Destrucción de la calzada romana en León: la última batalla de la legión X Gémina
La decisión del alcalde de Castrocalbón de intervenir una vía de gran valor arqueológico a tres meses de las elecciones desata la indignación vecinal y lleva al regidor ante los tribunales
El 14 de febrero pasado, a solo tres meses de las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo, la mancomunidad leonesa de La Cabrera-Valdería, formada por cuatro municipios, decidió repartirse los 40.000 euros recibidos en subvenciones para reparar los caminos de sus respectivos términos municipales. La concentración parcelaria de 1985 había dejado de lado las seculares sendas y las nuevas no soportaban bien el paso de la maquinaria agrícola, por lo que requerían una reparación urgente. Y así lo hicieron todos los ayuntamientos, excepto uno: Castrocalbón (978 habitantes). Su alcalde, el socialista Luis Antonio Pérez Cenador, en vez de emplear el dinero en remendar las vías que llevan a las huertas (”caminos de concentración” los llaman en la zona), decidió arreglar la calzada XVII del Itinerario Antonino, considerada hasta ese momento la vía romana mejor conservada de Castilla y León y, quizás, de España. La calzada no lleva a ningún campo de cultivo, sino a un tupido e impresionante bosque que se adentra kilómetros y kilómetros por la provincia de León.
El destrozo impresiona. El pavimentum y el rudus bimilenarios están ocultos ahora bajo toneladas de tierra, cuando no esparcidos por los laterales de una senda que penetra en un bellísimo bosque de encinas cruzado por el río Eria. Por ello, Castrocalbón y, sobre todo, su pedanía de Calzada de Valdería, están en armas. Nadie entiende nada, porque este pequeño núcleo urbano de 40 habitantes celebra todos los septiembres la recreación de una batalla de las guerras astur-cántabras (29 a. C.-19 a. C.) junto a la calzada machacada a lo largo de 1,3 kilómetros. “A ver cómo pedimos a los recreadores [personas ataviadas de época] que vengan este año si no hemos respetado lo que tenemos. ¡Qué vergüenza!”, afirma muy enfadado uno de los residentes.
La calzada XVII unía las ciudades romanas de Bracara Augusta (Braga, Portugal) y Asturica Augusta (Astorga). Medía 365,5 kilómetros y discurría junto a varias instalaciones castrenses de la Legio X Gémina, cuya base permanente se estableció en Vidriales, a unos 15 kilómetros de Castrocalbón. Los miliarios hallados (bloques cilíndricos que marcaban las distancias, al estilo de las actuales señales de tráfico) fechan esta vía en época de los emperadores Valeriano y Galieno, en torno al siglo III.
Juan Manuel Casado, el pasado miércoles, removía la tierra de su huerta con una pequeña azada con el fin de plantar pimientos y judías. “No lo entiendo. El alcalde acabó con la calzada. Había carteles informativos en ella y estaba perfectamente señalizada ¿Por qué lo habrá hecho? Si por aquí no pasa nadie, solo algún excursionista o algún tractor con leña. Además, la calzada no va a ninguna parte, solo al campamento romano de Petavonium. Pásese luego, que es muy bonito”, sonríe orgulloso.
Otros vecinos, que rechazan dar su nombre, muestran también su completo enfado. “Pues si lo ha hecho para ganar las elecciones, lo lleva claro. La gente está que trina. ¿No sabía que aquí en septiembre celebramos la fiesta de los romanos? ¿Es que no se acordaba? ¿Es que no sabía que los rapaces reconstruyeron las viviendas de los astures, tal y como eran, y las cubrieron con urce [brezo] para la fiesta? ¿Y ahora qué hacemos?, si parecemos unos analfabetos”. “Mal, muy mal”, interrumpe una mujer que escucha desde una huerta cercana, cultivada con plantas de ajo perfectamente alineadas. “¿Están hermosos, verdad? Luego plantaré tomates”.
Tras adelantar EL PAÍS el pasado martes el destrozo, la Junta de Castilla y León abrió un expediente sancionador a los Ayuntamientos de Castrocalbón y de San Esteban de Nogales (que preside la mancomunidad) por las obras. El expediente, no obstante, quedó paralizado al día siguiente porque el Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) ha abierto diligencias penales. El alcalde, de ser admitida la denuncia, tendrá que comparecer ante el juez.
Luis Antonio Pérez Cenador ha rechazado expresamente hablar con este periódico. “No va a hacer declaraciones. No quiere”, sostiene una empleada municipal que, no obstante, muestra un documento protegido con una funda de plástico. Se trata de un edicto de la mancomunidad, firmado el pasado 14 de febrero por su presidenta y alcaldesa del cercano San Esteban de Nogales, Consuelo Prieto Carracedo, donde se anuncia que se van a reparar los caminos de la comarca conforme al proyecto del ingeniero Manuel Alija. Había 15 días para alegar. Es decir, todo estaría en orden al ser respaldado por un técnico y nadie oponerse. Se expuso en los tablones de anuncios municipales durante dos semanas. Sin embargo, Alija lo niega. “Yo solo redacté un proyecto para reparar los caminos de la zona, porque así me lo pidieron, desde el punto de vista técnico. Pero cualquier obra que interfiera en otra Administración, como en este caso la Dirección de Cultura al tratarse de un bien histórico, necesita sus permisos. Yo ni sabía que por allí transcurría una calzada y, menos, romana. Solo hice el proyecto para los caminos”, afirma.
Consuelo Prieto Carracedo, por su parte, rechaza también hacer declaraciones. No obstante, fuentes municipales relatan: “Teníamos 40.000 euros para reparar los caminos. A San Esteban le tocaron unos 8.900 euros más o menos y los empleamos en lo que estaba previsto: los caminos. ¿Qué hicieron en Castrocalbón? Pues lo que se ve. Creemos que se trata de un gran error no intencionado. El alcalde está muy afectado. Pero San Esteban no tiene nada que ver con eso. Es cierto que la alcaldesa lo firmó, pero ella no es responsable de lo que hagan con el dinero el resto de los alcaldes, y ya le estamos contando mucho...”.
En el bar de San Esteban de Nogales, un grupo de hombres de campo degusta una excelente cocina casera de la zona. “Nosotros no sabemos qué ha pasado, porque es otro pueblo, pero a la vista está. Aquí sí que han arreglado los caminos de concentración. ¿Ha ido al campamento romano de Petavonium? Está muy cerca [16 kilómetros], en Rosino de Vidriales, aunque ya en Zamora”.
Javier, el responsable de mostrar el yacimiento del campamento romano de Petavonium, habla muy deprisa. Quiere decir muchas cosas en poco tiempo para atrapar a los dos únicos visitantes del espectacular fortín que cuida, y cuyas torres y empalizadas han sido reconstruidas en parte, así como excavadas sus dependencias castrenses. “Antes venía más gente, pero desde la covid... Los asturianos sí nos visitan, y los niños de los colegios de Zamora también, pero ahora la cosa está más floja”. Y entrega con una sonrisa dos cuidados folletos donde se explica la historia del campamento alzado junto a la vía destrozada en Castrocalbón. “Una vez vinieron recreadores ataviados de legionarios y astures. Vinieron andando por la calzada desde Castrocalbón. Les dejamos que hiciesen aquí la representación. Fue muy espectacular. Mire, allí arriba”, señala con el dedo, “en ese monte estaba el castro de los astures [San Pedro de la Viña]. Luego, les derrotaron y se bajaron aquí. Y formaron una ciudad en torno al campamento, porque había 4.000 soldados. Y necesitaban de todo, de todo, ya me entiende...”, y sonríe.
Tras el fin de la guerra, la legión X Gémina se asentó en el valle de Vidriales, en un lugar estratégico por su acceso directo al noroeste astur para evitar posibles revueltas y controlar las importantes minas cercanas, como Las Médulas. La fotografía aérea ha revelado que el perímetro defensivo de las legiones era un rectángulo perfecto con doble foso de 17,35 hectáreas (17 campos de fútbol) con seis puertas. Durante las excavaciones arqueológicas ―solo se ha investigado el 5 % de todo el yacimiento― se hallaron, además de las estructuras de piedra del campamento ―“mire, allí hay una tégula [teja], esa es una piedra de molino, este es el contubernio [habitación]”, dice el guía―, las inscripciones funerarias de los legionarios Publius Coconius, Lucius Herrenius, M. Volummnius y Marcus Cornelius, mojones de delimitación, piedras de ludus latrunculorum ―juego de mesa de los soldados―, epígrafes con el nombre de prefectos y hasta el brazo de una gran escultura de bronce, actualmente en el Museo de Zamora.
“Buena nos la ha montado el alcalde”, sostiene un vecino de Castrocalbón. “Aquí, en este precioso prado, el más bonito de España, los rapaces representaban la batalla entre astures y romanos. ¿Y ahora qué?”. Afirman los consultados que Pérez “ha hecho cosas buenas por el pueblo, eso es verdad, pero esta vez se ha pasado. Las elecciones... Madre mía”. El alcalde no responde.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.