‘Ex maridos’: aquella sencilla profundidad del ‘indie’ americano de los noventa
Las películas de finales del siglo XX, con aroma a Sundance, que se estrenaban una por mes en los cines, se han convertido hoy en singularidades
En los años noventa había cada mes una de estas en los cines. Pero ahora se han convertido en singularidades. Las películas con aroma a Sundance, a independencia ligera y sombría, refrescante y compleja, han desaparecido del mapa. O casi. Muchos de aquellos cineastas se diluyeron por el camino después de una etapa de triunfos más o menos larga (Alexandre Rockwell, Hal Hartley, Steven Soderbergh, Kevin Smith, Allison Anders); otros se convirtieron en reputadas estrellas (Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson, Sofia Coppola, Richard Linklater, Alexander Payne). Pero lo cierto es que aquel cine indie de los años noventa, tan diverso en cuanto a estilos y objetivos, se echa un tanto de menos pese a haber caído más tarde en el cliché.
Ex maridos, segunda película de Noah Pritzker, estrenada en la sección oficial a competición del festival de San Sebastián de 2023, tiene algunos de aquellos tics. También buena parte de sus benditas virtudes. Sobre todo, aquella sencilla profundidad acerca de algunos de los temas más complejos de la condición humana, expuestos a través de personajes entre lo terrenal y lo estrambótico, y descritos con un exquisito sentido del humor, muchas veces procedente de uno de los padres de todo aquello: Woody Allen. Aquí, con un tema que apabulla: la soledad masculina a través de tres generaciones.
Una primera, la del abuelo, por la que se pasa de soslayo, pero que en sus pocos minutos se describe con infinita gracia y altas dosis de ácida crítica. La segunda, la del hombre en la sesentena que interpreta Griffin Dunne, caído en la desgracia del desamor después de muchos años de matrimonio; y la última, la de los dos nietos, en la treintena corta y la veintena, que deben lidiar con algunos de los peores males de la contemporaneidad, entre ellos, la precariedad laboral, la superficialidad en las relaciones, y las dificultades para asentarse como adultos en una generación que parece haber nacido para sufrir y no para gozar.
Todos ellos, cada uno a su manera, son distintas especies de exmaridos abandonados por el tiempo, por las mujeres y por sí mismos. Solos en un universo que no acaban de comprender, y desarrollados por el también guionista Pritzker con singular honestidad. Ahora bien, lejos de la cacareada crisis del hombre en torno al modelo antiguo pues, salvo un personaje terciario, en la fracasada despedida de solteros en la que se centra buena parte del relato no hay ni rastro de aquella masculinidad animal de una obra fundamental, precisamente de otro de los padres de la independencia, John Cassavetes, con la que es posible que Pritzker haya jugado en su título: Maridos (1970).
Los nombres de Cassavetes o Allen quizá les vengan enormes a una película como Ex maridos, pero no tanto otros de aquellos noventa, como aquel Edward Burns que durante un corto espacio de tiempo nos enamoró con Los hermanos McMullen (1995). De hecho, si se repasa la obra posterior de Burns se verá que ha envejecido peor que mal en su visión hacia las mujeres (Ella es única, la que más). Algo que en modo alguno ocurre con Pritzker, que, aunque centrado en los hombres, presenta féminas en papeles secundarios que pueden ser indecisas con las cosas más banales, pero que se muestran enérgicas y juiciosas para lo más relevante.
Con tres magníficos actores al mando (Dunne, y esa facilidad suya para la naturalidad más agridulce, aquí junto a Rosanna Arquette, en un guiño a Jo, ¡qué noche!; James Norton, más técnico con sus caídas de ojos y sus rictus de boca, y la joven revelación de Miles Heizer), la película sabe adentrarse en la hora del crepúsculo desde la cómica amargura del buen cine.
Ex maridos
Dirección: Noah Pritzker.
Intérpretes: Griffin Dunne, James Norton, Miles Heizer, Rosanna Arquette.
Género: comedia. EE UU, 2023.
Duración: 99 minutos.
Estreno: 7 de junio.
Babelia
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