología o las teorías artísticas para sentir algo frente a estas obras”. Hasta cuando retratan el París industrializado “hay un nexo con la vida actual”.

En las últimas décadas del siglo XIX resurgió la apreciación por el patrimonio cultural neerlandés y su preservación, y el nacionalismo empezó a jugar un papel en la sociedad, escribe la conservadora en el catálogo de la muestra. “Había poco entusiasmo por el arte moderno francés, y una generación emergente de pintores, conocidos como la Escuela de La Haya, revivieron la tradición pictórica nacional”. Los críticos hablaban de impresionismo, “pero su trabajo tenía poco que ver con el de Monet o Degas”, según Rosa de Carvalho.

'En el café' (1877), óleo sobre lienzo de Renoir.
'En el café' (1877), óleo sobre lienzo de Renoir.Rik Klein Gotink - Kröller-Mül

El que sí captó a tiempo la fuerza de la revolución impresionista fue Theo van Gogh, el hermano de Vincent. Era marchante de arte en París y enviaba a Países Bajos obras de Alfred Sisley, Edgar Degas, Camille Pissarro y Monet, para que se vieran. Desde luego, también con intención de venderlas. “Para su frustración, no lo consiguió, y Vincent también se enfadó mucho. Clamaba para que el mundo del arte dejara de ridiculizar a sus colegas”, afirma la experta. Irónicamente, movimientos como el posimpresionismo, simbolismo y puntillismo sí generaron entusiasmo.

Las mujeres impresionistas están bien representadas en la muestra. De Berthe Morisot hay dibujos y un lienzo titulado Peonías (1885-1887), ejecutado en el jardín mientras su hija jugaba. Dominan los verdes, azules y lila. Casada con Eugène Manet, hermano del pintor Edouard Manet, ambos siempre la apoyaron, expuso en siete de las ocho muestras impresionistas parisinas. En 2023, este fue el primer cuadro de una impresionista adquirido por parte de un museo neerlandés. De Marie Cassat, la artista estadounidense introductora del movimiento pictórico en su país natal, hay una litografía en blanco y negro y tres grabados en color. Estos recogen a una mujer lavándose frente al espejo, otra de pie mientras le arreglan el bajo de vestido y una más cerrando una carta. Cassat se inspiró, como Van Gogh, en las estampas japonesas y las obras fueron adquiridas por el Museo Van Gogh en 2022.

Escultura de bronce y textil de Edgar Degas, titulada 'Bailarina de catorce años' (1880-1881).
Escultura de bronce y textil de Edgar Degas, titulada 'Bailarina de catorce años' (1880-1881).Tom Haartsen

Marie Bracquemond, otra colega, lo pasó peor que Morisot. A ella no la respaldó su marido, Félix Bracquemond, también pintor y muy crítico con el impresionismo. Marie dejó de pintar hacia 1890, y en la muestra hay un delicado Retrato de Louise (1877) que marca su entrada en el estilo impresionista. Un Cuenco con perejil (1878) de Eva Gonzalès, de ascendencia española, refleja lo que el museo califica de “poderoso bodegón de encanto impresionista”. Fue discípula de Manet, y aunque no quiso exponer con los miembros del movimiento, “su pincelada suelta y vibrantes colores la unen a este”. Murió a los 34 años después del parto de su hija, Julie.

Ellos y ellas están aquí juntos. Pero el museo va más allá. Junto a unos grabados de Pissarro hay un conjunto de esculturas de Auguste Rodin. Los propios artistas mezclaron a finales del siglo XIX cuadros y figuras en sus exposiciones, y las que se exhiben en Ámsterdam no defraudan. De tamaño natural la mayoría, algunas conservan incluso las huellas dactilares del artista, según la sala. La edad del bronce es la figura de un varón desnudo que simboliza el despertar. A su lado, se levanta, de bronce con pátina, Jean d´Aire, uno de los seis burgueses de Calais. Fue el grupo de notables que se ofrecieron al rey Eduardo III de Inglaterra a cambio de que levantara el sitio de la ciudad durante la Guerra de los Cien Años (entre los siglos XIV y XV).

'El monte Sainte-Victoire' (1888), de Cézanne.
'El monte Sainte-Victoire' (1888), de Cézanne.VVHK

Las esculturas de Degas, delicadas y ásperas a la vez, asoman brillantes en varias vitrinas. Presididas por la famosa bailarina de 14 años (1880-1882), con lazo de seda en la trenza de bronce, apenas preparan para los monotipos del pintor. Son los grabados o pruebas de impresión única, en blanco y negro, y algunos retratan con erotismo a mujeres en el baño o leyendo. El artista no solía enseñar los de este tenor. En la despedida, el museo propone una galería de oportunidades perdidas. Son siete cuadros de Renoir, Degas, Cézanne, Manet, Sisley y Morisot que pasaron por Países Bajos, pero figuran hoy en colecciones y museos internacionales.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_