Políticos que son ‘booktubers’
Juan Manuel Santos, Nobel de la Paz, regaló a Timochenko, exguerrillero, un libro de Monique Zepeda. El gesto no se ha traducido en ventas
Lo bueno de la FIL es que provoca un estado de ánimo en sus visitantes que, con razón, les induce a pensar que regalar un libro puede ser un símbolo de amistad, el resumen perfecto de sus mejores sentimientos. A nadie se le ocurriría regalar la primera temporada de Juego de tronos. Cuando el presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC Rodrigo Londoño Timochenko, se vieron en La Habana hace cuatro años para negociar los acuerdos de paz, el primero le pidió al segundo que remaran en la misma dirección porque estaban en el mismo barco. El sábado pasado se volvieron a ver en Guadalajara (México) para un coloquio público que se cerró con Santos, que tiene una nieta de 18 meses, regalando a su antiguo enemigo un libro para su hijo, de 5, titulado En un mismo barco.
Publicado en 2016 por Fondo de Cultura Económica en sus impagables colecciones de literatura infantil -que albergan joyas como Belisario, de Gaëtan Dorémus, o los cuentos de Oliver Jeffers-, En un mismo barco es un álbum de 40 páginas escrito e ilustrado por la mexicana Monique Zepeda, autora de una veintena de títulos y ganadora del Premio Barco de Vapor. Este lunes todavía quedaba un ejemplar en el enorme stand que el Fondo tiene en la FIL. Por él se paseaba Paco Ignacio Taibo II, director de la editorial y bien conocido por los lectores españoles por sus orígenes asturianos -que tantos problemas le trajeron hace un año- y por su trabajo al frente de la Semana Negra de Gijón. Taibo no estaba al corriente del regalo presidencial ni los dependientes habían notado una demanda especial de libro. Desde el sábado solo habían vendido una copia. Si no supiéramos que a López Obrador le encantan los símbolos, pensaríamos que entre los objetivos de su Gobierno –que el domingo celebró su primer aniversario con grandeur de primer centenario- está el de abolir el márketing.
Ha de haber un punto intermedio entre el efecto reclamo que provocó la noticia de que otro Nobel de la Paz –Obama- estaba leyendo Libertad, de Jonathan Franzen, y las carcajadas que provocó Peña Nieto -predecesor de AMLO- cuando, de visita en esta misma feria en sus tiempos de precandidato, atribuyó a Enrique Krauze la novela de Carlos Fuentes La Silla del Águila. Sobre todo porque el libro de Zepeda, un verdadero vademécum para cualquier negociador, tiene mucha gracia. En él alternan los collages con una llamada a la convivencia sin prejuicios en la que se nos advierte: “Las ideas pueden ser una jaula. Y las jaulas… casi nunca son una buena idea”.
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