Han Kang, vuelve la autora estrella de la literatura surcoreana: “Dejé de escribir durante un año y olvidé cómo hacerlo”
La escritora, tras el éxito de ‘La vegetariana’, regresa con ‘La clase de griego’, un grito de silencio en el que la voz y el lenguaje luchan contra el aislamiento
Han Kang es una de las escritoras más sublimes que pueblan el escenario contemporáneo. Ganó en 2016 el premio Booker Internacional con La vegetariana (Rata), un asfixiante retrato del aislamiento en el que puede sumergirse una persona al cambiar sin permiso de los demás, y ahora publica en España La clase de griego (Literatura Random House), un grito de silencio en el que la voz y el lenguaje luchan contra su aniquilación. Han, surcoreana nacida en 1970, ha hablado con EL PAÍS al pasar por Madrid.
La protagonista de esta nueva novela es una mujer que ha perdido la voz, como también ha perdido a su madre fallecida y la custodia de su hijo. Para combatirlo acudirá a un idioma muerto, el griego, en el que aspira a recuperar lo que se le ha arrebatado. Y allí se encontrará a un profesor que está quedándose ciego al igual que Borges, un autor muy presente en este libro. La relación entre los dos vertebra un relato que reivindica una forma honesta de comunicación y que, en última instancia, despierta en el lector muchísimos interrogantes: ¿cómo viviríamos sin voz?, ¿y si supiéramos que íbamos a perder la vista?
Pregunta. ¿Parte usted de una experiencia personal?
Respuesta. Después de La vegetariana, que era mi tercera novela, empecé a escribir la cuarta y al llegar al séptimo capítulo no pude seguir, me bloqueé. Dejé de escribir durante un año y olvidé cómo hacerlo. Tampoco podía leer nada de ficción. Después de un descanso profundo pude volver a hacerlo y así nació esta quinta novela, La clase de griego, que surgió ciertamente de esa idea de silencio que he experimentado.
P. ¿Por qué cree que perdió esa capacidad?
R. Tal vez porque no era sincera en ese momento. Me faltaba sinceridad al escribir y por eso no podía seguir. Más tarde me di cuenta de que dentro de la ficción también se puede incluir la verdad. No por escribir ficción se pierde la verdad, se trata de buscar esos caminos en los que se pueda introducir, aunque sean estrechos.
La autora habla de la sinceridad interior de la novela y de la autenticidad como escritora, que es en última instancia la marca de sus personajes y su obra. En ese territorio, el lenguaje ocupa un espacio clave y es a la vez motor del despertar, pero también del hundimiento, del mutismo. No olvidemos que la protagonista tiene un hijo con el que tampoco logra hablar.
P. ¿Qué significan para usted y para su protagonista la voz, el lenguaje?
R. La protagonista ha perdido el habla y está intentando recuperarla con todas sus fuerzas. Y ese proceso de recuperar el lenguaje es el proceso de recuperar su vida. Para mí también el lenguaje y la voz son algo parecido.
P. ¿Cómo definiría el lenguaje?
R. Es un medio único e importante, pero al mismo tiempo es lo que me hace sufrir. Porque es un medio imposible, se resbala fácilmente.
P. Alguna vez ha dicho que el lenguaje es una espada de doble filo que no logra atrapar.
R. Sí, es lo que pensaba sobre todo al escribir este libro. El lenguaje es el único medio que me hace abrazar la vida y al mismo tiempo derramar la sangre. Yo me aferro fuertemente al lenguaje, pero al mismo tiempo me cansa hacerlo.
P. Usted es poeta y su libro también es poético. ¿Un escritor sin poesía es un escritor más pobre?
R. Hay autores que nunca han escrito poesía, pero en su propia obra hay poesía. Cuando escribo novela siento que los poemas invaden mi obra. A veces utilizo un poema en sí y otras veces, frases normales con toques poéticos. La poesía me ha influido mucho.
P. Menciona a Borges y se inspira en él. ¿Qué significa para usted?
R. Además de todo lo que me gusta su obra, él dijo que perder la vista progresivamente equivale a que la noche del verano se acerque cada vez más, así lo expresó. Y esa para mí es nuestra historia común. Es la condición que tenemos todos nosotros, todos los seres humanos.
Aunque ella no quiere definirse, Han Kang puede considerarse la autora del aislamiento y la pérdida. En La vegetariana, la protagonista va perdiendo toda relación a excepción de la de su hermana, que ni siquiera la entiende. En La clase de griego, dos personajes aislados “se encontrarán y se tendrán el uno al otro”. “En silencio podemos sentir más fuertemente el lenguaje”. Han solo acepta una definición: “Es una novela que pregunta a los seres humanos”. Y revela la pregunta inicial que a ella la ha guiado: ¿cuál es la parte más blanda, más suave de los seres humanos? A partir de ahí, la protagonista se comunica escribiendo en la palma de la mano del profesor. “Por ese camino he lanzado las preguntas del libro. Para mí lo más importante es esa uña bien cortada para no hacer daño a la otra persona cuando le escribe en la mano, en la oscuridad y en el silencio. Esta escena es para mí la más importante. Hablo de la suavidad y la ternura del interior del ser humano”.
Eligió el griego antiguo gracias a la conversación con un editor especializado en filosofía que le enseñó muchas cosas atractivas sobre el idioma. “Una palabra tiene muchos significados y eso me atraía mucho. Y al mismo tiempo es un idioma muerto, esa paradoja también me interesaba bastante”.
Han escribe en cuanto se despierta “aunque aún no haya abierto los ojos”, asegura. “Es cuando tengo la mente más clara”. Su cuarta novela, la que la bloqueó, salió adelante y será pronto publicada en inglés con el título de Tinta y sangre, parte de una carrera imparable en la que ha encontrado enorme conexión con el público en numerosos países. Es consciente de que el boom surcoreano también ha ayudado a su éxito en Occidente, donde encuentra cada vez más gente que le saluda en su idioma y que dice que lo está aprendiendo. “La suerte que tengo es que parece que tengo un botón que puedo encender y apagar todo el rato. Cuando escribo no pienso en los lectores, dejo ese botón apagado. Y a la hora de escribir solo pienso en eso, en escribir. Esa es mi suerte”.
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