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El Nobel rompe la lealtad de una poeta con su editorial española

El Chacal, agente de Louise Glück, retira los derechos a Pre-textos, su sello en castellano, que publicó siete de sus 11 libros cuando no era conocida. La maniobra levanta una ola de solidaridad literaria

Ferran Bono
Manuel Borrás, Manuel Ramírez y Silvia Pratdesaba, los editores de Pre-Textos.
Manuel Borrás, Manuel Ramírez y Silvia Pratdesaba, los editores de Pre-Textos.Mònica Torres

La poesía no tiene público, sino lectores, suele repetir el escritor Francisco Brines. La última premio Nobel, la poeta estadounidense Louise Glück, cumplía con ese axioma que funciona (al margen de los versos que triunfan por las redes sociales) incluso en su país, a pesar de los elogios de la crítica dedicados a su obra y de haber ganado galardones como el Pulitzer con El iris salvaje. Por eso resultaba todavía más excepcional el caso de la pequeña editorial española Pre-Textos, que ha traducido y publicado en castellano (en ediciones bilingües) siete de sus 11 libros. En países como Francia, Alemania o Italia apenas se había editado.

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De modo que Pre-Textos tuvo también un protagonismo secundario cuando se anunció que el premio literario más importante del mundo recaía sorprendentemente en la escritora neoyorquina de 77 años. Su fidelidad y su apuesta durante 14 años por una autora prácticamente desconocida fuera de su país y que apenas vendía un puñado de libros fueron ponderadas como un acto de justicia poética una vez la Academia sueca dictó sentencia.

Sin embargo, esta historia de lealtad y compromiso no ha durado mucho. En cuanto se anunció el Nobel se desataron las tensiones. La agencia literaria de Glück, que lidera Andrew Wylie, apodado El Chacal por su manera de hacer negocios, empezó a dar largas a la editorial independiente valenciana a la hora de renovar los derechos de traducción y publicación, que habían expirado en seis de los siete títulos en castellano, según explica Manuel Borrás, editor de Pre-Textos. “Antes del Nobel, ya habíamos hecho propuestas, pero no obteníamos respuestas. Pensamos que, como no vendíamos apenas nada, porque solo amortizamos los gastos de la traducción y publicación de uno de los siete títulos, simplemente no nos hacían caso. Cuando ganó el premio, las cosas cambiaron. Obviamente incrementamos nuestras ofertas, pero tampoco nos decían nada concluyente. Nos pidieron que enviáramos ejemplares de los libros publicados, cuando ya los tienen”, señala por teléfono Borrás.

La poeta Louise Glück, tras anunciarse su premio Nobel.
La poeta Louise Glück, tras anunciarse su premio Nobel.KATHERINE TAYLOR (REUTERS)

Al poco, los editores de Pre-Textos comenzaron a recibir llamadas de varios colegas españoles a los que la superagencia del Andrew Wylie, que representa los derechos de Jorge Luis Borges, Roberto Bolaño, Vladimir Nabokov, Emmanuel Carrère o Alice Munro, entre muchas otras primeras firmas, les había ofrecido la posibilidad de publicar la obra de Glück. “Dentro de nuestra profunda decepción nos hemos emocionado primero con la reacción de algunos de nuestros colegas. Nos han dicho que no habían aceptado el ofrecimiento. No nos esperábamos esta solidaridad y de alguna manera restaña las heridas abiertas. Pero es que además no hemos dejado de recibir apoyos desde el viernes de escritores, libreros, traductores, profesores universitarios, lectores, de mucha gente de distintos países en los que ha corrido la voz en solo unas horas. Al menos, nos sentimos queridos”, apunta Borrás.

Al mejor postor

Ya circula una carta de apoyo que firman autores, traductores y editores tanto de España como de diversos países latinoamericanos en los que Pre-Textos está implantada, promovida por algunos escritores y periodistas. En la misiva se critica el proceder de la agencia y que esta, “mientras Pre-Textos intentaba renovar los derechos de algunos títulos, comenzó a ofrecerla a espaldas de la editorial al mejor postor, ignorando de esa manera el esfuerzo realizado por sus editores españoles”.

El editor del sello fundado en 1976, junto con Manuel Ramírez y Silvia Pratdesaba, premio Nacional a la Mejor Labor Editorial en 1997, declina dar los nombres de los profesionales que han mostrado esa solidaridad. No quiere comprometer a nadie ni tampoco meterse en una espiral de litigios. Admite que los derechos se tenían que renovar, pero lamenta la escasa sensibilidad hacia la lealtad de la editorial mostrada por la agencia más potente del mundo que debe contar con la firma de la autora para vender su obra.

Los derechos de las traducciones al español vencían en un periodo entre los 10 y cinco años en función del título, apunta la editorial. “Cuando hay que traducir de una manera muy cuidada, no precipitada, debes consumir un tiempo, que puede llegar a ser de casi dos años, con lo cual no queda casi tiempo para amortizarlos, sobre todo con los libros de poesía. Ni siguiera hoy, con el premio Nobel, se ha ganado suficiente para recuperar la inversión. Se han vendido muchos más que los pocos más de 200 ejemplares de los 14 años anteriores, pero ni mucho menos a porrillo, como me acaba de confirmar una amiga librera”, añade. Borrás asegura desconocer quién continuará editando en español a la “estupenda” poeta Louise Glück.

Pre-Textos no ha hablado directamente con la autora neoyorquina, pero recuerda que fue ella la que inició la relación con la editorial valenciana cuando vio la edición de un libro de su amigo, el también poeta Mark Strand. La agencia de Glück contactó con el sello justo cuando los editores valencianos tenían previsto dirigirse a ella en una feliz coincidencia de intereses. Esa sintonía acabó con el Nobel.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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