Hallados en la Biblioteca Diocesana de Córdoba seis incunables que pertenecieron a un decano de Oxford
Se investiga si los trajo a España el obispo Leopoldo de Austria, tío del emperador Carlos V
Lo único seguro es que son seis incunables (libros impresos antes del 1 de enero de 1501), que fueron propiedad de al menos cinco personas. Y que uno de ellos, el titulado Elegantiae terminorum ex Laurentio Valla et aliis collectae, forma parte de una edición desconocida hasta la fecha. Consta de 24 folios y fue impreso en 1487. Los seis han sido hallados encuadernados juntos, conformando un único volumen, por Julián Solana, investigador del grupo de Filosofía Latina de la Universidad de Córdoba. El resto de información que este jueves ha publicado el centro universitario en un comunicado permite echar a volar la imaginación: son numerosos los personajes que participaron en el traslado de estas obras en el siglo XVI desde la Universidad de Oxford hasta la Biblioteca Diocesana de Córdoba, donde han sido localizadas.
Solana descubrió en la biblioteca cordobesa un volumen que le pareció “raro”, dice la nota de la universidad. En su interior se distinguían seis libros perfectamente encuadernados. De ellos, el más destacado era un resumen extraído de Las Elegancias del humanista italiano Lorenzo Valla (1407-1457) que había sido impreso por el tipógrafo holandés Gerard Leeu en Amberes (Bélgica). Valla proponía la vuelta al uso del latín puro como lengua “digna”, por lo que reclamaba el estudio y el examen de los grandes escritores clásicos, especialmente Cicerón y Quintiliano. El incunable hallado ahora era, por tanto, “una nueva forma de acercarse al aprendizaje de la lengua latina pues trata, como si fuera un diccionario, sobre el significado más común de las palabras, el contexto en el que se usan y cómo diferenciarlas de otras de significado parecido”.
Se supone que existe en alguna parte otro ejemplar de este Elegantiae terminorum ex Laurentio Valla et aliis collectae y que perteneció a un noble neerlandés cuya biblioteca salió a subasta hace décadas. Pero nunca se ha visto, por lo que el localizado en Córdoba es la “única constancia física” de esta obra. “Esto nos permite completar el mapa de los llamados incunables, los primeros libros que se imprimieron desde que Gutenberg desarrolló su imprenta de tipos móviles e imprimió con ella el primer libro (1455) hasta el final del año 1500. De hecho, la obra ya ha sido incluida en el catálogo alemán Gesamtkatalog der Wiegendrucke, que recoge todas las ediciones incunables existentes”, explica la universidad.
Las otras cinco obras incluidas en el volumen cordobés no resultan menores. Dos de ellas son también ejemplares “raros”, según el investigador. Uno corresponde al único libro completo conservado de la edición parisina de Antoine Caillaut (1483) Ars memorativa de Jacobus Publicius, que incluye un cuadernillo con grabados con técnicas nemotécnicas para memorizar discursos, y el otro es una edición de un sermón de San Agustín (Oxford, Rood & Hunte, en torno a 1483) del que solo se conserva otro ejemplar en Reino Unido.
A ellos se suman Secreta secretorum, que algunos expertos adjudican a Aristóteles, pero que en realidad es una obra árabe sobre consejos a un príncipe para gobernar bien; los Dísticos de Catón, con consejos didácticos y morales, y De arte loquendi et tacendi de Albertano de Bresciao, donde un padre enseña a su hijo a hablar bien y saber cuándo y cómo guardar silencio.
Las temáticas de los seis incunables son similares: relacionadas con aspectos didácticos, morales y de comportamiento. Según Solana, esta característica común es uno de los motivos por los que ejemplares, impresos en tres países (Países Bajos, Francia y Reino Unido) entre 1483 y 1487, acabaron encuadernados juntos. “Como si la persona propietaria hubiera querido agruparlos en una sola colección. Y esa persona posiblemente fuera William Hewster, un clérigo, profesor de la Universidad de Oxford y decano de la institución entre 1483 y 1489, cuyo nombre aparece en uno de los cortes del libro y quien, por su profesión, podría estar interesado en esos temas”.
Estos ejemplares, como muchos libros actuales, cuentan con anotaciones en los márgenes que resaltan el contenido e indican de qué trata esa parte concreta, sirviendo de ayuda a quien lo estaba leyendo. En total, hay anotaciones correspondientes a cinco personas diferentes, escritas entre el siglo XV y el siglo XVII, algunas de ellas en español.
Se desconoce cuándo llegó el libro a Córdoba. Solana trabaja con la posibilidad de que viniera con Leopoldo de Austria, obispo de la ciudad entre 1505 y 1557, o alguien de su séquito. Leopoldo de Austria fue hijo ilegítimo del emperador Maximiliano, hermano de Felipe el Hermoso y de Jorge de Austria, obispo de Lieja, y tío de Carlos V. El obispo fue un gran humanista ―también fue rector de la Universidad de Salamanca― y su cuerpo descansa en el crucero de la mezquita-catedral de Córdoba, cuyas obras financió. Quizás siguió los trabajos que estaba pagando con un libro en la mano.
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