Pink Chadora, ‘drag queen’ y poeta: “Para censurarme tendrían que coserme la boca”
La artista, cuyo “civil” es el creador multidisciplinar Martín de Arriba, acaba de salir del programa ‘Drag Race’ y publica un libro de poemas con la editorial Letraversal: ‘Todo era campo’
Pink Chadora es toda una mujer de 1,90 de altura, con melena arquitectónica, sonrisa oceánica y unos taconazos de alto riesgo. Pero solo tiene cuatro añitos. Su “civil”, el artista multidisciplinar Martín de Arriba, nació hace 38 en Pelayo, una pedanía de Algeciras. Ahora Pink Chadora, que ha participado recientemente en el programa de drag queens Drag Race, publica su primer poemario Todo era campo (Letraversal). Ahí habla de pedidos a AliExpress, uñas postizas, plástico malo, odio, amor, pueblos y folclóricas. Que la muñeca Barbie esté de moda por la película viene muy a cuento, porque es uno de sus referentes.
Pregunta. ¿Cómo se pone poética una drag queen?
Respuesta. Escribir un poemario es algo muy íntimo, si lo hacía desde el drag podía hacerlo más divertido y llevarlo a mi fantasía. Pero según avanza el libro ya va asomando la voz de Martín: Pink Chadora no es un invento, es Martín elevado a otras potencias. Y en realidad el libro es una obra colectiva: vivo rodeada de poetas, y todos me han ayudado. También Pink Chadora es un proyecto colectivo donde cabe desde Lola Flores hasta mi abuela.
P. Tiene versos sobre haters... ¿Recibe usted mucho odio?
R. Como drag no he tenido mucho problema. A veces he oído de lejos: “Pero eso qué eh, ¿un masho o una hembra?”. Y alguna mirada de asco. De hecho, me han insultado más como Martín, por maricón, que como Pink Chadora. Un martes por mañana, en mi vida normal, me han dicho cosas terribles. Al final las drags representamos algo que le gusta a la gente.
P. ¿Qué es el drag?
R. Es una forma de expresión artística que reúne muchas facetas. Luego para unos será una cuestión política, para otros un show… Para mí tiene que ser un compendio. Lo primero, tiene que ser divertido: una vez entras en tono amable ya puedes hacer un caballo de Troya y desplegar tus armas.
P. ¿El drag es político?
R. Sí. Se ve cuando, por ejemplo, el taxi se acerca y al ver quién soy pasa de largo. En realidad, cuando voy de Pink Chadora por la calle no tengo problema. El problema es cuando voy como un término medio entre Martín y Pink Chadora y no saben bien cómo ubicarme. Cuando no ven al personaje, sino al bicho raro. Y ahí entra lo político, porque se descubre que todo es una construcción cultural.
Una vez entras en tono amable ya puedes hacer un caballo de Troya y desplegar tus armas
P. ¿Pero Pink Chadora va mucho por la calle?
R. Sí, hay drags que solo se suben a los escenarios, pero a mí me gusta hacer vida cotidiana, llevar el personaje a la calle, ir a las plazas y los mercados. Acercarme a la gente que nunca ha visto una drag, que entienda que es una forma de arte. Y muy bien. A veces, eso sí, me han ofrecido relaciones sexuales, pero nunca me he imaginado a Pink Chadora como algo sexual. No entra en mi fantasía.
P. Lo rural está muy presente en sus poemas.
R. Cuando nace mi drag decido que esa es una cosa de la que no quiero olvidarme. Yo sé diferenciar entre una azada y una zoleta. Lo tengo muy dentro. Hay que reivindicar los pueblos, tenemos muchos prejuicios, decimos que la gente de pueblo tiene la cabeza muy cerrada. Pero eso no es así.
P. Dicen que con internet ya no hay pueblo.
R. Es cierto que ahora puedes vivir en un pueblo y ser el más urbanita del mundo… Pero me da rabia que la gente tenga que tirar para las capitales para tener una oportunidad. Muchas veces es más interesante quedarte en un sitio más pequeño y ser cabeza de rata más que cola de dragón. Yo vivo en Málaga, pero echo mucho de menos mi pueblo.
Hay que reivindicar los pueblos, tenemos muchos prejuicios, decimos que la gente de pueblo tiene la cabeza muy cerrada, y eso no es así
P. Su estética es tipo Barbie. Ahora está de moda, por la película.
R. Sí, conecto con Barbie y la estética bimbo, creo que me ayuda a llegar a la gente. No se genera esa distancia que a veces ocurre cuando se asocia lo drag al mundo de la noche. Y también critico la idea patriarcal de que las personas hiperfemeninas o con gran producción estética son tontas.
P. Hay gente que confunde lo trans y lo drag.
R. Hay algunas personas que se descubren dentro de lo trans empezando en el drag. Pero lo común es que las drag queens sean hombres, sobre todo hombres gays, aunque hay de todo. También hay mujeres que hacen drag: los drag kings.
P. Hay muchas tipologías de drags.
R. Las hay que son guapas, las beauty queens. Las que bailan son las dancing queens. Otras son reinas de la comedia. Otras beben del género del terror, las monster queens. Y cada día hay más. Yo, más que una reina de la comedia, me definiría como una reina de la simpatía. Una reina para el pueblo: me gusta la improvisación, se me da bien estar con el público.
Critico la idea patriarcal de que las personas hiperfemeninas o con gran producción estética son tontas
P. ¿Es una drag queen lo que siempre se ha llamado una travesti?
R. Las travestis tradicionales españolas solían ser imitadoras de folclóricas. No se creaban nuevos personajes. Yo me siento cómoda con el término travestí: es una palabra muy nuestra que define muy bien lo que somos.
P. ¿Qué le pasa a las drags con las folclóricas?
R. Las folclóricas nos han marcado. A mí Me encanta imitar a Lola Flores. Ellas eran el referente que teníamos de artistas totales, que hacían de todo, cuando no había internet. Ahora son las cantantes pop las que cogen de nuestra imagen y van con pelucones y producidísimas.
P. La ultraderecha.
R. Hay lugares de Estados Unidos donde está prohibido hacer drag si hay niños, por ejemplo. Pero yo no tengo miedo: a mí no me van a censurar. Me tendrían que coser la boca. Puede que no me contrate un ayuntamiento, pero estoy segura al 100% de que no podrán evitar que Pink Chadora pise una plaza.
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