El alto precio de ser ‘drag queen’ en Guatemala
Gloria Deus, Andrómeda, Nauxea y decenas de intérpretes reivindican su arte como acto político en un país donde la comunidad LGTBIQ vive amenazada por las leyes discriminatorias y la violencia
“Tú te fuiste y yo me puse triple M: más buena, más dura, más level…”. Son las cinco de la tarde en un día caluroso de junio y en un cuarto de un departamento de Ciudad de Guatemala se escuchan las notas de la última canción de Karol G. y Shakira, preludio a una noche de fiesta. De un armario emergen unos tacones color rojo fuego de 20 centímetros. Varios trajes de mujer se mezclan con prendas holgadas y zapatillas de hombre. Apoyado en el armario, un espejo de sastrería refleja una espalda fuerte y musculosa, mientras que, del otro lado de la habitación, varios espejos de maquillaje revelan un rostro en transformación.
Gloria Deus tiene 30 años y es drag queen, o, como ella dice, “draga”, el término para artistas masculinos caracterizados con exagerados rasgos femeninos que cantan, bailan y desfilan de forma teatral. Hoy Deus se prepara para participar en un concurso en el Shai Wa, un bar del centro que en los últimos tiempos se ha convertido en espacio de aceptación y empoderamiento para la comunidad LGTBIQ (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales y queer). Otras tres drag queens la ayudan a colocarse la peluca. Deus las llama “hijas” porque, como una mamá de elección, tuvo el rol de introducirlas a la escena del drag guatemalteco.
“Empecé a ser drag hace cinco años como forma de arte, de lucha y para explorar todas las facetas del género. Soy una persona mestiza y el nombre Gloria es un homenaje a mi cultura latina, pero también una sátira del mundo católico. Yo era muy creyente, pero la Iglesia me excluyó por mi naturaleza. Intenté cambiar, pero ya no podía vivir así y dejé la Iglesia. Ahora me siento libre de disfrutar mis dos naturalezas, masculina y femenina”.
Cuando empecé a ser ‘drag’, mi jefe me despidió. En redes sociales me escribieron que daba asco y querían matarmeGloria Deus, 'drag queen' guatemalteca
En otra casa, Andrómeda, drag queen de 25 años, se está alistando para Dancing Queer, un espectáculo de bailes y exhibición artística para celebrar el mes del orgullo LGBTIQ al cual la invitó Nauxea, otra conocida drag. Andrómeda, en medio de brochas, cejas postizas y paletas de colores brillantes, luce un vestido negro, un corsé morado y una peluca rubia ondulada. “Yo aceptaba ser gay”, comenta, “pero también soy una persona no binaria y ser drag me permite conocer mi identidad”.
Gloria Deus, Andrómeda y Nauxea son tres de las decenas de drag queens que desde los noventa animan la escena artística y disidente de Ciudad de Guatemala. En el espectro LGBTIQ se reconocen en la letra Q de queer, término que significa “raro” y ha sido recuperado por parte de la comunidad LGTBIQ para rechazar las distinciones tradicionales de orientación sexual y género.
Pero subvertir el orden predeterminado muchas veces pasa factura. “El drag es político desde su concepción, porque estás rompiendo las normas y cuando haces eso corres riesgos. Cuando empecé a ser drag, mi jefe me despidió. En redes sociales me escribieron que daba asco y querían matarme. A pesar de la violencia, sigo siendo drag, porque nosotras y toda la comunidad LGBTIQ tenemos derecho a existir”, comenta Deus.
Salir a la calle para las drags es un acto político y también de valentía en un país que le cobra la vida a una persona por ser ella misma. La muerte de Óscar Camey, activista LGTBIQ, fallecido este 17 de junio en una discoteca de Ciudad de Guatemala, es una de las 17 muertes violentas ocurridas este año en el país. Si se confirma que se trató de un ataque homófobo, se sumaría a los 67 homicidios de odio registrados entre 2020 y 2022 identificados en un informe de la ONG Cristosal.
La violencia en Guatemala se dispara contra las mujeres trans. Según la organización Otrans, el 65% de las mujeres trans han sido víctimas de violencia física, el 50% han sufrido violencia sexual y el 40% han sido detenidas arbitrariamente por la policía. No hay datos fiables del número de a porque muchas mujeres son registradas como hombres al fallecer.
Aunque algunas drags son mujeres trans, la mayor parte son personas queer, a veces no binarias (fuera de la dualidad hombre o mujer) y en muchos casos homosexuales. Al asumir rasgos considerados generalmente femeninos, las drag queens enfrentan niveles de violencia similares a los de las mujeres cisgénero (en las que género sexual y cuerpo están acordes), aseguran las investigadoras Alba Luz Robles Mendoza y Danae Soriano Valtierra, de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, en Emociones en torno a la violencia hacia las mujeres drag queen. Y los riesgos se intensifican al formar parte de la comunidad LGBTIQ.
“La gente te silba y acosa. Estar en la calle de drag significa exponerse”, cuenta Andrómeda. “Hace años me acuchillaron la cara en la calle. Salí del hospital con 17 puntos”, se suma Nauxia, víctima de violencia también por ser gay. “Otra vez estaba de drag y un hombre me escupió. Hace poco, una compañera de trabajo encontró mi perfil en Instagram y me humilló frente a los demás. Tuve miedo de perder mi empleo”, recuerda.
En Guatemala no hay un marco legal específico que condene los crímenes de odio. Pero sí existen leyes que restringen derechos a las personas LGBTIQ. Un ejemplo emblemático fue la Iniciativa de Ley 5272 de Protección a la Vida y la Familia, que buscaba prohibir expresamente el matrimonio entre personas del mismo sexo y se negaba a reconocer como delito de odio las agresiones homófobas. La norma, aprobada en marzo de 2022, fue archivada poco después debido a las protestas. Y se convirtió en un símbolo alarmante del posible retroceso en los derechos humanos en el país.
“Ser drag significa resistir a la invisibilización política. ¿No nos quieren ver? ¡Pues, aquí estamos, haciendo disidencia política con nuestros cuerpos!”, coinciden Gloria Deus, Andromeda y Nauxia que desde sus plataformas reales y virtuales luchan contra la discriminación y defienden los derechos LGBTQ.
“Con el colectivo Drag Besties organizamos eventos en espacios seguros donde la comunidad LGBTIQ+ puede disfrutar de nuestros shows”, continúa Deus. “También promovemos la iniciativa Reinas de la Calle para darnos a conocer en los lugares públicos. A veces nos insultan, pero muchos jóvenes que aún no han salido del clóset nos necesitan como ejemplo para encontrar valor y ser libres. Soy feliz porque estamos luchando mucho para el reconocimiento de los derechos LGTBIQ+”, añade.
Gloria Deus no tiene miedo. Tampoco Andrómeda y Nauxia. Se balancean sobre sus tacones de aguja con la mirada de quien quiere conquistar al mundo. Mientras Andrómeda se va sola a tomar un Uber que la llevará a su evento, un grupo de borrachos le chifla. Ella mira de frente, sin hacerles caso. Nauxia la está esperando para empezar el espectáculo. Algunos días antes, Gloria Deus participó en Miss Shai Wa y no ganó, pero aquella noche se apoderó de los espacios públicos, caminando con orgullo como ha hecho cientos de veces.
“Nuestra forma de resistir a la homofobia y la transfobia es existir. Nunca nos daremos por vencidas”, concluye Nauxia con una mueca que se transforma en una sonrisa.
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