Andrew Wylie, ‘El Chacal’ de los libros: “Amazon es como el ISIS, no hace prisioneros”
El agente literario más importante del mundo explica que Salman Rushdie ha perdido un ojo y la movilidad de una mano tras el ataque que sufrió este verano
Solo en la letra b de su interminable catálogo figuran Giorgio Bassani, Jorge Luis Borges, Saul Bellow, Paul y Jane Bowles, Joseph Brodsky, William Burroughs y Roberto Bolaño, ocho de los escritores más importantes del siglo XX. En la C figuran Guillermo Cabrera Infante, Italo Calvino y Albert Camus. Con oficinas en Nueva York y Londres que emplean a 50 personas, Andrew Wylie (Nueva York, 74 años) es el agente literario más poderoso del mundo. Por su fama de implacable en la gestión de los derechos de sus clientes se ha ganado el apodo de El Chacal en la industria editorial. Sin embargo, sostiene que su objetivo es defender a autores que en muchos casos no venden demasiados libros pero que tienen una enorme calidad literaria. A los nuevos agentes que contrata les pide que valoren las emociones que les provoca un libro, nunca las ventas que podrían alcanzar.
La lista de sus autores es inmensa, aunque figuran muy pocos en lengua española, un mercado en el que intentó entrar en 2015 a través de la compra de la agencia Carmen Balcells, acuerdo que se frustró. Vivos o muertos, nadie ofrece un catálogo similar, de Milan Kundera a Antonio Muñoz Molina, de Salman Rushdie a Art Spiegelman o Yasmina Reza, de Shakespeare a Orhan Pamuk, de Susan Sontag a Louise Glück. No es capaz de recordar de memoria cuántos premios Nobel representa su agencia.
Esta entrevista tuvo lugar en la suite de su hotel el miércoles por la noche, durante la feria del libro de Fráncfort, la más importante del sector en el mundo. No es alguien acostumbrado a morderse la lengua, sobre todo cuando habla de Amazon.
Pregunta. ¿Cómo se encuentra Salman Rushdie?
Respuesta. Sus heridas han sido profundas. Ha perdido la vista en un ojo, en el que fue apuñalado. Padeció tres heridas graves en el cuello y ha perdido la movilidad en una mano porque los nervios fueron cortados por las puñaladas. Y sufrió otras 15 heridas en la espalda y el torso. Fue un ataque brutal.
P. ¿Sigue ingresado en el hospital?
R. No puedo dar ninguna información sobre su paradero. Pero sí puedo decir que va a vivir, eso es lo más importante.
P. ¿Cree que el ataque contra Rushdie tantos años después de la condena a muerte por parte de Irán significa que vivimos un momento especialmente peligroso para la libertad de expresión en el mundo?
R. El ataque es algo de lo que Salman y yo hablamos en el pasado, porque el principal peligro al que se enfrentaba, incluso muchos años después de la fetua, era que una persona cualquiera que surgiese de ninguna parte le agrediese. Y eso es algo frente a lo que no puedes hacer nada porque es algo totalmente imprevisible e ilógico. Es algo como el asesinato de John Lennon.
P. Otros autores suyos, incluso un premio Nobel como Orhan Pamuk, se enfrentan también a situaciones peligrosas.
R. El mundo está viviendo un momento especialmente turbulento. El nacionalismo y el fundamentalismo están creciendo, en Italia, en toda Europa, en América Latina y en Estados Unidos, donde la mitad del país cree que Joe Biden robó las elecciones a Donald Trump. Y admiran a un hombre que no solo es un completo incompetente y un ladrón y un mentiroso, sino que además es un farsante. Es ridículo.
P. ¿Qué piensa cuando uno de sus autores, Art Spiegelman, ve cómo su cómic sobre el Holocausto, Maus, considerado un clásico en todo el mundo, es prohibido en numerosas escuelas de Estados Unidos?
R. La forma en la que se está comportando la derecha religiosa es ridícula. Es vergonzoso, pero ahora mismo son una fuerza muy importante en Estados Unidos.
P. En su catálogo tiene a muchos autores de no ficción y bastantes periodistas. ¿Es la no ficción un género al alza?
R. Es un buen momento para la edición en general. A los editores les fue muy bien durante la pandemia: mucha gente tuvo tiempo para leer cuando estaba en casa sin poder salir. Y es algo que se ha consolidado, entre otras cosas porque los editores son conscientes de la amenaza que representa Amazon y las condiciones imposibles que impone en los porcentajes de distribución. Pero, pese a todo, es un negocio que ahora mismo vive un momento muy saludable y todo indica que seguirá así por lo menos en el futuro inmediato. Y eso es algo que afecta a la ficción y a la no ficción.
P. En su catálogo tiene a muy pocos autores en lengua española. Es verdad que los que tiene son muy importantes, como Antonio Muñoz Molina y los legados de Roberto Bolaño o Jorge Luis Borges, pero son mucho menos numerosos que en otros idiomas. ¿Cuál es el motivo?
R. No hablo español y eso es un problema. Y pasé tres años viajando muy a menudo a Barcelona para comprar la agencia Carmen Balcells y llegamos a tener un principio de acuerdo, pero al final no quisieron firmar. Y en una época tuve una oficina en Madrid. Pero finalmente tomé la decisión de que mi agencia tenía que tener sedes solo en Londres y Nueva York. Tenemos a autores de todo el mundo, japoneses, italianos y no queremos tener una posición dominante en ninguna lengua.
No hablo español y eso es un problema. Pasé tres años viajando a Barcelona para comprar la agencia Carmen Balcells y llegamos a tener un principio de acuerdo, pero al final no quisieron firmar”
P. ¿Se ha planteado intentar comprar otra agencia para aumentar su catálogo hispano?
R. No.
P. Se le acusa a veces de pedir mucho dinero a las editoriales…
R. Nuestra agencia representa a los mejores autores de ficción y de no ficción que seamos capaces de identificar. La mayoría no tiene mucho dinero. Y, por lo tanto, que les paguen bien es algo que les importa mucho.
P. ¿Existe el peligro de que si se piden adelantos muy altos los autores más importantes acaben en editoriales que pertenecen a grandes grupos con lo que eso puede tener de negativo para la bibliodiversidad?
R. Muchas veces, y siempre por indicación de nuestros clientes, elegimos una oferta inferior a la mejor oferta disponible porque se trata de un editor concreto, con un compromiso literario. Nos importa mucho la viabilidad de una editorial, saber que estará ahí en el futuro.
No estoy de acuerdo con Stephen King en nada”
P. ¿Está usted de acuerdo con Stephen King cuando dijo…?
R. No estoy de acuerdo con Stephen King en nada.
R. ¿Tampoco cuando declaró este verano como testigo en el juicio por la compra de Simon & Schuster por parte de Penguin Random House, que fue denunciada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos y afirmó que ponía en peligro la diversidad de los autores y la competencia?
R. Me parece que todo eso fue una farsa. Resulta que Stephen King fue publicado por Penguin y tenía un acuerdo con ellos a través del que participaba directamente en los beneficios. No tengo los detalles de esos contratos, pero luego se fue a Simon & Schuster, porque le ofrecieron un acuerdo mejor que el de Penguin. Y resulta que si Penguin compra Simon & Schuster se verá obligado a regresar a una compañía que abandonó. Que Stephen King testifique en un juicio sobre la compra de Simon & Schuster y declare que la competencia puede reducirse y los autores estarán peor pagados es ridículo. Es como si Warren Buffett se quejase de la política fiscal en Estados Unidos. Es irrelevante. El gran error del Departamento de Justicia fue llamar como testigos a autores que no representan ni al 1% de los escritores. Gente como Stephen King, Danielle Steel o John Grisham son completamente irrelevantes para este negocio. Y han construido un caso legal basándose en sus preocupaciones, sosteniendo que la competencia se verá reducida. A la pobre Danielle Steel le pagarán menos de cinco millones de dólares o diez millones de dólares o lo que sea que cobre. No me importa nada. Eso es lo que le dije al juez cuando testifiqué.
P. ¿Usted también testificó en ese juicio?
R. Testifiqué a favor de la compra. Y le dije al juez que el argumento en el que se basaba la demanda es como si hubiese que adaptar la legislación fiscal a las necesidades de Warren Buffett o Elon Musk.
P. ¿Considera que el caso de Amazon es diferente?
R. Amazon es horrible y controla el 40% del negocio en Estados Unidos o algo así. Están más interesados en vender neveras que libros porque ganan más dinero con ellas, así que tratan a los libros como pequeñas neveras. Y esa no era la idea original, porque al principio trataban cada libro de forma individual. Pero se han corrompido por la búsqueda de beneficios, cada vez quieren más márgenes. Y no les importa nada la edición. Ya podían dedicarse solo a las neveras. Alguien me preguntó una vez qué pensaba de Amazon y dije que era como el ISIS Desgraciadamente, han durado más que el ISIS, pero su comportamiento se basa en el mismo modelo. Es mi opinión.
P. ¿En qué sentido?
R. Su modelo es abusar, no tomar prisioneros, no les importa nada y no tienen más principios que expandirse, expandirse, expandirse.
P. ¿Cree que vivimos una época en la que resulta especialmente difícil defender los derechos de los autores?
R. Dirijo un negocio muy particular porque creo que mi negocio es muy diferente del de Stephen King. No me interesa lo que hace. Busco otra cosa: la calidad frente a las ventas masivas, sería el equivalente de una televisión pública frente a una cadena privada. Los autores que venden millones de copias son, desde mi punto de vista, ilegibles. Me supera: no puedo leerlos. Preferiría dedicarme a otra cosa. Lo que quiero leer son libros que me interesen y que estén bien escritos y no me importa que sus ventas sean inferiores a las de los best-sellers.
P. ¿Por qué Shakespeare forma parte de su catálogo? Creía que estaba libre de derechos.
R. No todo Shakespeare, solo el llamado Primer Folio (la primera recopilación escrita de Shakespeare que reúne 36 obras, editada en 1623, siete años después de su muerte). Es una larga historia: estaba asesorando a la Royal Shakespeare Company y aparecía su logo en la ediciones de Shakespeare, por lo que recibían un canon de 1% o 2%. Y yo les expliqué que su marca registrada valía mucho más que eso. Y a través de esa marca pueden lograr los royalties que Shakespeare nunca cobró en vida.
P. ¿Por qué se llevó las obras de Louise Glück a otra editorial española tras ganar el Nobel?
R. No pagaban los derechos, no respondían a nuestros emails…
P. Lleva casi 40 años viniendo a la Feria de Fráncfort. ¿Cree que ha cambiado mucho en la era de Internet y de las teleconferencias?
R. No ha cambiado mucho, en mi opinión. Y me encanta venir a Fráncfort. Para mí es como las mejores vacaciones del año. Me gusta encontrarme con los editores, hablar con ellos. De la Feria, salen muchas cosas constructivas que, a su vez, llevan a otras cosas muy interesantes. En las últimas horas he hecho tantas cosas que son buenas para mí y para la agencia y, de verdad, para la edición en general. Es algo que no se puede replicar de forma digital. No me interesa mucho el trabajo en remoto. Me gustan mucho más las reuniones cara a cara que por zoom y Fráncfort es una forma de sacar a todo el mundo del Zoom y ponerles cara a cara.
P. ¿Hay algún autor español que le gustaría tener en su catálogo?
R. Estoy muy contento con los autores que tengo.
Cuando la conversación está a punto de acabar, asegura haber leído un poema de Frederick Seidel antes de venir a Fráncfort que no ha logrado quitarse de la cabeza desde entonces. “Es como los Cuatro cuartetos de T. S. Elliot”. Se titula The Blue-eyed Doe.
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